La academia St. Claire bullía de actividad mientras los estudiantes se apresuraban a llegar a sus clases. A medida que el sol se elevaba más alto, la intensidad de la rivalidad entre Liam y Bella también aumentaba. Las aulas, con sus grandes ventanales y paredes adornadas con diplomas y trofeos, eran testigos de un duelo constante entre los dos estudiantes.
Liam entró al aula de Matemáticas, su materia favorita, y buscó su asiento habitual. Max se unió a él, lanzándole una mirada cómplice.
Max – Entonces, ¿cómo planeas sobrevivir hoy? Bella parecía bastante decidida esta mañana.
Liam, suspirando – No lo sé, Max. Tal vez debería dejar de intentar impresionarla y concentrarme en mis propios problemas.
Max, riendo – Buena suerte con eso. Sabes que a Bella le encanta competir, y tú eres su principal objetivo.
Mientras hablaban, Bella y Emma entraron al aula, captando la atención de todos los estudiantes. Bella, con su cabello perfectamente peinado y su uniforme impecable, se dirigió directamente a su asiento, justo al frente. Emma, siempre a su lado, la observaba con admiración.
El profesor Adams, un hombre de mediana edad con gafas y una barba cuidada, comenzó la clase. Mientras explicaba las complejidades del cálculo diferencial, la tensión entre Liam y Bella era palpable. Los ojos de Bella se posaron en Liam más de una vez, y él lo notó.
Durante una pausa, Bella levantó la mano – Profesor Adams, ¿puedo resolver el problema en la pizarra? Me gustaría demostrar un método alternativo.
El profesor Adams asintió, intrigado – Por supuesto, Bella. Adelante.
Bella se levantó con confianza y se dirigió a la pizarra. Mientras escribía, Liam observaba cada movimiento, evaluando su método. Cuando terminó, se volvió hacia la clase con una sonrisa triunfante.
Bella – Así es como se resuelve este problema de manera más eficiente.
Liam, incapaz de contenerse, levantó la mano – Profesor, con todo respeto, creo que el método de Bella tiene un pequeño error. ¿Puedo demostrarlo?
El profesor Adams, ahora más intrigado, asintió nuevamente – Adelante, Liam.
Liam se levantó y se dirigió a la pizarra. Con movimientos rápidos y seguros, corrigió el error de Bella y presentó su solución. La clase estaba en silencio, expectante.
Liam, sonriendo – Aquí está la solución correcta.
Bella, visiblemente molesta, se acercó a la pizarra – Tal vez cometí un error esta vez, pero eso no significa que tu método sea mejor, Liam.
Liam, mirándola directamente a los ojos – No se trata de quién es mejor, Bella. Se trata de aprender y mejorar, algo que ambos deberíamos recordar.
La tensión entre ellos era evidente, y los estudiantes susurraban entre ellos, disfrutando del espectáculo. Emma frunció el ceño, preocupada por su amiga, mientras Max observaba con una mezcla de diversión y preocupación.
Max, susurrando a Liam – Oye, creo que acabas de desatar a la bestia. Prepárate.
El profesor Adams, tratando de calmar la situación, intervino – Muy bien, ambos han demostrado enfoques interesantes. Ahora, continuemos con la lección.
A medida que la clase continuaba, la rivalidad entre Liam y Bella seguía intensificándose. Cada tarea, cada examen, cada oportunidad de sobresalir se convertía en un campo de batalla. Pero a pesar de la tensión, ambos sabían que necesitaban mantener el control. La academia St. Claire no perdonaba los errores, y cualquier debilidad podría ser explotada por sus compañeros.
Al final del día, mientras los estudiantes salían del aula, Bella se acercó a Liam, su mirada llena de determinación – Esto no ha terminado, Liam. No te confíes demasiado.
Liam, devolviéndole la mirada con igual intensidad – Nunca lo haría, Bella. Estoy listo para lo que venga.
Max, interrumpiendo con una sonrisa – Solo una pregunta, Bella. ¿Necesitas ayuda para elegir la próxima tarta voladora? Liam y yo tenemos algunas sugerencias.
Bella, lanzando una mirada fulminante – Mantén tus sugerencias para ti, Max.
Emma, sonriendo a Max – Tal vez deberías preocuparte por mantenerte fuera del alcance de la próxima tarta, Max.
Max, encogiéndose de hombros – Buena idea. Tal vez debería empezar a entrenar mis reflejos.
Con eso, Bella y Emma se alejaron, dejando a Liam y Max con una sensación de expectación. Sabían que la rivalidad con Bella no había hecho más que empezar, y que cada día en la academia sería un nuevo desafío lleno de sorpresas y, probablemente, algunas tartas voladoras más.
Mientras Bella caminaba hacia su casa, sus pensamientos giraban en torno a su enfrentamiento con Liam. Llegó a su gran casa, una mansión impresionante con jardines meticulosamente cuidados, pero para ella no era más que una jaula dorada. La soledad la envolvía cada vez que cruzaba la puerta principal y recorría los pasillos vacíos.
Bella, pensando para sí misma
– ¿De qué sirve todo este lujo si no tengo a nadie que realmente me entienda?
Prefería salir con su mejor amiga Emma, buscando cualquier excusa para evitar la soledad. Mientras tanto, Liam, después de cambiarse, se dirigía a su trabajo de medio tiempo en una tienda de mensajería. El contraste entre sus vidas no podía ser más marcado.