Amor en la oscuridad

La inmortalidad

La semana pasó muy rápido, sin nada interesante que ver en la televisión más que noticias de los conflictos entre las dos especies. Prefería prepararme psicológicamente para mi nueva vida, ellos me enseñaban cosas de ellos, como los lugares donde les entregaban el plasma, y por todos los conflictos se habían puesto de acuerdo en enseñarme a pelear.

Un sudor frío me recorrió desde la nuca hasta la punta de los pies cuando desperté esa mañana, con Jung Kook a mi lado como se había vuelto mi costumbre toda esa semana, me acariciaba la cabeza para despertarme o me besaba en los labios con delicadeza. Me dio un tierno beso y abrí los ojos asustada, de repente ya era el día en que me convertiría en un vampiro, la decisión ya estaba tomada, por fin tendría lo que tanto deseaba, pero también me cayó en mente que era una decisión que cambiaría mi vida para siempre, eso intimidaba demasiado.

Un sentimiento aterrador me cubrió el cuerpo, era miedo a lo nuevo, algo que demostraba que aún era muy humana en el fondo, que había vivido como tal por muchos años, aunque no se comparaban con mis años de vampira, los que no podían contar a causa de no recordarlos.

− ¿Estás lista para hoy? −preguntó Jung Kook en mi oreja con cuidado y depositando un beso en la mejilla.

−En realidad estoy nerviosa, es un paso que deseaba demasiado y ahora que lo tengo tan cerca me da mucho miedo que muchas cosas cambien −respondí con sinceridad−. ¿Qué pasará si me vuelvo salvaje y sanguinaria?

−Te cuidaré hasta de ti misma −respondió Jung Kook.

− ¿Y si intento matarte a ti o cualquier amigo que me conozca y sea humano? −insistí con el pulso acelerado.

−No permitiremos que lo hagas, siempre te vigilaremos para evitar un descontrol de tu sed −sonrió dulcemente para aliviar mi corazón de alguna forma−. Nam Joon y Seok Jin te estudiaran para saber qué comportamiento adquieres, eres algo muy nuevo hasta para nosotros, lo más importante que debes saber es que todos los lideres de clanes querrán conocerte.

−Esa idea no me gusta tanto, conocer gente no se me da muy bien, menos tratar de liderarlos con amabilidad −dije un poco asustada con la idea−. Siempre estaría preocupada por hacer las cosas mal, y cuando eres líder tus decisiones pueden afectar a todos los demás.

−Sé que encontrarás el valor de alguna forma, naciste para liderarnos −respondió sin dejar de ser amable−. Mejor arréglate, iremos a mi casa donde podrás esconderte mientras te transformas, además Nam pretende ayudarte con alguna pastilla o calmante que pueda mantener el dolor al mínimo.

¿Dolor? Ahora esa palabra resonaba en mi cabeza como un castigo, haciendo eco en todas partes, que poco se me antojaba sentir dolor en todo el cuerpo, el fuego que describían en los libros de biología de los vampiros siempre había funcionado con los adolescentes que deseaban ser uno de ellos, pero yo siempre había pensado que solo era para asustar. Ya no pensaba así sabiendo que tenía la decisión en mis manos, los vampiros nunca habían tenido la opción, todos eran atacados por uno vampiro sediento.

Él salió de la habitación para que yo me cambiara de ropa, era algo que él hacía siempre, era evidente que trataba de evitar mirarme sin ropa para no dejar que yo lo sedujera a mis planes hormonales, aunque claro, ya no había sentido en evitar algo así, yo pronto tendría la fuerza suficiente para soportar la de él, aún así él se negaba a ceder ante mí. Me puse la ropa que Jung Kook había traído para mí diciendo que era la adecuada para mí, en el fondo era evidente que Adara había escogido ese vestido, era casi salido de un cuento de hadas, con tela tan fina y delicada que volaba a la mínima ventisca que se filtraba por cualquier ventana o puerta, su idea era que al despertar yo luciera como alguien de la realeza, recordarle a todos que yo era como ellos, la ultima monarca pura, y sin duda vestir como los reyes y reinas más conocidos de la historia.

Saqué el vestido de la caja elegante de color vino con cintas doradas, y extendí el vestido en toda la cama. No, no era como el de las princesas victorianas, era como el vestido de una princesa elfa salida de los libros de J.R.R. Tolkien, tenía un color borgoña con detalles plateados muy delicados y lindos, me pregunté por qué había elegido algo así para mí, no se parecía a los libros en nada.

Sin perder más el tiempo me lo puse, hacía ver mi cuerpo más pequeño y delicado, ya era hermosa, pero el vestido me daba una delicadeza tan espectacular que me quedaba fascinada con aquel reflejo tan bonito que me devolvía una sonrisa embobada, me puse unas botas cafés y dejé que mi cabello rizado este suelto a su gusto, el color café de mis ojos se perdía con aquel color de vestido.

Jung Kook tocó la puerta en ese momento, y abrió lentamente, cuando lo miré su rostro no tenía precio, era como si estuviera petrificado ante la belleza del vestido en mi cuerpo.

−Ya pareces una princesa, en realidad te pareces mucho a tu antepasado, la princesa Suiko −dijo Jung Kook mirando el vestido−. Solo te falta la trenza que rodeaba su cabeza como una corona, ella fue asesinada por otro vampiro, celoso de su belleza, la mató porque estaba obsesionado con ella.

− ¿Me parezco a una princesa asesinada? −pregunté un poco indignada−. Eso no es muy halagador, Jung Kook.

−Físicamente eres casi idéntica con ese vestido, la única diferencia es el color y forma de los ojos, y la raza humana a la que pertenecía −respondió él riendo−. Ella era japonesa, amaba a un vampiro coreano, dicen que era el padre o el abuelo de Seok Jin, no estoy muy seguro la verdad. Ella se casó con un vampiro rumano por obligación y tuvieron un hijo que solo heredó el color de cabello de Suiko, evidentemente el vampiro coreano también tuvo que hacer su propia familia −me miró con tristeza−. Pero cuando todos se enteraron de la muerte de la princesa, el coreano se suicido atacando a un pueblo humano que lo partió en pedazos y lo quemaron.




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