Prólogo

Cuando ella era niña siempre pensó que algún día llegaría su príncipe azul, quería que fuera tan fuerte como su hermano mayor que era su ídolo, quería que fuera así de alto, y con una sonrisa que iluminaba por donde pasaba.

—¿Qué piensas enana? — Mientras desordena su cabello como siempre hacía.

—En que te extraño mucho y estoy cansada de llorar.

—Tranquila enana, te quiero mucho no lo olvides ya llegará tu tiempo de brillar, algún día tu cantidad de lágrimas serán tu cantidad de alegrías, nunca estas sola, siempre estoy contigo.

No quería despertar, no quería despedirme de él, siento un dolor tan profundo hoy hace un año que me dejo, hoy hace un año que lo mate. Hoy hace un año que vivo un infierno en vida.

…

—Entonces que te dijo la abogada— Mientras le servía la cena a su esposa una hermosa pelirroja con cuerpo de muñeca.

—Que en cualquier momento nos van a llamar para confirmar si fuimos aceptados, míralo es tan lindo con unas mejillas regordetas—Maurico se sento a su lado tomando la mano de su esposa.

—Perdóname por no poder haberte dado hijos, por más que quise no se pudo. Tú merecías ser madre — Inclinado un poco el rostro.

—Tranquilo cariño, igual seré madre, este hermoso niño de ojos verdes y cabello negro con mejillas súper apachurrables, nos está esperando, Mauricio yo te amo y lo importante es que estamos juntos a punto de ser una familia como siempre soñamos.

—La vida me premio con una mujer como tú, nunca terminaré da agradecer a los cielos el habernos unidos.

—Mi chico de las fotos.

—Mi cosa bonita.

NARRA VERONICA

Cuando lo conocí me dije a mi misma se ve tierno cuando sonríe, sabía que era una travesura de chiquillo, pero no me importo y fui yo quien lo invito a salir, tenía miedo sí, pero sabía que mi vida no era eterna, que tal vez algún día tuviera el mismo destino que mis padres una muerte súbita y absurda, mi corazón me decía es él, no fue difícil enamorarme de sus ocurrencias, de su paciencia para mis manías, era dulce, amable, amaba el concepto de familia tanto como yo, aunque fue una locura nos casamos seis meses después, es que cada noche era más difícil alejarse uno del otro, por eso nos casamos una tarde de otoño en el mismo parque donde nos conocidos.

Fueron años de sacrificios, de apoyo muto el cómo contador en una firma pequeña y yo con mis fotografías, aunque disfrutamos el tiempo solos, el tiempo amándonos, siempre sentí que algo me faltaba que algo nos completaría, estuvimos unos años intentando darle eso especial que quería para nosotros, pero la vida no lo quiso, la vida nos puso la verdadera prueba, era difícil tener hijos juntos, podía haberlo dejado y marcharme para cumplir ese sueño, pero no podía era con él o con nadie por eso me presente en ese orfanato, aunque no se lo dije a amado esposo conocí a una chiquilla que lloraba desconsolada el padre de su bebé había muerto y ella quería dar a su hijo en adopción apenas naciera, sentí compasión de ella y sobre todo sentí una señal cuando ese pequeño dentro de ella pateaba con férrea ganas de vivir. Cuando el pequeño nació, sus ojos verdes y cabello negro me impactaron, me llegaron al más hondo del alma y dije es mi hijo, el proceso fue complicado y complejo, pero la carta de Amaia era algo que me ayudaba, solo faltaba la resolución final, pero estaba segura de que ese pequeño pesado de cielo sería mi hijo, nuestro hijo.

La vida es muchas veces un drama y nos da la lección inolvidable, yo siempre lo supe, pero por amor quise creer que nunca me sucedería, mis ojos están a punto de cerrarse para siempre, solo espero que él sea feliz, siento mucho frío, pero sus brazos sujetándome me quieren dar calor y no quiere que me vaya a lo lejos veo a una mujer llorando, siento que también está sufriendo, aunque no sé por qué.

—Siempre te voy a amar, sé feliz hazlo por mí— Se lo dije, porque él se lo merecía y sabía que nuestro pequeño Lucas merecía que él lo fuera, sabía que sería difícil y duro, pero él saldrá de esta y yo los estaré cuidando desde el más allá.