Amor en el agua

Capítulo X

Rachel al siguiente día alquilo un departamento. Reviso los compromisos que debía cumplir, adelanto, concluyó tanto como le fue posible. Sale a comer cerca. Entrando al restaurante, lo vuelve a ver...
Miguel sentado en una esquina mirando a la nada.
Ella pide la comida y se sienta en la mesa de él.

- ¡Hola! Miguel

No responde.

- ¿Al menos puedes acompañarme a comer? - suspira avergonzada.

La sigue ignorando.

Ella empieza a comer en silencio.

- ¿Por qué? - dice al fin.

- ¿A qué te refieres? - ella aparta los cubiertos.

- Porqué regresaste - no le mira.

- Tenía que enfrentar mi pasado -

Él se desplaza con su silla de ruedas, saliendo del negocio.

- Aquí le dejo el dinero - se lo da a la mesera corriendo tras él.

Miguel se estaba subiendo a un auto.

- ¡Por favor! - dice Rachel - Hablemos - sostiene la puerta del auto.

- Srta. Alejese - habla el hombre que subió a Miguel.

- Miguel - él ignora.

El hombre la aleja cerrando la puertas y marchando se en el frío cemento, deslizándose en cuatro ruedas.

Ella herida corre al apartamento empacando todo. Y cae una carta.

La lee:

Querida sobrina Rachel

Eres una mujer capaz de lograr lo que te propongas, posees grandes virtudes.
Nunca dejes de luchar y soñar.

Siempre para ti Julia Bianco

Deja la carta en su mesa de proyectos.

Termina de empacar y llama a un taxi.

Una vez llega le dice:

- Al aeropuerto.

...

Miguel se encuentra en una habitación oscura donde no entra un rayo de sol. Recordando el accidente y los días anteriores. Lanza todo objeto que tiene al alcance gritando:

- ¿Por qué?

Es la furia que lleva por dentro que termina cayendo de la silla y no siente nada a excepción de la cintura hacia arriba.

- Patético - se dice así mismo tratando de arrastrarse a la silla.

- ¡Joven! - entra su guardian, llevándolo a la silla - No se haga daño - aconseja. - Siga adelante, haga los ejercicios y verá...

- Silencio - dice cabizbajo - no quiero escuchar falsas esperanzas, puedes retirarte y gracias - avanza al baño.

- ¿Necesita ayuda?

- No, déjame solo - cierra la puerta llena la bañera.

...

Apenas ella desembarca, sigue a su oficina, dejando los papeles que ha culminado y busca las prendas a entregar. Todo lo hace rápido y meticulosamente, al amanecer había terminado.

...

El Profesor Victor va a visitar a su ex alumna. Y se encuentra con la noticia de que se había marchado el día de ayer.
Llama a Miguel.

- ¡Hola! Miguel ¿Qué tal?

- ¡Hola! Profesor Victor. ¿Se le ofrece algo?

- ¿Sabes algo de Rachel? - dice triste.

- No, ayer la ví - no lograr contenerse - ¿Ocurre algo?

- Tal parece que sé fue del país ayer - resalta la última palabra dejando un silencio del otro lado del auricular.

Semanas después

Rachel regresa.

Contrata un nuevo abogado y procede el revuelo en la familia.

Se queda en el mismo apartamento.

- Tendré un corto tiempo para que vuelvas a vivir Miguel - dice dejando su equipaje y saliendo con un bolso.

...

Se escucha un revuelo cuando Miguel entra a la escuela de natación.

- ¡Mira! - gritan eufóricos hacia la piscina.

Pasa muy cerca de la piscina por la multitud y antes de preverlo, Rachel sale de la piscina empujándolo con ella.

Él trata de soltarse y ella lo deja por corto tiempo, ayudándolo nuevamente.

- ¡Estás loca! ¿Quieres matarme? - le grita molesto.

- Loca ya estaba ¿Recuerdas? Y no, solo quiero que me acompañes - dice tranquila - sabía que no sería por las buenas, así que relájate.

- ¿Relajarme? Ja - habla sarcástico.

Los muchachos se marchan dejándolos solos por órdenes del Profesor.

- Shhh - lo lleva al centro de la piscina - agarrate y cierra los ojos - pide.

Él se niega.

- Sabía que no lo harías - dice con una sonrisa burlona - así que disculpa y mueve los brazos - ordena tomándolo del abdomen y las piernas para equilibrarlo sumergiéndose bajo el agua.

No le dió tiempo de pensar y lo hizo por reflejo, recorriendo la piscina; lo disfruto.

Llegando al centro ella sale a la superficie y lo abraza, sumergiendolo con ella y vuelve a subir.

- Ese es el hombre que conozco - dice sonriendo, llevándolo a la escalera - me alegra después de tanto - se cerciora de sentarlo sin lastimarle.

- Rachel - sosteniendose de la baranda - no vuelvas asustarme de esa manera - habla algo perturbado - no vayas contra mi palabra.

- No podrá ser - acaricia su mejilla sin pensar - estuviste para mí y yo estaré aquí para ti, porque sí - se sumerge para quitarle los zapatos.

- ¿Qué? ¡No! - trata de tocarla pero no alcanza, de lo contrario se caerá sobre ella.

Rachel le quita las medias y vuelve a subir.

- ¿Por qué no me escuchas? - refunfuña.

- ¿A caso tú lo has hecho? - le recuerda - ¡No! Desde que llegué, no quieres así que no te quejes y copera - riñe.

- ¡Tú! - suspira - eres un torbellino - mira la piscina - ¿Cuándo se fueron?

- Terminaron su clase - dice - disculpa pero quítate la ropa.

- ¿A caso no puedes resistirte? - bromea.

- No, así que... - le desabrocha la camisa.

- No, Rachel - detiene su mano - tengo un punto de tolerancia, no lo rebases - advierte.

- Necesito mandarla a secar y tú cuerpo debe estar más ligero - explica prosiguiendo su labor - ¡Miguel! - se queja cuando vuelve a tomarle la mano.

- Rachel - ella alza la mirada - yo lo hago, así será más interesante - sonríe de lado.

- Idiota - se ruboriza ligeramente.

- El idiota que te encanta - le guiña el ojo quitando los botones de la camisa; dejándola callada. - listo querida - bromea al verla roja.

- Bien - extiende la camisa arriba - falta el pantalón - baja la mirada avergonzada.

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