Amor en el lugar equivocado

Capítulo 17: La Despedida que Nadie Despidió

La idea de una fiesta de despedida de soltero le producía a Dax un picor detrás de las orejas. Sus amigos, liderados por Bruno y su primo Leo, lo acosaban desde hacía semanas.

—¡No es opcional! —le había dicho Bruno—. Es un rito de paso. Te emborrachas, haces tonterías y al día siguiente agradeces no recordar nada.

—Eso suena más a un trauma que a una celebración —replicó Dax, imaginando todos los escenarios catastróficos posibles.

Su plan maestro era la evasión. Inventó una emergencia de trabajo ultrasecreta, un viaje relámpago a otra ciudad. Pero Leo, que conocía sus mañas, apareció en su apartamento un viernes a las 7 p.m. con una sonrisa de lobo.

—¡Vamos, novio! Tu 'viaje de trabajo' acaba de ser cancelado por motivos de fuerza mayor. Y la fuerza mayor soy yo.

Dax fue literalmente secuestrado y subido a un coche entre risas y empujones. Lo llevaron a un bar temático que era una mezcla absurda de cantina mexicana y discoteca de los 80. El caos estaba servido.

La Cerveza y los Bailarines (o la confusión épica)

Para evitar beber alcohol en exceso, Dax pidió una cerveza sin alcohol. Lo que no sabía es que Bruno había sobornado al camarero para que le sirvieran un cóctel traicionero disfrazado de "cerveza de raíz especial". Para el tercer vaso, Dax ya sentía que el suelo se movía como un barco.

—¡Y ahora, el plato fuerte de la noche! —anunció Leo—. ¡Un espectáculo de danza africana!

Dax, cuya cabeza giraba suavemente, vio aparecer a un grupo de bailarines y bailarinas con atuendos llenos de color y plumas. La música era enérgica y los movimientos, hipnóticos. En su estado de confusión etílica, pensó que era un número de danza contemporánea abstracta.

Una de las bailarinas, una mujer con una presencia imponente y una sonrisa luminosa, se acercó a los invitados para interactuar. Al llegar a Dax, que estaba intentando descifrar el patrón de la moqueta, ella extendió sus brazos en un movimiento fluido.

Dax, creyendo que era un baile colaborativo, intentó imitar el movimiento. El resultado fue que, al levantar su vaso de "cerveza" para seguir el ritmo, volcó la mitad del contenido sobre la camisa de Bruno, que estaba a su lado.

—¡Es un homenaje a la lluvia! —gritó Dax, eufórico y completamente perdido.

La bailarina, divertida por su torpeza inocente, se rió y siguió con su danza. Dax, empeñado en ser un buen participante, siguió intentando seguir el ritmo desde su silla, creando una coreografía que solo él entendía.

El Despertar en la Dimensión Desconocida

Lo siguiente que Dax recordó fue una sensación de bamboleo. Luego, oscuridad.

El despertar fue lento y doloroso. Un dolor de cabeza pulsátil y una boca que sabía a algodón y error. Parpadeó varias veces. El techo era blanco, pero no era el suyo. Giró la cabeza con un quejido.

Y se quedó paralizado.

A su lado, profundamente dormida, había una mujer. Una mujer negra, con unas trenzas elaboradas sobre la almohada y un rostro sereno y hermoso. Él no la conocía de nada. Miró a su alrededor. Era una habitación sencilla, con posters de festivales de música y danza. No era un hotel. No era su casa.

¿Dónde estoy? ¿Quién es ella? ¿Qué pasó anoche?

El pánico se apoderó de él. Revisó su ropa. Llevaba puesta la misma camisa del día anterior, manchada de algo que olía a cerveza y sudor. Sus zapatos estaben junto a la cama, colocados con cuidado.

Con movimientos de película de espías, se deslizó fuera de la cama. Su misión: escapar sin hacer ruido. Encontró su teléfono en el bolsillo del pantalón. 27 mensajes perdidos. La mayoría de Bruno y Leo. El último de Elisa: "¿Sobreviviste a la jungla, Tarzán?".

El corazón le dio un vuelco. ¿Qué le digo? ¿"Hola, cariño, no recuerdo nada y desperté en una cama con una mujer misteriosa"?

Justo entonces, la mujer en la cama se movió y abrió los ojos. Lo miró, sin sorpresa, y sonrió.

—Buenos días, hombre torpe —dijo con un acento musical—. ¿Tu cabeza ya no suena como una fiesta de tambores?

Dax, pálido como la pared, solo pudo balbucear.
—Ehh...buenos días. Yo... ¿qué...?

Ella se incorporó, bostezando.
—Tus amigos...muy ruidosos. Muy borrachos. Te dejaron aquí porque tú no podías ni decir tu nombre. Yo soy Ama, la hermana de Kofi, el líder del grupo de danza. Mi hermano te trajo. Dijo que eras demasiado "frágil" para ir con los otros.

La explicación cayó sobre Dax como un balde de agua fría. No había pasado nada. Solo había sido un acto de caridad por parte de un bailarín y su familia. Una enorme ola de alivio lo inundó, seguida de una risa nerviosa que le salió como un sollozo.

—Oh. Oh, gracias. Lo siento mucho. Muchísimas gracias.

Ama se rió.
—No te preocupes.Eres el invitado más torpe, pero más tranquilo, que hemos tenido. Ahora, ¿quieres un café antes de enfrentarte a tu novia?

Dax asintió, sintiendo que por primera vez en toda la noche, tenía un poco de suerte. Al final, su fiesta de despedida había sido un desastre, pero había terminado con un acto de amabilidad inesperada y una historia que, decidió, se quedaría solo entre él, Ama y los dioses de la danza africana. Lo único que tenía que inventar ahora era una historia inofensiva para contarle a Elisa.




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