Amor en la mafia

Obteniendo la verdad

Capítulo 3

Obteniendo la verdad.

—Por favor, hablemos, no necesitas llegar a esto —rogó Leo, pero la adrenalina en mis venas fluía con libertad para ejecutar el plan. Sonreí llena de satisfacción y le hice arrodillarse para acercarme con cuidado, luego antes de que pudiera decir otra cosa golpeé su cabeza con el arma hasta desmayarlo, no tendría mucho tiempo y necesitaba sacarle cierta información, por lo cual até sus manos y pies a una silla en el depósito abandonado donde lo había traído, yo sabía que en ese lugar nadie podría escuchar las cosas que le iba a hacer, por lo tanto, esperé a que recobrara la conciencia para poder continuar.

—Hola bello durmiente, por fin despiertas —saludé con una risa tenue y maliciosa. Él observó a todos lados con los ojos muy abiertos y en ellos podía apreciarse el terror, ese que me hizo recordar al momento cuando lo perdí todo, era irónico que justo fue él quien me habló en ese momento para burlarse de mi terror, cuando suplicaba que no golpearan más al hombre que amaba.

Flashback.

—¡Te lo ruego, no lo mates, por favor, déjalo ir! —grité desesperada mientras se lo llevaban al frente arrastrado apuntando su cabeza con un arma, obviamente eso no iba a funcionar, ya que su fuerza era tres veces más potente que la de dos simples hombres, sin embargo, después de noquearlos e intentar llegar a mí, Rico cambió loa planes y puso el arma en mi cabeza, él sabía cuál era la debilidad de Apolo, y de inmediato se detuvo quedando a merced de su enemigo.

—No la metas en esto, solo deja que se vaya y mátame a mí —pugnó y Rico sonrió de manera sádica, él estaba disfrutando de nuestro sufrimiento, por el simple hecho de que envidiaba nuestra felicidad.

—¡No, no digas eso, yo no me iré de aquí sin ti! —exclamé llena de dolor, pero aquel hombre que nos había atrapado y traicionado, tenía planes distintos.

—Tranquilos chicos, ninguno de ustedes se irá de aquí —contestó haciendo una seña a uno de sus hombres para que se acercara, aunque Apolo quiso oponer resistencia, y yo también intenté moverme para ayudarlos ambos estábamos sometidos por sujetos con armas apuntándonos a la cabeza dispuestos a matarnos sin compasión.

Otros dos tipos lo tomaron de los brazos y Rico antes de ir hacia donde lo ubicaron, justo frente a mí para que yo pudiera apreciar todas las barbaridades que le harían, se dobló un poco y con una expresión de entera satisfacción me miró a los ojos sosteniendo mi barbilla.

—Ahora vas a ver que de haberme elegido, tendrías mejor suerte —confesó e hizo un ademán a Leo para que me siguiera apuntando. Todo estaba en silencio, mis ojos vieron los de Apolo y mientras derramaba lágrimas amargas llenas de dolor profundo, pude leer en sus labios un «Te amo» no pude soportarlo e intenté bajar la mirada para no ser testigo de lo que estaban por hacerle, empero Leo cruelmente me apretó la barbilla irguiendo mi cuello en esa dirección mientras hablaba a mi oído.

—¿Tienes miedo? Ahora mira el espectáculo —dijo a manera de mofa.

Aún era difícil comprender cómo esas personas que juraba lealtad a Apolo, pudieron estar planificando un ataque para asesinarlo, esos mismos que juraban iba a protegerlo eran quienes estaban a punto de terminar con su existencia.

El primer golpe fue con un bate de baseball, Apolo aguantó de rodillas sin caerse, pero al segundo sus manos tocaron el piso y una gran cantidad de sangre brotó de su boca como si fuera agua.

—¡Nooooo! —desgarré mu garganta aturdida por lo que mis ojos veían.

Fin del Flashback.

—¿Tienes miedo? —cuestioné sonriendo y él quedó helado en el sitio.

—¿Alex? —dijo mi nombre porque utilice las palabras exactas que él me había dicho tiempo atrás.

—Vaya, tienes memoria, ahora recordaste —dije en un tono suave.

—Alex, pensé que…

—¿Qué? Que estaba muerta, pues no, aun después de todo lo que me hicieron sigo aquí, ¿O creíste que dejarme en ese basurero después de obligarme a abortar me mataría? —pugné trayendo a memoria ese evento que me había dejado marcada para siempre.

—Alex, yo… De verdad lo siento, solo recibía órdenes no quis… —intentó excusarse y solté una carcajada.

—Oh, vaya, que ahora me siento mejor —expresé con sarcasmo—, Tus disculpas me han devuelto a Apolo y también a mi hijo —continué apretando la mandíbula, porque cada vez que recordaba esos escenarios mi visión se volvía roja y el único deseo que me abordaba era el de venganza.

—Alex, te lo suplicó, tengo una hija —rogó inútilmente.

—Yo también tenía un hijo, ¿recuerdas? —traje a colación. Bajó su cabeza y respiré hondo para iniciar, con un bate de baseball igual que le hicieron a Apolo, yo di el primer golpe en las costillas, Leo no resistió tanto como mi amado quien fue torturado cruelmente, la sangre salió disparada y quedó tambaleante su mirada se notaba perdida, mientras que en palabras ahogadas con su propia sangre él rogaba que lo dejara ir.

—T-te s...upli-c-co —dijo entrecortado.

—No sabía que podías suplicar, pero bueno, qué te parece si hacemos un trato, tú dime donde está Rico y yo te dejaré ir —propuse y en su cara se veía el terror, era una decisión difícil porque no imaginaba que haría ese trato, sin embargo, su desesperación lo hizo flaquear.

—L-lo juras —preguntó y asentí.

—Lo juro, voy a dejarte libre para que te puedas ir, pero antes debes decirme lo que sabes —puse como regla y aunque estaba dudoso su cabeza estaba bastante confundida para procesar bien la información.

—Murió, la última vez que supe, la policía lo había atrapado, hubo un enfrentamiento y él fue impactado por una bala —confesó y todos mis músculos se tensaron, eso no podía ser cierto iba a perder la cabeza si no lograba verlo otra vez para arrancarle la vida con mis propias manos.

—¡Eso no es verdad! —le grité.

—¡Lo juro, es todo lo que sé! —sostuvo y alcé el bate para darle otro golpe, él no me había servido de nada y su confesión era más que inútil, por lo tanto, decidí acabarlo de una vez por todas. ¡Lo juraste! —exclamó y me detuve antes de golpearlo.




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