Amor en tiempo de zombies

Evo zombi

Donna despertó sobresaltada por un chillido espeluznante que provenía de afuera de la mansión. 

Pasaron los días y los muertos comenzaron a rodear la casona, manoseaban y golpeaban incansables las paredes puertas y ventanas en un esfuerzo inútil por entrar. 

El generador que abastecía de energía a todas las instalaciones no estaba funcionando a plena potencia, precisamente para ahorrar combustible haciendo que comenzara a emitir sonidos rasposos llamando su atención. 

Estábamos en un juego de supervivencia, de pesadilla, se nos estaba acabando el combustible del generador e inevitablemente habría que salir. 

Poco a poco los canales de televisión dejaron de emitir su señal, hasta que sólo transmitía el canal estatal. Con sus drones mostraban imágenes aéreas del desastre manteniendo el audio original, la ciudad de La Paz (pues la señal llegaba de la sede de gobierno) se extendía silenciosa, no había asonancia alguna que interrumpirá su quietud. Avenidas vacías, vehículos desparramados y atravesados de cualquier manera por sus calles, basura, cristales rotos y cadáveres descompuestos mostrando su característico hinchazón generado por los gases de la descomposición, otros ya habían reventado por yacer demasiado tiempo bajo el sol y los gusanos de color blanco marmol brotaban y se retorcian a su placer. La ciudad entera mostraba un aspecto fantasmal. 

Súbitamente en un espectáculo espeluznante. Alrededor de Palacio de gobierno, zona de seguridad con cientos de refugiados y donde también se encontraba la cúpula del gobierno observamos como miles de esos seres rodeaban, literalmente cercaban a la estructura. Desde el cielo claramente se veía como se arremolinaba un perverso enjambre de engendros, todo ese ruido de terroríficos gemidos atraía a más monstruos provenientes de diferentes partes de la ciudad, como si supieran que ahí encontrarían su anhelado alimento. 

Era una visión apocalíptica, por la plaza Pérez Velasco una masa rugiente de cadáveres andantes se dirigía también hacia el origen de todo ese ruido como una marabunta hambrienta. 

Lo veíamos todo a través de la señal del canal estatal que transmitía sin ninguna censura. 

La marea de muertos por tanta presión ejercida sobre las enormes puertas de ingreso las hicieron ceder y comenzaron a entrar a la vez que eran rechazados por ráfagas de metralla por los soldados que la resguardaban desde adentro, aquello fue un desmadre total porque todos se mezclaron en una lucha infernal cuerpo a cuerpo. 

Había literalmente un mar de necrofagos malditos cuyo final ya no se alcanzaba a ver. Era una horda de monstruos frenéticos con ansias de comer carne fresca y de destrucción. 

Entonces pude percibir dos pequeños puntos acercándose a gran velocidad, en un recuadro contra el cielo dirigiéndose al edificio asediado por los muertos. Eran dos helicópteros militares que venían a ayudar, llegaron veloces y descendieron a menos de veinte metros, entonces comenzaron a disparar ráfagas de metralla a la turba sobrenatural, muchos quedaron mutilados de forma grotesca, otros fueron aplastados por la misma muchedumbre pútrida. El dron pudo enfocar claramente a uno de ellos, un pobre diablo que tenía la espina dorsal quebrada con los huesos a la vista, sin embargo se sacudía espasmodicamente tratando en vano de levantarse, además de su destrozado cuerpo manaba un reguero de líquidos oscuros, era obvio que que lo aplastaron a tal extremo que sus órganos internos reventaron. 

Desde el helicoptero disparaban con furia, su posición era estratégica pero no servía de mucho porque los muertos seguían llegando sin cesár y comenzó a formarse una montaña de cadáveres en todo el derredor. 

Entonces desde la azotea del edificio los soldados comenzaron a disparar cargas explosivas con bazookas reglamentarias generando grandes explosiones y a la vez enormes llamas se elevaron por unos segundos a una altura asombrosa provocando que incluso los helicópteros se sacudieran, en realidad se pudo observar como toda la estructura del lugar se desbarataba, columnas de humo negro producto de esta devastación no dejaba ver bien lo que ahora pasaba. Una pequeña interferencia en la señal nos hizo temer que nunca sabríamos como terminaría todo, sin embargo bendito dron siguió transmitiendo. 

La extensa muchedumbre que momentos antes desbordaba el lugar se veía bastante reducida, pero seguían llegando más de otros lados. Sin embargo lo que me heló la sangre fue ver a decenas de estos diablos deambular, tambaleándose sin rumbo fijo como antorchas humanas. Aquello era una imagen del Averno. Una existencia torturada y maldita. 

—¿Que fue lo que explotó? ¿Porque arden así? —. Preguntó Samuel el administrador muy angustiado. 

«Seguramente habían autos con combustible y eso provocó las explosiones, pero que los muertos sigan ardiendo así no se», respondí volviendo a mirar la televisión. 

—Los cadáveres se pudren y todo ese proceso de descomposición genera gases como el metano, por eso arden de esa manera —. Aclaró Donna bastante turbada por lo que estábamos viendo, más parecía una alucinación de delirium tremens que una realidad. 

Fátima la cocinera, una mujer de mediana edad, cabello negro, largo y un esbelto cuerpo producto de sus caminatas matutinas nos escuchaba con atención mientras con sus manos contaba nerviosa las cuentas de su rosario, creo que rezaba. Leandro y Ladislao trabajadores de la hacienda estaban igual de asustados que el profesor que literalmente temblaba. Todos estábamos con los nervios de punta. 

La televisión siguió transmitiendo la caída de Palacio de gobierno frente a la espantosa horda de cadáveres andantes. Todo se había perdido, finalmente el dron enfocó hacia el helipuerto de Palacio, había una batalla macabra y desigual entre militares y engendros; pude reconocer a varios ministros de estado pero ya no formaban parte de los vivos, mutilados, sin una parte de la cara, con el cuello desangrandose y caminando de un modo anormal. 



#1164 en Terror

En el texto hay: muertosvivientes, romance, terror

Editado: 04.07.2021

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