UNA SEMANA DESPUÉS
—Ya levántate de una vez, tienes que buscar empleo y no me importa donde tengas que ir, estos son dólares para el autobús, necesitamos que muevas ese trasero tuyo fuera de aquí— Mientras le arrojaba agua al rostro a duras penas se levantó de ese viejo colchón que tenía en el ático, junto a los viejos baldes que hacían de retrete.
—Ya voy papá— Se levantó fue hacia uno de los baldes se lavó la cara y el cuerpo, arreglo su cabello lo más que pudo—Quisiera tanto saber lo que es una ducha de agua caliente o ropa nueva.
Se peinó, se miró a un espejo roto y viejo que tenía en una cómoda que a justas tenía dos cajones en un buen estado, tomo los billetes y los metió dentro un pequeño morral que ella misma había tejido hace un tiempo de color verde olivo con pequeños triángulos rojos con puntos negros como pequeñas sandias. Cuando salía de su casa pudo ver a su padre y su madre con música alta y bebiendo cerveza, mientras veían un partido de futbol americano, pudo ver unos trozos de pizza en la mesa, su estómago hacía ruidos extraños, pero se contuvo si lo hacía sería regañada y se ganaría algún golpe, tenía esos billetes así que tal vez caminaría un rato si con eso conseguía calmar su hambre ayer no había comido y como tomaba medicinas hacían estragos en ella.
Una hora después ya tenía el perdidos bajo su brazo con algunos clasificados marcados en especial los que no podían estudio completos o experiencia previa, desgraciadamente tuvo que dejar la escuela un año antes de graduarse, puesto que su madre tuvo un accidente y eso le imposibilito caminar con normalidad obligándola a ella a trabajar en lo que sea, con su hermano muerto no había más quien ayudara en casa, su padre era un caso perdido si ganaba algo de dinero era solo para sus bebidas y vicios unos que lo habían llevado a pasar una temporada en presión.
—Sí, pero la salida es a medianoche así que tendrías que vivir cerca de la zona — Le respondió el dueño de una cafetería a la que había acudido pensando que tal vez podía ser contratada, pero con esa respuesta era como decirle un no rotundo, con ese mísero salario no podría pagar algún cuarto de mala muerte y dejar dinero en su casa, así que era descartado, siguió caminando un poco lamentándose de su suerte sin tan solo su hermano siguiera con vida, su vida no sería tan miserable no tendría que sufrir como lo hacía, no tendría que vivir en zozobra constante por causa de sus padres.
—Si siguiera conmigo Santi todo sería tan distinto ¿Por qué lo hiciste? — Su estómago empezó a hacer ruidos ya era pasado medio día, tomo una de los billetes y compro un emparedado sencillo con eso sería suficiente para saciar su hambre por lo menos por ahora. Cuando se acercó a una banca cerca de un parque donde algunos niños jugaban, decidió sentarse a lado de un hombre que paseaba una carriola no lo pudo ver bien porque estaba de espalda mirando hacia el pequeño lago.
Unos lindos ojos verdes la empezaron a observan más bien a su bolso que le llamaba su atención, ella no pudo evitar enternecerse con el pequeño que no pasaba seguramente de los cinco o seis meses, unos cachetes regordetes y rosados, con una sonrisa que la derritió por completo, sus pequeños balbuceos junto con esa pequeña mano que se estiraba a su dirección.
—Hola pequeñín precioso, que lindos ojos tienes— Cuando el hombre giro el rostro al oírla, ambos se quedaron viendo como si se reconocieran.
—La conozco ¿Verdad? Su rostro se me hace conocido — Su voz era apagada, su rostro notaba largas noches sin dormir, manchas negras bajo sus ojos, no se veía bien definitivamente, eso hizo que su corazón se encogiera lo reconocía perfectamente, era el hombre que lloraba por su esposa a punto de morir, eso hizo que se diera cuenta de que entonces si había muerto. Sintió pena una mujer tan joven con un hombre que la amaba, y un pequeño bebé, era una pena que personas que tenían todo para seguir viviendo no lo hicieran.
>>Del accidente y el hospital, hace un poco más de una semana, disculpe que le pregunte esto, pero su esposa ella—Guardo silencio por unos segundos por miedo a ser imprudente con su pregunta.
—Duele decir que lo que está pensando es cierto, ella ya no está con nosotros— Su tono apagado, su tono de lamento como si le costará decirlo en voz alta, lo comprendía después de todo habían pasado solo días desde que enterró a esposa.
—Lo siento mucho, pero se notaba que lo amaba mucho, llegue a verlo en los ojos de ella, le dejo un hermoso niño y eso es algo que nadie le podrá quitar.
Si claro un niño que no era de ella ni de él, pero si era lo que ella tanto deseaba, aquello que había sido su motor y motivo en los últimos meses aún recordaba como sucedió todo cinco días atrás
—¡Que no quiero ver a nadie! — Cuando abrió la puerta de su casa luego de haber sacado a su familia de ahí, es que necesitaba estar solo llorando por sus recuerdos al lado de la mujer que amaba, cuando en su puerta apareció una mujer vestida de traje con un pequeño de ojos verdes que lo miraba de una manera tan dulce y tierna que lo reconoció de inmediato.