Amor En La Cocina

CONOCIENDO A LA EX

Sandra estaba decidida a seguir con su amistad, mientras decidía si debía darse una oportunidad. Antes de entrar respiró profundo y dibujo una sonrisa en su rostro, dejo su mochila en su salón y fue a la cafetería por un té estaba muy nerviosa.

En el camino solo rogaba aún no encontrarse con él no estaba lista para hablar, al entra él estaba en una mesa con una taza de café humeante.

Cruzaron miradas, ella desvió su camino para saludarlo como si nada; Ricardo estaba sorprendido y correspondió al saludo se excusó para ir por su té y acompañarlo.

-. Los eventos ¿han aumentado? – tomo un pequeño sorbo de su té

-. Si, lo cual es bueno para la escuela – sonrió dando vueltas a su taza – nos ayuda a que se sumen más estudiantes al inicio de cada nuevo ciclo

-. Cierto – soplaba su taza antes de quemarse otra vez – bueno debo terminar rápido para ir a mis clases

-. Mmm… - se rasco la nuca – ¿quieres venir el sábado a almorzar en mi casa?

-. Eee…. – casi voltea su taza de la sorpresa – no le molestara… ¿a nadie?

-. Acepta, por favor – coloca sus manos sobre las de ella – mi tía me matara sino vas

-. Ah! … - pareció decepcionarse – si la directora quiere que este aquí, claro

-. No solo ella – se sonrojo – mi padre quiere que pruebes su sazón

-. Parece que a ti te incomoda – retiro sus manos – si desea ¿no voy?

-. No, no, no – se acercó y se puso de cuclillas a su costado – me encantaría que fueras

-. Te aviso – tomo un sorbo de su taza – mi madre puede hacer planes. Nos vemos – salió de la cafetería, estaba realmente confundida.

Estaba considerando realmente rechazar la invitación porque a él no parecía agradarle la idea.

Su madre iba los fines de semana a diferentes actividades con sus hermanos, y muchas veces ella se veía obligada a ir por condicionamiento.

Le informo a su madre que tenía una invitación en casa del dueño de la escuela, su madre estaba a punto de reclamar algo y ella dijo:

-. Por una vez déjame hacer lo que quiero, tú siempre me críticas por no salir y pedirte que inventes un castigo para quedarme en casa y ahora no me digas que quieres llevarme de guardaespaldas

-. Que tengas suerte – repuso secamente y fue a la cocina.

Sandra estaba estática, esperaba una fuerte discusión y tener que ser rebelde para poder salir cosa que no ocurrió.

Para hacer las cosas más interesantes confirmaría su asistencia recién el viernes. Ricardo se lo merecía por no reconocer que él era quien deseaba que estuviera en ese almuerzo.

Ricardo le preguntaba a diario por su respuesta y su respuestas iban desde “olvide hablar con mi madre”, “ella dijo que lo pensaría”, “aun no me da respuesta” y solo veía como la ansiedad crecía en él.

Ella sonreía para sí mismas, llegado el viernes le dijo que si iría y que le diera su dirección

-. No te preocupes – respondió feliz – yo iré a recogerte

-. No es necesario – de solo pensar que debía subirse a una motocicleta el miedo se apoderaba de ella – puedo ir yo sola.

-. Vamos – rio – ya sabes ¿Qué no te pasara nada? Seré cuidadoso

-. De acuerdo – puso los ojos en blanco

-. Pasare por ti a las 11

Sandra eligió un pantalón jean celeste a la cintura, zapatillas negras, un polo blanco de tirantes y una pashmina; haría calor y ese look la mantenía fresca. Su cabello lo sujeto en una coleta.

Su madre le dio dinero, le deseo buena suerte y un beso en la frente (cosa que nunca hacia), si iba a ser así cada que saliera lo haría más a menudo.

Su celular sonó y vio que era Ricardo se asomó a la ventana y vio que él la esperaba en su moto; se despidió de todos y bajo corriendo las escaleras. Al salir vio que él le extendía el un casco de color fucsia, lo tomo y respiro hondo antes de subirse.

-. Tranquila – tomo su mano, ella subió y coloco sus manos en la cintura.

Durante el trayecto freno de manera sorpresiva muchas veces, haciendo que ella lo “abrazara” después de un par de veces ella se dio cuenta que lo hacía a propósito y apostaría lo que sea a que estaba sonriendo.

Cuando llegaron en la sala se encontraban los chefs a quienes ya conocían, y Estrella prima de Ricardo de la cual no dejaba de hablar la consideraba su hermana y mejor amiga.

Había una chica con un cuerpo espectacular y un vestido negro muy corto ceñido al cuerpo (parecía una modelo) que la miraba de pies a cabeza; pero su mirada era de superioridad y de odio o algo así.

Ricardo entrelazó sus manos y la llevo a sentarse junto a él en el mueble; pero ella se soltó para ir a saludar a todos (debía ser educada, no quería que pensaran mal de ella); sin embargo a la desconocida la saludo con un apretón de manos.

Estrella le ofreció una cálida sonrisa, era muy parecida a Ricardo solo que su cabello era castaño y era un poco más baja casi de la misma talla que Sandra.

-. Me da mucho gusto que hayas aceptado venir – Víctor le sonría, Ella sonrió y tomo su lugar al lado de Ricardo y este volvió a unir sus manos

-. Te va a encantar la comida de mi hermano es exquisita, Bienvenida – habló la tía de Ricardo, ella solo sonreía

-. Mi primo ha hablado maravillas de ti – intervino Estrella – y veo que no exageraba. Ella es Lourdes una amiga que viajo conmigo.

-. Mucho gusto y gracias por invitarme

-. No es nada, hora de pasar a la cocina – Víctor ya tenía todo servido había preparado arroz con pato y un vino tinto ya estaba servido en copas, Ricardo no soltó su mano.

Los chefs se sentaron uno encada extremo, y ella junto a Ricardo en el lado derecho mientras Estrella y su amiga al lado izquierda; Lourdes no dejaba de mirarla y ver que defecto podría encontrarle.

El almuerzo estuvo exquisito todo conversaban amenamente, excepto que Lourdes de vez en cuando tenía un comentario desatinado hacia ella, lo cual los demás ignoraban. Se reunieron en la sala con sus copas de vino y “accidentalmente” Lourdes le derramo vino sobre su polo.



#5546 en Novela romántica

En el texto hay: amor, cocina, peleas con la ex

Editado: 11.08.2019

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