Mauricio No podía evitar fijarse en algo particular, solo tenía tres mudas de ropa, una que traía puesta aquel día, la que termino en el suelo y también empapada, y la que ahorita traía puesto, había pasado una semana, era inevitable no fijarse sumado al hecho que se veía gastada y algo desaliñada, no hacían juego con facciones o sonrisa como cuando estaba con Lucas, pero no sabía cómo abordarla al respecto, temía no tener el tacto que se necesitaba era algo que Verónica siempre se lo decía, de solo pensar un segundo en su querida esposa era como si alguien presionara el puñal que tenía clavado en el corazón y lo hundiera aún más.
—¿Te encuentras bien? —Aunque le había costado, le había pedido que lo tutee porque se sentía como viejo amargado cuando lo hacía, ella aceptó no muy gustosa, porque ni a sus padres tuteaba en ese caso sabía las consecuencias, pero con Mauricio era diferente, una sensación totalmente de otro mundo al que ella conocía.
—Estoy bien gracias por la preocupación, acabo de recordar que Lucas necesita algunas cosas, como mañana regreso al estudio donde trabajo, necesitaré comprarle lo que va a necesitar, por lo que deberíamos hacer unas compras para que no tengas problema cuando no este. —Le sonrió tratando de darle confianza, en los pocos días que trabajara para él, se había dado cuenta de que no le gustaba salir de casa y cada cosa pequeña que sucedía en casa, como el agua hirviendo en la jarra eléctrica que primero le asusto luego le causa gracia y la estudiaba como una niña pequeña con todo y su curiosidad, también estaba en el control de las cámaras de seguridad.
—¿Es un juego de espías? Alguna vez vi una en la casa de un vecino, le habían robado la bicicleta del patio delantero—Se había dado cuenta de que a veces Sofía contaba ciertas anécdotas con la emoción de una niña, una que a veces las cosas sencillas parecen algo realmente extraordinario era el brillo en sus ojos, era los gestos que hacía con las manos, como entrecerraba los ojos como recordando cada detalle.
—No precisamente, pero por algo por el estilo, por razones de seguridad —Sin mencionar que tampoco confiaba cien por ciento, eso se daría con el tiempo pensaba.
—Está bien, yo me quedo con Lucas, estoy enseñándole a ver las letras, es un niño muy inteligente seguro aprende a leer dentro de poco—Mauricio sonrió, su pequeño solo tenía seis meses y le parecía gracioso la manera en que ella lo decía con tanta emoción. Como una madre ante un logo de un hijo.
—Quiero que vayas conmigo, como voy a estar fuera de casa por trabajo, necesitas un móvil y antes que digas algo, también algo de ropa —Ella empezaba a sudar al instante en que imagino que podría descontarle, se supone que ella le había dicho a su padre que le daría cierta cantidad de dinero, ya imaginaba la cara de su padre, sus gritos, sus golpes por semejante insolencia, no sabía a donde mirar algo que el hombre delante de ella. Tal vez tenía muchas necesidades por lo que cuál prosiguió antes que ella empezara a temblar—No te preocupes no te voy a descontar nada, tómalo como gasto de instalación, haces muchas cosas que no deberías y aunque te he dicho que no lo hagas no haces mucho caso que digamos.
Sonriendo para poder calmarla, no quería verla triste, era una buena chica que no merecía pasar penurias, cuando la tenía cerca sentía un sentimiento de protección esto él lo asociaba a esa necesidad de proteger a una mujer desprotegida.
—Lo siento mucho, es que cuando el pequeño duerme o está entretenido no me gusta quedarme de brazos cruzados además no la pereza nunca es buena mata el alma y envenena— Casi termina escupiendo el agua que había tomado, ella primero se asustó y le acaricio la espalda haciendo que Mauricio siente un pequeño escalofrío extraño al cual no le quiso prestar atención
—¿Eso fue un chiste o lo hiciste a propósito? —Ella no entendía, el semblante de su rostro lo decía todo, no era consciente de su error, eso la hacía ver aún más tierna—Olvídalo, así que una hora nos vamos, mientras yo cambio a Lucas.
…
Efectivamente, una hora después estaban en un conocido centro comercial, donde encontraban todo lo que necesitaban, en una misma tienda hasta la ropa de Sofía, que al principio se incomodaba, pero luego de darse cuenta de que de verdad desentonaba con el resto de mujeres a su alrededor, las miradas podrían haberla amilanado, pero, al contrario, era como si fuera un impulso y tomo unas camisetas muy parecidas a la de una mujer que paso al lado, al igual que unos pantaloncillos cómodos como la de la mujer en el área de caja, no sabía cómo vestir solo copiaba lo que estaba a su alrededor.
—Creo que compro muchas cosas, con dos mudas hubieran sido suficiente, además de otras cosas que ya es mucho—Tratando de sacar la cuenta con las manos de cada cosa que era pasada por la máquina registradora, eran más ceros en la cuenta de lo que ella había visto alguna vez.
—Dejo esto en el auto y vamos a cenar, muero de hambre y creo que este hermoso niño también ¿Verdad Lucas? —Sofía seguían sin creer que pudiera tener tanta ropa para ella sola, eran unas cuatro bolsas solo con su ropa y otras cuatro con cosas de Lucas y comida, quería decir algo, pero lo veía tan risueño con el pequeñín que no tenía cara para interrumpirlo. De un momento a otro Lucas empezó a llorar mientras Mauricio lo tenía cargado, ella se acercó para ver qué pasaba, ella veía su barriga mientras su padre revisaba si tenía cuando oyeron una voz aguda y demandante.