Amor en tiempo de zombies

En pie de guerra

Pronto llegue a «Guenbé» un balneario - restaurante, lugar de paseo y entretenimiento donde turistas y visitantes se desentendian de todas sus preocupaciones para relajarse en ese paradisíaco lugar lleno de hermosos paisajes y jardines. 

Detuve la camioneta para observar mejor, no había nadie ni ninguna clase de movimiento, era necesario encontrar algo con que pudiera defenderme en caso de tener que hacerlo y sabía a dónde dirigirme pues lo conocía muy bien ya que era un asiduo visitante. 

Una rápida inspección alrededor de unas cabañitas de madera y pronto localicé lo que buscaba, un cobertizo donde los guardias guardaban sus uniformes y herramientas de trabajo, encendí la luz y me sorprendí al ver el desorden que imperaba, se habían llevado todo lo que podría usar para defenderme, como si estuvieran yendo a enfrentarse contra algo. 

Hice un repaso mental de cuanta información poseía del lugar mientras hacía una inspección rápida, en eso descubrí una caja de herramientas, la abrí y he ahí mi arma, una grande y hermosa llave inglesa, aquel pedazo de metal plateado me tranquilizó. 

Al salir unos perros aullaron lastimeramente desde distintos puntos. Avancé con mucha precaución hacia la salida. El viento que inesperadamente comenzó a arreciar producía un sonido gimiente al entrar por las galerías de concreto que están a manera de ingreso y salida del centro de atracciones, lo que lo convierte en una enorme caja de resonancia, de pronto alguien o algo se abalanzó sobre mí, me cubrió la oscuridad total, sentí frío en el rostro y un estremecimiento de terror me recorrió la espalda; instintivamente me deshice del atacante que no era otra cosa que una sucia bolsa de polietileno que por la acción del viento fue directo a estrellarse en mi cara, menudo susto, sólo atine a reír ya que no había nada más que hacer ahí porque estaba completamente abandonado, el silencio era espectral, casi podía oír los latidos de mi corazón y además juraría que comencé a percibir ese olor agresivo de la carne putrefacta. 

Aborde el vehículo y lo puse en marcha, la llave inglesa la tenía a mi lado en el asiento, la niña se había incorporado y permanecía callada como si de un autista se tratase, no decía nada, ya no temblaba y solo miraba hacia la oscuridad de afuera por su ventanilla. Encaminé la camioneta rumbo a la estancia, ahí me esperaba Donatella. 

El vehículo sorteaba con pericia y como a la defensiva los accidentes del camino de tierra, internandonos más en ese oscuro túnel de árboles que conducían a mi estancia, no vi a ninguno de los necrofagos andantes, era un sendero deshabitado y tenebroso. 

Iva concentrado al mando del volante cuando siento que la niña se lanzó sobre mí. Seguramente ya estaba infectada y quizás por que es joven y fuerte la maldición tardó en mutar. La camioneta zigzagueo y yo perdí el control por defenderme chocando brutalmente contra un árbol al lado del camino, la niña zombi salió disparada haciendo un hueco en el parabrisas. 

 

 



#1164 en Terror

En el texto hay: muertosvivientes, romance, terror

Editado: 04.07.2021

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