-. Ya veo - dijo cuando él término el relato
-. Aún no sé, por qué su contacto me produce esas sensaciones
-. En serio – se puso seria – no lo sabes
-. Vamos tía – la golpeo en el hombro – solo sé que me pasan cosas raras cuando está cerca de mi
-. El tiempo pasa – hizo un puchero – y nadie espera a nadie – se fue
Ricardo se quedó pensando es cierto que su cuerpo reaccionaba muy raro cuando ella estaba cerca; pero eso no significa que este enamorado ¿sí? Después de su experiencia fallida ya no quiere saber nada.
En la hora de receso Ana había llevado a Sandra hacia los baños, era lo más seguro para que nadie las escuchara. Sandra le resumió todo mientras Ana pasaba de la sorpresa a la decepción, no dejaba de darle una mirada picara por los detalles de los incomodos momentos que ya había pasado.
-. Entonces, ¿ya están? – tenía una sonrisita que solo significaba problemas
-. Te dije que no lo soporto
-. Aja!! – Se volteo para mirarse al espejo – y por eso tocabas su torso desnudo
-. Basta – la empujo – te dije que se golpeó por ayudarme a no caer
-. Que atento – parpadeo varias veces seductoramente – salvando a su damisela
-. No me cae
-. Y ¿por qué te sonrojas y te pones nerviosa?
-. No lo sé
-. Te gusta ¿verdad?
-. Es atractivo… - su amiga tenía una risita picara en su rostro – pero hasta ahí ya no mas
-. Por lo visto aun no te has dado cuenta
-. ¿De qué?
-. Acaso no sabes que todos en la escuela dicen que tú le gustas… - la miro fijamente y muy seria – ninguno se da cuenta de lo que siente por el otro o al menos no quiere reconocerlo.
-. Ni siquiera somos amigos
-. Bingo – gritó – si te gusta
-. Ya vámonos – la jalo del brazo y siguieron con su rutina de estudios.
Sandra no le había contado acerca de Alejandra, es decir ella creía que Ricardo era atractivo y hasta ahí; la verdad es que Alejandra le daba miedo.
Las clases terminaron temprano Sandra fue a su casa y Ricardo una vez que termino de ordenar el almacén, se subió a su moto y fue a la playa era su lugar favorito donde podía pensar y aclarar su mente.
Se sentó sobre la arena mirando hacia el horizonte tomo sus piernas entre sus manos y djo en casi un susurro:
“No voy a negar que si estoy ilusionado; pero no sé si pueda enamorarme otra vez ya no quiero tropezar con la misma piedra”
Una sonrisa asomaba a sus labios mientras recordaba como Sandra lo había ayudado después de ese golpe, deseaba volver a sentir sus manos sobre su piel era una sensación indescriptible; pero a la vez placentera.
Se quedó ahí para ver el atardecer, cuando ya eran las 6:00 pm su padre fue a buscarlo ya le había dado tiempo suficiente para pensar y definir qué era lo que sentía, coloco su mano sobre su hombro para anunciar su presencia.
-. Y… ¿bien? – se sentó a su lado
-. Bueno pz… - suspiro – digamos que si estoy ilusionado… - levanto la mirada para ver el mar
-. Pero
-. No me quiero enamorar y sufrir…
-. Oh! Vamos – lo interrumpió – déjalo en el pasado ¿no lo habías superado?
-. Pero tengo miedo – se giró para verlo
-. Te entiendo – sonrió a medias – es solo que sino arriesgas tal vez no sepas si ella es la correcta
-. Da igual ella me odia
-. No lo creo – una sonrisa amplia se dibujó en su rostro – por lo que me comento tu tía hoy se preocupó por ti – tenía una mirada picara
-. Solo porque evite que se golpeara – la desilusión tomo su rostro
-. Si la ayudas y de a poco te acercas tal vez permita que sean amigos – intentaba alentarlo – ella pondrá barreras al principio, solo debes perseverar
-. Gracias – le brindo una sonrisa de oreja a oreja
-. Vamos es hora de la cena – lo ayudo a levantarse y abrazados fueron a casa donde les esperaba un filete de pavo a la plancha con aceite de oliva, con palta y una pequeña ensalada.
Ricardo había estado en el gimnasio durante las vacaciones, le gusto ver como su cuerpo se marcaba y pensó que tal vez si se ponía en forma ella lo miraría con otros ojos. Ya con el tiempo lo iría conociendo.