¿Nana? Pensaba Sofía, carecía de experiencia había tenido muchos empleos, pero cuidar a un pequeño nunca, pero la idea de regresar a casa y padecer el castigo de su padre por no haber obtenido un empleo era mucho para su ya lastimado cuerpo, aún estaba adolorido por el accidente, un golpe más, una humillación más podría llevarla a la locura o tal vez algo peor, ¿Cómo decírselo a su padre? Seguramente no le gustaría que ella empezara a vivir con un hombre así sea como la nana de su hijo, pero si le daba un buen dinero sin dar tantos detalles entonces no protestaría, nunca le había mentido, el miedo que le tenía se lo impedía, pero algo dentro de ella la orillaba a querer respirar, a querer por un momento zafarse de su yugo, vivir lejos de este, le daría paz a su alma y su cuerpo.
—Espero que no le moleste que no tenga mucha experiencia con niños, pero con este pequeño sería imposible no estar feliz de cuidarlo. —Mientras el pequeño Lucas solo sonreía y dejaba caer algo de salvia sobre el dedo de Sofía, quien vio un pequeño trapo para poder limpiarlo rápidamente al igual que su quijada, Mauricio solo observaba, esa pequeña interacción era otra señal que estaba haciendo lo correcto.
—No parece en realidad, solo míralo como está feliz que lo limpies, a mí me causa mucho trabajo hasta algo tan pequeño, solo le falta decirme NO PAPÁ.
Ambos sonrieron y como si supiera que hablaban de él, Lucas los observaba atentamente con esos hermosos ojos verdes que hipnotizaban a quien lo viera.
—¿Puedo cargarlo? —Queriendo saciar esas cosquillas que sentía en las palmas de las manos, por tenerlo aún más cerca. El acepto con el mentón, a lo que ella no pudo tardo en tomarlo en sus brazos y sentir ese aroma característico, ese que podría calmar hasta una bestia, el pequeño jugaba con su cabello mientras ella lo sostenía una mano en la espalda pegándolo a su pecho y con la otra jugaba con la punta de su nariz.
>>Estoy casi segura que cuando crezcas serás un bom bom y muchas chicas bonitas estarán detrás de ti—Le hizo algunas cosquillas a lo que el pequeñín respondió con risas.
—Si te das cuenta pasaste la prueba más difícil—Por un instante la sonrisa de Mauricio hizo acelerar su corazón, sumado a los rayos de sol que caían sobre su rostro, eran algunas cosas raras que empezaba a sentir, pero decidió pasarlo por alto e interpretarlo como agradecimiento.
Horas después ella estaba en su casa, tenía que hablar con su padre sobre su nuevo empleo, no podía simplemente hacer una llamada además que en casa no había teléfonos y cuando se trataba de ella nunca contestaban los móviles.
—Entonces te van a pagar todos los fines de semana, esa cantidad es justa siendo una don nadie sin experiencia. Diles que lo depositen directamente a mi cuenta, así no tengo que verte la cara los fines de semana, pides que en tus días libres también trabajes así te pagan más y mejor para nosotros. —Fue lo que le dijo mientras fumaba un habano.
—Si papá lo entiendo, pero este yo voy a necesitar algo de dinero para mi aseo personal, voy a atender al público y necesito estar presentable o intentarlo—Respondía ella con algo de temor, cuando fue a la ciudad pude ver tantas muchachas bonitas, con cabellos brillantes, lindos vestidos, ropa limpia y sin remaches, sentía tanta envidia que le dio valor para poder tener algo por lo menos para ella.
—Eres una muchacha estúpida, no necesitas nada de eso, ni bañándote en con perfume podrás sacar el asco que eres, solo mírate, no eres más que un desperdicio de ser humano, una muchacha sin gracia, solo das asco, pero no pasara de unos cuantos billetes, así que has lo que quieras con tal de no verte la cara haré ese sacrificio para que no digas que tu padre es un inhumano.
Mientras ella agarraba valor para no llorar ahí mismo y darle el gusto o placer que les daba verla sufrir, Mauricio tenía una fuerte discusión con su familia quienes no aprobaban una locura como esa, no entendía cómo podía dejar a su hijo con una extraña y no con ellos que eran su familia.
—Como no es tu hijo no entiendes claramente el riesgo que corre el pequeño, no sé qué tienes en la cabeza—Ese era el verdadero motivo porque no lo dejaba con ellos, o porque trataba de estar lo más lejos posible cuando estaba con su hijo en brazos justo como en ese momento, ya que todos tanto su madre, su hermana y cuñada había ido a verlo sabiendo que en unos días tenía que regresar a trabar y querían que lo dejaran con ellos, cada vez que estaban cerca no perdían la oportunidad de recordarle que él no era sangre de su sangre, que no sabría cómo cuidarlo, eso era algo que no le agradaba, cuando estaba solo con él, sentía que eran una familia, que era solo el pequeño y él, pero ahora sentía todo menos eso, pero tampoco iba a dejar que mangonearan en su vida, aún sentía el duelo de haber perdido al amor de su vida, aún sentía ese golpe de estar sin ella, pero eso no le hacía perder noción de la realidad
—Les agradezco la preocupación, pero yo decido que es lo mejor para mi hijo, él es mi HIJO lleva mi apellido y con eso basta para yo decida sobre él, le pido con la mayor paciencia del mundo que se retiren, no me gusta que quieran ingerir en las decisiones respecto a Lucas—Tratando de respirar profundo para no explotar como realmente quisiera, no quería darle ese ejemplo a Lucas era algo que había logrado hablar con Verónica quien soñaba con darle el mejor ejemplo a su pequeño.