En la prestigiosa academia St. Claire, el sonido del timbre matutino no solo marcaba el inicio de las clases, sino también el comienzo de una carrera silenciosa por ver quién podía impresionar más. El vestíbulo, con sus imponentes columnas de mármol y techos artesonados, era un hervidero de actividad. Liam, con su uniforme impecablemente remendado y una mochila que parecía haber sobrevivido más guerras que él, caminaba con la confianza de quien ha dominado el arte de parecer invencible.
Liam murmuró para sí mismo – Otro día, otra oportunidad para aparentar que sé lo que estoy haciendo.
Sus pasos resonaban en el suelo de mármol, mezclándose con el murmullo de conversaciones y el sonido de casilleros que se cerraban de golpe. A su lado, su mejor amigo Max, un chico de cabello rizado y sonrisa perpetua, le dio una palmadita en la espalda.
Max – Vamos, Liam, hoy es el día en que finalmente vamos a sorprender a todos. O al menos, a no hacer el ridículo.
Liam, sonriendo – Max, si por cada vez que dijeras eso me dieran un dólar, ya tendría suficiente para cambiar esta mochila.
Max – ¡Oye! Esa mochila tiene más personalidad que la mitad de los estudiantes aquí.
El vestíbulo principal, siempre lleno de estudiantes que simulaban estar ocupados con sus tareas, era el escenario perfecto para las primeras demostraciones de poder del día. Las luces de araña colgaban del techo, proyectando destellos sobre los estudiantes que pasaban bajo ellas. Los enormes ventanales dejaban entrar la luz del sol, iluminando los intrincados detalles de las paredes cubiertas con retratos de exalumnos famosos.
Liam no podía evitar notar a Bella, con su atuendo de diseñadores que solo podían pronunciar los ricos y famosos, haciendo su entrada triunfal por las majestuosas puertas de madera tallada. A su lado, su mejor amiga Emma, una chica con una actitud desafiante y un sentido de la moda impecable, la acompañaba.
Bella, pensando para sí misma – "Solo tengo que sonreír y fingir que todo está bien. ¿Cuántas veces he escuchado eso en casa?"
Alisó su falda de diseñador mientras sus tacones resonaban en el mármol. Mientras los demás estudiantes se dispersaban como hormigas, Liam y Bella se cruzaron en el centro del vestíbulo, justo bajo la imponente estatua del fundador de la academia. La tensión era palpable, no solo por su rivalidad académica, sino porque ambos eran maestros en ocultar sus verdaderos sentimientos.
Liam – ¡Vaya, Bella! Tu perfume es tan caro que probablemente podría pagar mi alquiler por un mes.
Bella, sonriendo con sarcasmo – Al menos yo no tengo que usar cinta adhesiva para mantener mi mochila unida.
Emma, con una sonrisa traviesa – Cuidado, Liam, no te vayas a pegar a Bella.
Max, riendo – Creo que ya es demasiado tarde para eso.
Liam estaba a punto de responder cuando, de repente, una tarta de manzana voladora salió disparada de la cafetería y aterrizó en medio de ellos, esparciendo trozos de manzana y crema por todas partes. Los estudiantes cercanos estallaron en risas mientras la crema salpicaba los relucientes azulejos de las paredes.
Bella, limpiándose la cara con dignidad – Supongo que así es como la academia da la bienvenida a sus estudiantes estrella.
Liam, riendo – Bueno, al menos tenemos algo en común ahora: ambos estamos cubiertos de tarta.
Max, tratando de contener la risa – Creo que es la primera vez que un postre tiene mejor puntería que el equipo de fútbol de St. Claire.
Liam – Definitivamente. Tal vez deberíamos reclutar a la tarta para el próximo partido.
Max, secándose las lágrimas de risa – Vamos, Liam, tenemos que cambiarnos antes de que empiecen las clases. No quiero ir a Historia con olor a manzana.
Liam asintió y, junto con Max, se dirigió a los vestuarios. Mientras caminaban, Max no pudo evitar burlarse un poco más de su amigo.
Max – Tal vez debería llevar un casco a la cafetería a partir de ahora. No quiero que otra tarta asesina me ataque.
Liam, sonriendo – Buena idea. Y también deberíamos llevar chalecos antibalas, por si acaso.
Llegaron a los vestuarios y se apresuraron a cambiarse. Liam se miró en el espejo, notando las manchas de tarta que aún quedaban en su cabello. Suspiró, pero no pudo evitar reírse de la situación.
Liam – Espero que este día mejore.
Max – Tranquilo, amigo. Después de esto, solo puede mejorar.
Mientras tanto, en el vestíbulo, Bella y Emma estaban tratando de limpiarse las manchas de tarta. Bella, todavía molesta por el incidente, no pudo evitar quejarse.
Bella – No puedo creer que esto haya sucedido. ¡Es una vergüenza!
Emma, intentando consolarla – Vamos, Bella, no es el fin del mundo. Además, ahora tenemos una excusa para ir de compras después de clases. Necesitas un nuevo conjunto.
Bella, suspirando – Tienes razón. Pero aún así, no puedo soportar que Liam se haya salido con la suya. Ese chico siempre sabe cómo arruinar mi día.
Emma – Bueno, tal vez esta sea una oportunidad para devolverle el favor. ¿Qué dices?
Bella, esbozando una sonrisa traviesa – Me gusta cómo piensas. Tal vez sea hora de planear una pequeña venganza.
En el aula de Historia, los estudiantes comenzaron a tomar asiento mientras el profesor, el severo y anciano señor Jenkins, preparaba su lección. Las paredes estaban adornadas con mapas antiguos y cuadros de figuras históricas, y el aroma a papel viejo llenaba el aire. Liam y Max entraron apenas a tiempo, con sus uniformes recién cambiados. Bella y Emma ya estaban sentadas en sus lugares habituales, en la primera fila, con una expresión de satisfacción en sus rostros.
Señor Jenkins, mirando a Liam y Max – Llegan justo a tiempo, señores. Espero que esta vez hayan hecho sus tareas.
Liam, tragando saliva y buscando su cuaderno – Sí, señor. Aquí está mi trabajo.
Bella, susurrando a Emma mientras Liam entregaba su tarea – Veremos cuánto tiempo puede seguir aparentando.