Amor en Ruedas

Capítulo IX

No me apetecía nada ir a la escuela, estaba agobiada, cansada, confundida… en pocas palabras, deprimida. No era la primera vez que me deprimía, pero si la primera en mucho, mucho tiempo. Antes de conocer a Alli vivía prácticamente deprimida; normalmente todo el tiempo estaba sola, dentro de una burbuja invisible difícil de traspasar que me había creado yo misma, por temor a ser lastimada -de distintas formas- por los demás; era como un caparazón en el que me sentía segura- o al menos sentía algo parecido a seguridad- estando sola todo el tiempo y manteniendo mi distancia con el resto del mundo.

Lo sé, era una cobarde; pero es que todo en mi vida me parecía incorrecto. La mayor parte del tiempo me la pasaba preguntándome el porqué de mi enfermedad, porqué tenía que ser yo la enferma, porqué tenía que ser una carga para mamá, con qué fin había yo venido al mundo, para qué si era una completa inútil que jamás sería totalmente independiente y que nunca podría hacer todo lo que la gente normal; que no podría lucir unos tacones y sentirse alta, que nunca sabría que se siente caminar, que jamás luciría sus piernas en un vestido corto, que nunca se iba a ver totalmente bonita aunque usara todo el maquillaje del mundo o las ropas más sexys y tuviera un cuerpo escultural, que lo más probable es que nunca fuera amada y por tanto nunca sabría que se siente tener novio, el primer beso, el primer amor o el amor verdadero, que nunca se casaría ni tendría familia, que simple y sencillamente era un estorbo para la humanidad.

Tenía la autoestima más abajo del suelo, y Alli fue como un ángel cuando llegó a mi vida. Gracias a ella cambie bastante; su personalidad tan extrovertida y salvaje me hizo más social, no tanto como ella, pero al menos ya entablaba pequeñas conversaciones con los demás. Ella me logró sacarme de mi burbuja y me enseñó que el mundo exterior no era tan malo y que yo tenía que aprender a enfrentarlo porque no iba a poder pasar el resto de mi vida escondiéndome de los demás. No cambió mi forma de ver mi vida porque aún sigo haciéndome varias de esas preguntas y las seguiré haciendo tal vez para el resto de mi vida, pero si me ayudó a enterrarlas un poco y a tratar de vivir lo más normal posible. Desde que la conocí ya no estaba sola todo el tiempo; ella siempre estaba conmigo para apoyarme en todo, así como yo estaba para ella.

En esta ocasión mi depresión no era tan grave como en ese entonces, simplemente sentía que una parte de mí me había sido arrebatada, y no quería enfrentarme de nuevo a la situación de estar completamente sola en la escuela. Ya podía imaginarme las burlas que me haría Kate al verme sola de nuevo. No iba a ser lo mismo sin Alli; pero era demasiado orgullosa para pedirle disculpas, además ella había empezado todo.

-Diann, ya estas lista, se nos hace tarde- gritó mi madre rompiendo mi burbuja de pensamientos.

Suspiré para poder tomar el valor necesario y salí de mi habitación. Mamá también salió corriendo de su cuarto con el bolso, el maletín y el saco en las manos, paso a un lado de mí y fue a la cochera. Yo salí de la casa por la puerta principal, eché llave y me subí al auto, obviamente con ayuda de mamá.

-No sé qué es lo que pasó- dijo mamá, rompiendo el silencio a mitad de camino hacia la escuela, –pero creo que todo se pude arreglar con el diálogo- suspiré y me volteé hacia la ventana-. Okay, no le hagas caso a tu arcaica madre…

-No es tan simple ma.

-Yo no dije que fuera fácil, solo dije que todo tiene solución- volví a suspirar-. Solo piénsalo ¿quieres? Su amistad es muy fuerte y puede superar cualquier tipo de pruebas.

Asentí y no dijo nada más el resto del camino. Llegamos al estacionamiento de la escuela y me ayudó a bajar, subió de nuevo al auto y antes de marcharse me llamó:

–Diann- volteé hacia ella, –solo piénsalo- asentí con la cabeza y continué mi camino hacia el interior de la escuela.

Todo parecía normal, cada quien estaba en su mundo y ni se percataron de mi solitaria llegada como siempre. Fui a mi casillero y no vi a Alli por ningún lado. Tomé mis cosas y fui al aula de matemáticas.

Las bancas estaban como siempre, con la mía sin silla en la entrada hasta el fondo y al lado Allison, que ya estaba sentada. Me acomodé en mi espacio y tomamos la clase tranquilamente, sin dirigirnos la palabra ni una sola vez. Era ciertamente algo incómodo, pero no había nada que hacer, la decisión ya se había tomado.

Al finalizar la clase Alli recogió sus cosas rápidamente y fue de las primeras en salir. Yo en cambio, me tomé mi tiempo y esperé como siempre a que todos salieran para poder salir yo sin ningún problema. Al salir, Kate me detuvo al lado de la puerta:




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