Mantuvieron el abrazo por un rato más, Sandra no quería soltarlo se sentía segura estando tan cerca de él, pronto se calmó.
Ricardo acariciaba su espalda en círculos, con cada sollozo su corazón se rompía y su visión ya estaba algo borrosa por las lágrimas que estaba reteniendo.
Ana no había querido hacer un escándalo y había amenazado a Alejandra con echarla de cabeza en la escuela, eso fue suficiente para que ella saliera corriendo.
Daniel había salido con un buen golpe, ni siquiera la miró; pero Ana le dedico una mirada asesina. Entro y mantuvo silencio al ver a su amiga destrozada en brazos de un verdadero hombre que ahora se veía afectado y el dolor se reflejaba en su rostro.
-. Sandra… - era su primo y no estaba segura de que exactamente era lo que él quiso hacerle - ¿Qué pasó? – su mentón temblaba, en realidad temía preguntar.
-. Amiga… - corrió a abrazarla y sus lágrimas otra vez se desbordaron – fue horrible – Ana miró a Ricardo y él solo movía la cabeza.
-. Tranquilízate – acariciaba su espalda
-. No puedo volver a casa – dijo ya más tranquila
-. Oh! Querida te invitaría a quedarte conmigo… - Daniel estaría ahí – pero…
-. Te quedaras conmigo – Ricardo intervino, no permitiría que se quedara cerca de aquel que quiso hacerle daño
-. Pe – pero… - intentaba poder negarse con una idea coherente
-. Es lo mejor amiga – sabía que si llegaba así a su casa, su madre le daría un sermón sin fin
-. Tranquila – tomo su hombro – solo quiero que te sientas segura – asintió con algo de dudas.
Se lavó la cara para tratar de verse mejor. Ricardo le pidió que espera para que le informara a su padre y tía, ella acepto y se quedó con Ana.
-. Amiga – trago saliva estaba muy nerviosa – yo… sospechaba algo – tomo sus manos entre las suyas – Alejandra tiene que ver en esto
-. ¿Como? – sus ojos parecía que iban a salir de sus orbitas - ¿estas segura?
-. Sí, ya aclarare las cosas con mi primo – su cara se tensó – por lo pronto más le vale a Ricardo que te cuide si no quiere que lo maté
-. Tranquila – dijo desde la puerta – solo quiero cuidarla – su mirada era tan tierna. Ana sonrió y le guiño un ojo a ambos.
-. ¿Lista? – La tomo de su mano – les conté la versión corta y algunos detalles los omití
-. Gracias – susurró, él le sonrió
Sandra salió detrás de él tratando de ocultar que su chaqueta no tenía botones de un lado, afuera él le coloco el casco y en unos minutos llegaron a su casa.
-. Toma una ducha, alguno de mis polos hará la función de tu pijama – le entregó una toalla y con su cabeza le indico donde estaba el baño
-. Gracias – tomo las cosas
-. Voy a preparar algo para comer – se giró para bajar a la cocina
-. Espera – tomo su muñeca antes que se gire completamente – espérame aquí y… cocinaremos juntos – sus ojos lo miraban suplicantes
-. De acuerdo – se sentó en su cama, ella asintió y se fue a bañar. Después de algunos minutos ella salió con la toalla alrededor de su cuerpo y descalza.
-. Esta toalla servirá para tu cabello – se la entrego mientras buscaba en sus cajones un polo para que ella pudiera usar, encontró un polo gris con la leyenda “I LIKE YOU” – espero que este te quede un poco grande.
-. Gracias –susurró algo avergonzada – disc…
-. No lo digas – la giró hacia el baño – cámbiate, muero de hambre - ella no dijo nada y entro a cambiarse el polo le quedaba unos centímetro arriba de las rodillas, seco su cabello con la pequeña toalla que él le había dado.
Ricardo no quería que ella se disculpara, él quería hacerla sonreír y que olvidara el mal momento que había pasado.
Debía comportarse, en Lima tal vez toda chica que estaba con él era para tener sexo de una noche y nada más; pero ella era diferente.
Su deseo era protegerla y ya no la veía solo como para tenerla en la cama desnuda, gimiendo su nombre; era extraño sentirse así al parecer si se estaba enamorando.
Sandra salió y le sonrió, se veía hermosa su cabello casi le llegaba a la cintura y aun goteaba.
-. ¿Vamos? – inquirió jugando con sus manos
-. Claro – sonrió, era muy hermosa y a la vez tan frágil - ¿quieres un postre o un plato salado?
-. Lo que tú quieras
-. Eres mi invitada… elige tú
-. Postre… por favor
-. No se diga más – la tomo de la mano y bajaron las escaleras
Prepararon el postre favorito de Ricardo aunque ella no lo sabía; él lo sirvió con helado de chocolate eso la ayudaría a relajarse un poco.
Ella comió en silencio, no sabía que decir; aunque ahora se arrepentía por haber terminado en casa de Ricardo ¿Dónde dormiría? No quería dormir sola ¿y si dormía con él? Su mente la estaba aplastando con tantas preguntas.
-. ¿No te gusta? – él la saco de sus pensamientos
-. Sí, esta delicioso, en verdad
-. ¿Estás tan callada? – se mordió la lengua era obvio que estaba mal con lo que le acababa de suceder “tonto”
-. No es por ti… - puso su mano sobre al de él – es solo… que
-. Tranquila - acaricio su mano – no debí ser imprudente
-. No lo fuiste, tú me salvaste y si tú… - su voz comenzaba a quebrarse – no hubieras llegado yo… él…
-. Lamento no haber llegado antes – sus ojos se pusieron vidriosos, ella se puso de pie y lo abrazó por la espalda, mientras algunas lágrimas mojaban su polo.
-. Debes estar cansada – ella asintió – dormirás en mi cuarto y yo dormiré en el sillón, trae...
-. No te incomodes por mi culpa – lo cortó
-. No te preocupes estarás bien aquí nadie te dañara… acarició sus brazos que seguían a su alrededor
-. La verdad… - bajo el tono de su voz – no quiero dormir sola… tengo miedo – le dijo al oído, Sandra estaba avergonzada lo había soltado y estaba mirando al suelo no era capaz de mirarlo a los ojos
-. No hay problema – tomo su mano y acaricio su mejilla – te acompañare, prometo portarme bien – coloco su mano en su pecho