Amor En Hierro

Un nuevo comienzo

Para Lewis fue tan sencillo convencer a Danielle de las ventajas que podría darle a su futuro matrimonio este viaje.

Mientras él le trataba un horizonte esperanzador sobre el peso que sus apellidos tendrían en tierras lejanas, y que al volver  Inglaterra él sería tratado como de la realeza.

Danielle soñaba de pequeña con ser de sangre azul, la criaron para eso, para ser una dama de la alta sociedad, fue a la escuela de señoritas y le enseñaron todo lo que debía saber par que su mirada siempre esté en alto y nunca pretenda menos de lo que merece, claro está, solo en cuanto comodidad y dinero concierne.

Conoció a Lewis a los 12 por negocios de su familia, y de inmediato quedó fechada por el galán, que a penas tenia un año más que ella.

Caballeroso, atento, servil, guapo,  con esa tez blanca y los ojos oscuros que contrastaban a la perfección con sus ojos azules.

Ese mismo año sus padres pactaron el casamiento, en cuanto Lewis se recibiera de médico.

Por un lado, el discurso de su prometido sonaba bien, pero en su interior las inseguridades desmoronaban su ser. Ella era conciente que el mayor de los Packernham no estaba tan feliz con el compromiso, se lo hizo saber, e incluso intentó hacer que Danielle también desistiera del matrimonio.

Cada vez que Lewis intentaba entrar en ese discurso, ella se oponía y cambiaba el tema rápidamente. Ya, cuando estén casados aplicaría los consejos de su madre, quien aseguraba que luego de unos meses de convivencia él se enamoraría.

—¿Y cuando se marcharian? —pregunto ella sosteniendo con fuerza el mango de su sombrilla.

—En tres semanas —Lewis tiene las manos a la espalda, camina erguido, y las gotas del agua estacionada en la hojas caen sobre su cabello, dejando ver a Danielle su belleza sin igual.

—O sea que apenas llegas y ya no te volveré a ver ¿Hasta cuando?

—No lo sé, Danielle, quiero ir a explorar, pero es muy probable que me quede unos seis meses, mis padres y hermanos se quedarán a vivir allí, así que, al menos quiero estar con ellos, y ya cuando regrese, planificamos las nupcias y avisamos a mis padres.

—Eso es, como un año y medio más. ¿A caso mi amor no le basta como para evitar esta aventura?

Lewis contuvo sus ganas de poner los ojos en blanco, o de que una risa se le escapara, por un lado, odiaba el compromiso, pero por el otro, no quería ser una mala persona y sabia que Danielle lo idolatraba. Así que solo, respiró profundo y buscó las palabras correctas.

—Danielle, no se trata de amor, se trata de explotat el mundo y ver lo que tiene para nosotros.

>>No quiero posponer el viaje, por que cuando nos casemos el mundo nos dará otras responsabilidades. Danielle somos jóvenes.

—La juventud es un atributo que nos deja con los años, y tú me pides que espere otro dos por ti.

—De ser ese el caso, mi oferta sigue en pie, podemos dejar la boda y buscas a alguien que ya esté para ti.

—Es a esto a lo que querías llegar... ¿Verdad? —pregunta Danielle con la voz resquebrajada el corazón se le achicaba y el dolor se imponía en su ser.

—No, Danielle, pero eres tú quien me pone un freno, y por eso debo darte una salida a tu dilema.

Si bien Lewis dice una verdad, no lo exime de mentir, porque en verdad toda esta conversación buscaba llegar a este punto. El joven, no perdia la esperanzas de que Danielle desistiera al final.

—Bien —La chica se traga el orgullo y acomoda su rubio bucle tras su oreja, pues comenzó a molestarle —. Pasamo la boda entonces, o quien sabe, terminó yendo a esas tierras lejanas y formamos un familia allí.

Eso no sonaba para nada liberador, y para Lewis el alivio se hizo pesar, así que decidió añadir un pequeño pedido.

—Podria ser, ¿Por qué no? Pero dame al menos estos 6 meses, luego, te envío una carta y analizamos si quieres ir o si vuelvo aquí.

—Bien, me parece bien Lewis.

Llevo a la joven hasta su carruaje y la ayudo a subir. Ella hace un suave movimiento de manos para despedirse de si prometido.

El muchacho, tenia el aire retenido en los pulmones, recién cuando el carruaje atraviesa el portón de la entrada, pudo soltar el aire y sentirse dd nuevo libre.

Danielle es hermosa, por ello no comprendía porqué no lograba  sentir esos destellos que se supone debería sentir.

Volvió a la casa, sacudió sus pies e ingreso a la sala, la escena era horrible para Lewis, su padre sentado en un sillón y su madre tejiendo, los dos en silencio uno alejado del otro, desde que abrió la puerta pudo sentir el frío de esa relación.

—¿Y qué te dijo Danielle? —pregunta mamá indignada.

—Acepto...—Respondo sin más.

—Quedamos como unos mentirosos ants sus padres —se queja sin mirar a Lewis y agitando sus manos con exageración entre punto y punto.

—Fueron ustedes los que ataron a Danielle a mi, a penas tenia 13 cuando lo hicieron.

Eloisa está por decir algo, pero al ver que Clarece levanta la mano, ella calla y sigue con lo suyo.

—Basta por hoy, no tengo ganas de más. Lo hecho, hecho está, viajamos en 3 semanas y mañana hay mucho por hacer, empezando por enviar la carta.

—Suena bien —dice Lewis entre dientes enojado con Eloisa, pero feliz por que ahora solo se va a preocupar por organizar su viaje, y vivir de una buena vez un nuevo comienzo, y deseando sea lejos de su madre. 
 



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En el texto hay: amor, guerra muerte, amor prohido

Editado: 22.02.2021

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