El día en que casi muero gracias a Él, el clima está muy agradable: soleado y nublado al mismo tiempo, el clima perfecto para pasar el día en el bosque. Me imaginé acostada sobre agujas de pino, rodeada de troncos con musgo como el que se utiliza para adornar el árbol de navidad, escuchando el sonido de los pájaros, las hojas, el agua del arroyo… disfrutando de la naturaleza.
Mi madre hizo su especialidad: me saco de mis pensamientos al entrar en mi habitación; al verme dentro de la cama abrió tanto los ojos que parecía que se le iban a salir, siempre hace eso cuando ve algo que no quiere ver y a mí me causa mucha risa.
-Deja de reírte jovencita, ¿no ves la hora que es? Ya es tardísimo y tú en vez de estar arreglándote para la escuela sigues durmiendo- me dijo de brazos cruzados mirándome desaprobatoriamente mientras me reía.
-Tranquila, apenas son 7:30- le contesté mirando el reloj en forma de búho que tengo en mi mesita de noche-. Siempre exageras todo mamá y además no estaba dormida cuando entraste.
-¿A no? Entonces, ¿por qué no contestaste cuando toqué la puerta?- preguntó recargándose en el marco de ésta y alzando una ceja.
-¿Tocaste la puerta?- fruncí el ceño -no te oí. Es que estaba imaginando como me gustaría pasar el día con este clima tan rico.
-Sí- me dijo dudosa con los ojos entornados -como sea, ya levántate y arréglate, mientras te preparo el desayuno. ¿Okay?
-Okay, en un segundo salgo- le dije sentándome y acomodando la silla para poder salir de la cama.
-¿Quieres qué te ayude?- oía la preocupación en su voz.
Modula tu voz y piensa antes de contestarle o vas a herir sus sentimientos.
-No gracias, yo puedo- le contesté con una sonrisa.
Detesto que mamá tenga que preocuparse extra por mí, no me gusta ser una carga para las personas y mucho menos para ella. Me fastidia que todos crean que no puedo hacer nada por mí misma. Estoy en silla de ruedas, no soy inútil. Claro que no puedo hacer todo, pero sí necesito ayuda la pido. Y sé que la mayoría lo hacen con buena intención y no para hacerme sentir mal pero simplemente no me gusta, y en ese entonces muchísimo menos.
Mamá entendió que me gusta ser independiente hace un par de años, pero a veces no puede evitar ofrecerme ayuda, y la entiendo, es mi mamá y como toda madre quiere lo mejor para mí.
Sin embargo en la escuela es otro caso, los profesores quieren hacer todo por mí y eso en verdad me molesta, siento horrible que me digan todo el tiempo puedes o te ayudamos; y como dije anteriormente, sé que lo hacen con intención de ayudarme pero no me gusta, y eso es algo que la mayoría de las personas no logra entender.
Además el que los profesores fueran más atentos conmigo me traía más problemas sociales de los que ya tenía. Había –y sigue habiendo- quienes creían que era la consentida y que sacaba buenas notas solo por lástima. Eso era lo que más me molestaba.
Treinta minutos después estuve lista. Es un tiempo record tomando en cuenta que subirse los jeans sin poder pararse es algo complicado, además siempre me tomo mi tiempo para peinarme. Oh sí, mi cabello es sagrado y me encanta peinarlo de mil maneras; muy rara vez estoy con el cabello suelto.
En el comedor encontré mi desayuno listo y justo cuando me acomode para empezar a comerlo, Allison tocó la bocina de su auto y entró gritando –¡Vámonos niña, ya es tarde!
-Pero aun no acabo de desayunar- le reproché.
-Ese no es mi problema, ya es tarde y sabes que me gusta llegar temprano.
Ja, esa ni tú te la crees.
-¿Qué? Desd…
-Solo tráete tu desayuno y te lo terminas en el camino- me ordenó interrumpiéndome.
-De acuerdo- dije haciendo un ademan militar-. Nos vemos en la tarde ma- grité al cerrar la puerta.
-¿Lista?- me preguntó Alli al encender el auto después de haber subido mi silla en la cajuela.
-Lista, pero ¿qué te sucede?, ¿por qué tanta prisa?- la cuestioné mientras le daba un mordisco a mí manzana, lo único que pude agarrar de mi desayuno.
-Ayer llegó Dylan y hoy inicia la escuela nuevamente así que quiero llegar súper temprano para ser la primera en saludarlo cuando llegue- estaba emocionada, muy emocionada.
¿Y?
-¿Dylan? ¿Quién es ese?- me hice la mensa.
-¿Qué?- volteó a verme completamente sin poder creerlo -¿No te acuerdas de Dylan? Pero si e…
Atacada de risa le dije -Ya tranquila, si me acuerdo de él, solo quería ver tu reacción.
-Ja ja, que graciosa amaneciste hoy Diann- me dijo con fingida molestia.
-Ya, ya, tranquila; pero ¿por qué quieres ser la primera en verlo?
-Pues… porque… no lo sé- balbuceó.
-¿Okay? Estas demasiado emocionada.
-¡Sí! Y adivina qué…- no me dio tiempo para decir que –su casillero sigue siendo el que está al lado del mío.
-¿Enserio?
-¡Sí! Ayer le pregunte a la mamá de Kate y me dijo que Dylan iba a seguir usando el mismo casillero.