Prólogo

—Mamá no quiero volver a clase, por favor te lo ruego ten piedad de tú única hija.

—Carolina de eso nada.

— ¡Pero madre! 

—Basta Carolina ya lo discutimos.

—Bien le diré a mi papá por lo menos el si me escucha.

—No seas insolente ni me hables en ese tono jovencita ya te he dicho, tú padre dejo muy en claro, que no haces amigos por pasarte en tus dichosos libros.

—Madre leer ya que te he dicho que leer sirve para mantener la mente despejada para poder distraerme, y tú y yo sabemos que en un libro se puede aprender más que en el internet, no es mi culpa que los libros me llamen para que habrá las páginas y me pierda en ellos por favor madre— junto mis manos rogándole para que me compre mi dichoso libro porque ya no tengo ya me los leí todos.

—Carolina ya te lo dije, le diré a tú padre que te lo compre  esos libros no te están aportando en nada niña.

—Claro que aprendo madre, ya me leí todos los libros que tengo en mi biblioteca en menos de dos meses he llegado a leer más de cincuenta libros y los acabo en días no vez madre esto me aporta, más de lo que crees en la universidad tendré que leer más de doscientas páginas, no vez que eso sirve para mi intelecto.

—Carolina, lo conversare con tu padre por el amor de ¡Dios niña!, tienes que hacer amigos, le diré a tu padre que te lo compre pero solo un libro Carolina solo uno.

—Está bien madre hare amigos si me compran mi libro hecho.

—Lo pensare, tendré que discutirlo con tu padre.