Amor En La Cocina

RICARDO

Soy un chico de 19 años tengo el cabello de un color negro azabache, mis ojos son de color celeste y unas cuantas pecas adornan mis mejillas, el resto de mi rostro es ordinario. Soy ligeramente alto 1.85 y mi cuerpo se inclina hacia el lado atlético aunque me falta algo de ejercicio.

Mi familia se dedica al negocio de la comida con restaurantes en diferentes ciudades, tenemos parte de descendencia italiana así que no conocerás a nadie en mi familia que no ame la comida con locura; es un don que viene con nosotros desde que nacemos.

Mi padre se a empeñado en abrir una escuela de gastronomía, eso anula mis excusas para comenzar a estudiar y hacerme cargo de al menos un restaurante de la familia. Él quería que yo estudiará acá en Lima con ciertas condiciones que obviamente no iba a seguir así que preferí ir con él a Chiclayo.

Es una ciudad hermosa y más con la casa de playa que recién me enteró tenemos en Pimentel.

Al llegar deje ambas maletas caer en el piso era una hermosa casa de dos pisos con barandales de acero, y fachada con color de madera; tenía una puerta levadiza para guardar al menos dos autos, la puerta principal era de un color caoba de más o menos un metro de ancho, al abrirla en el lado derecho había una sala con un espejo rectangular enorme, un juego de sillones, una pequeña mesa y una pequeña barra en la parte posterior.

En el lado izquierdo una escalera que daba al segundo piso en la parte de adelante una pequeña terraza, y en la parte de atrás cuatro habitaciones, en cada una un baño privado, cada una tenía un closet y un vestidor, al lado de cada cama había un velador y justo en el frente un pequeño escritorio, las paredes y columnas (todo) estaban pintadas en un color blanco humo satinado, el piso era de porcelanato blanco humo también. Todas eran iguales salvo por los cobertores de las camas.

Tomé la habitación del fondo del lado izquierdo, que tenía unos cobertores plomos con verde aguamarina en un diseño de triangulo o algo así, desempaque y ordene todo en el lugar que le correspondía, mi laptop ocupo el escritorio y puso algo de música (soda estéreo) para tomar un baño y bajar a ver que ideas tenía su padre para él.

Víctor

Pensé que Ricardo haría todo un drama por la mudanza, este proyecto es nuevo y necesito su apoyo, fue muy bueno que decidiera acompañarme, será más sencillo todo. Deje mis cosas en la primera habitación de lado izquierdo, no desempaque y fui directo a la cocina justo detrás de la pared de la barra.

Era una cocina moderna con una enorme isla de granito, todos los electrodomésticos eran nuevos y los más modernos; en agradecimiento prepararé un postre al que él no podrá resistirse.

Saco fresas, vino tinto, mantequilla, azúcar y helado; los puso sobre la isla y coloco una sartén en la cocina coloco las fresas lavadas y cortadas en cuartos junto con el vino y una cucharada de mantequilla, cuando este comenzó la ebullición agregó el azúcar a su gusto. Lo retiró del fuego y lo sirvió con el helado en la barra con dos platos.

En ese momento Ricardo bajaba atraído por el olor (lo más seguro), una sonrisa de oreja a oreja y pasando su lengua sobre sus labios.

-. Justo a tiempo – río Víctor

-. Es mi recompensa – tomo asiento señalando el plato

-. Se puede decir – comieron entre risas – por cierto ya encontré el local es realmente perfecto.

-. Mañana podemos ir a verlo, hoy quiero disfrutar de la playa

-. De acuerdo – termino su plato y lo llevo a lavarlo – tu harás lo mismo – se alejaba riendo dejándolo con una expresión de desagrado en el rostro le encantaba comer; pero limpiar esa era otra cosa.

A la mañana siguiente fueron al local salvo por las columnas todo estaba hecho de mamparas transparentes, las puertas, las ventanas y en lugar de paredes todo eran lunas. La entrada principal dejaba ver un pasadizo con unas oficinas del lado derecho, y al lado izquierdo con una gran aula, en el centro un pequeño patio y dos escaleras que llegaban a un punto en común donde un redondel tenía diferentes espacios.

-. En el lado derecho habrá una cocina con dos grandes mesas, un horno y estantes tanto como para la batería de cocina y la batería de utensilios. Igual pasara con el aula de enfrente. Al lado izquierdo una oficina. Y tras las escaleras ira la oficina de dirección, al lado derecho secretaria, más adelante el almacén y en el costado izquierdo una pequeña cafetería.

-. Ya tienes planeado todo en tu cabeza ¿verdad?

-. Algo – sonrió – y en el segundo piso estarán las aula, en el salón más grande será para las clases de bar tender y restauración.

-. Me dejas sin palabras – Ricardo sonreí tratando de imaginar todo lo que su padre describía – en realidad espero que todo te vaya bien.

Pasaron dos semanas y todo el mobiliario había llegado, fueron horas de trabajo; pero al final todo fue tomando forma haciendo que el rostro de cada hombre se llenara de felicidad.

-. Ahora es hora de buscar al personal y a los alumnos

-. Está bien eso lo ves tu padre, en eso yo no me meto

-. De hecho – la voz de una mujer a sus espaldas hizo que voltearán, Víctor sonreía y Ricardo no salía de su asombro – yo seré tu sombra.

-. Tía – corrió para abrazarla - ¿Por qué no me dijeron nada?

-. Era una sorpresa – intervino Víctor – aunque se supone debías avisarme

-. Lo siento hermanito – se acercó a él – pero yo soy fan de las sorpresas y quería poner las cosas iguales para ambos – los tres rieron

-. Te presentó a la nueva directora – Víctor la señalo de pies a cabeza

-. Oye eso no lo habíamos acordado – refuto ella

-. Yo también adoro las sorpresas – rio negando con la cabeza

-. De acuerdo – dijo Ricardo – es una buena idea y tú – señalo a su tía – eres experta en comida peruana, a parte de la francesa

-. Díselo a ella – se defendió Víctor, él la miro y le rogo con la mirada, ella solo asintió y le desordeno el cabello.



#5536 en Novela romántica

En el texto hay: amor, cocina, peleas con la ex

Editado: 11.08.2019

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