Prólogo

Por mucho tiempo ellos vivían entre nosotros, ocultos en las sombras, escondiendo su naturaleza, su enfermedad, si bien era cierto que mataban humanos para vivir en épocas de antaño una guerra entre humanos y vampiros se había desatado para anularlos por completo, o al menos eso nos hicieron creer en el tiempo de los reyes, cuando una noche los pueblerinos de Transilvania se levantaron para matarlos a todos, pues habían rumores de que ellos podían tener hijos que eran vampiros mucho más fuertes y llenos de sed por la sangre humana.

Un salvador llamado Liviu Fiore fue quien le dio muerte al rey de los vampiros, librando así de una vez por todas al pueblo de los ataques que se daban cada noche, sin embargo, nada de eso estaba más alejado de la verdad, y los descendientes del rey o los mordidos decidieron escapar lo más lejos posible, haciendo apariciones ocasionales en otros continentes y culturas, como los celtas, los aztecas, los incas, los griegos, los ingleses, los egipcios y los asiáticos como chinos, japoneses y coreanos, mencionando solo a unos pocos de todos los países que estaban invadiendo.

A pesar de ser vistos en muchas culturas, cada uno de los vampiros, en cada país tenían un líder que decidía el destino de los demás vampiros, nuevos o antiguos, ya que cada año la población de vampiros crecía y a pesar de no ser el mismo número que los humanos, la fuerza de estos podía equivaler al doble o triple de un ejército humano. Mordían a otros y atacaban en las sombras a personas que no se cuidaban de la oscuridad, así aparecían al día siguiente muertos o desaparecían por completo.

No fue hasta el año 1945 al terminar la segunda guerra mundial humana que ellos salieron a la luz, declarando que deseaban vivir en armonía con los humanos, sin dañar o declarar guerras, pocos creían en las palabras de los vampiros y reunidos con los presidentes de muchos países debían decidir qué hacer para estar en paz con esta nueva especie de personas. Para el año 1947, los lideres decidieron darle una oportunidad a los vampiros de demostrar que podían vivir junto a los humanos y fue cuando los humanos sacaron su peor lado, la discriminación no se hizo esperar, las mujeres escapaban de los hombres que demostraban tener vampirismo, en otras ocasiones hasta los atacaban entre varios hombres para poder igualar su fuerza y agilidad, los presidentes se vieron obligados a sacar leyes que prohibían atacar a los vampiros, pero como siempre eso no arreglaba nada ni ayudaba a los afectados.

Todo se fue al demonio cuando en 1950 una guerra se desató en Corea y el mundo le dio más atención a ese problema que a la discriminación contra los vampiros, pues además de los problemas políticos que había en dicho país, por debajo de la mesa existía otro, querían prohibir a los vampiros en el norte, mientras que los del sur estaban de acuerdo en dejar que ellos vivieran en paz con su gente humana.

Los demás países también tomaban su ejemplo queriendo separar a sus países entre los que estaban de acuerdo y los que no, y en 1953 cuando la guerra de Corea terminó, comenzaron los verdaderos problemas con el resto del mundo, estaban más separados que nunca y no había nada que los lideres del mundo pudiesen hacer, todo iba de mal en peor cuando en septiembre del mismo año el hijo de un líder vampiro apareció muerto con la cabeza cortada e incinerada junto a un letrero que decía “jamás convivir con monstruos chupasangre”, el dolor e indignación de mucha gente tanto humanos como vampiros se hizo notar y pidieron justicia para aquel joven llamado Carl Fischer, con aquella muerte se desató lo que conocemos como “la guerra de la sangre”, los vampiros empezaron a atacar con más frecuencia a hijos de radicalistas en contra de los vampiros, dejando así en claro que sería “ojo por ojo” y no se quedarían callados ante la muerte de vampiros.

Para 1956 oficialmente los humanos en cada país estaban en guerra contra los vampiros, una verdadera guerra mundial entre dos especies de personas, y por más que las armas de los humanos tenían más y más tecnología que antes, nada podía vencer a la fuerza de los vampiros, eran mucho más fuertes y agiles además de casi inmortales, mientras que una bala o un puñal en el corazón mataba a los humanos, a los vampiros solo se los podía matar arrancándoles la cabeza y quemándolos, eso diezmo aún más a los humanos, en cada país, la derrota del humano fue inminente ante los vampiros, quienes en 1960 tomaron el control del planeta en cada parte del mundo.

Permitieron que exista la democracia para los gobernantes, pero todos ellos eran marionetas de vampiros antiguos y poderosos, sus leyes nuevas empezaron a beneficiar a los vampiros, aunque algunas tenían sentido de existencia, como la que decía que todos los humanos debían donar un poco de sangre cada mes para mantener la paz con los vampiros, solo así se impedían los ataques de estos por las noches, aunque no se evitaban del todo y promovieron una ley que castigaba a los vampiros que mataban humanos por beber sangre, sin embargo, no era suficiente, los humanos eran atacados todas las noches, aunque ya se encontraban muertos ni estaban desaparecidos. ¿Cómo los vampiros impedían matar humanos? ¿Qué hacían para evitar el descontrol de su sed? ¿Por qué los líderes permitían masacres y fiestas de sangre? Los humanos se preguntaban esas cosas, pero no podían hacer nada contra la corrupción que existía entre los mismos humanos que llegaban a puestos altos gracias a los líderes vampiros.

Con el tiempo vivir entre vampiros era lo más normal de la vida cotidiana, en los colegios sobre todo de secundaria era muy común que todos tengan al menos un amigo vampiro entre ellos, cada uno era parte de la vida de un humano, existían mujeres que se enamoraban de ellos, los científicos explicaban estos fenómenos como “el efecto vampiro”, poseían como un brillo, un imán para humanos, te deslumbraban para atraerte, tal y como algunas especies de animales que usan los colores llamativos o cantos para traer a sus presas, solo que a diferencia de los animales, los vampiros parecían no hacerlo a propósito sino como parte de su piel.