Amor en tiempo de zombies

Guerra total

Dos de la tarde. Llegó el momento, desde el segundo piso disparamos las bengalas. El efecto sobre los muertos fue inmediato, al ver las luces y escuchar su sonido atronador todos giraron en dirección a su origen y empezaron a desplazarse pesadamente. 

Todos estábamos listos para avanzar. Fátima abrió la enorme puerta silenciosamente girando sobre sus goznes. Todos los monstruos habían rebasado el portal de la entrada y podíamos ver la espalda de los engendros dirigiéndose con su característica lentitud hacia el origen de las detonaciones. 

Rápidamente cargados de nuestras mochilas y nuestras armas salimos corriendo hacia los garages. 

Mientras corríamos algo debió llamar la atención de algunos engendros que giraron en nuestra dirección, tengo la impresión de que pueden oler a los seres vivos como si estuviéran desarrollando su sentido del olfato. 

Pronto llegamos a los garajes. Samuel tenía la llave de una camioneta y yo de la otra, pero no contábamos con que se nos aparecerían de todos lados más de estos necrofagos malditos. 

Leandro y Ladislao con sus machetes avanzaron hacía adelante impidiendo que los engendros nos cierren el paso. Ladislao de una sola pasada le rebano la cabeza al monstruo más cercano. El cráneo rodó por el suelo, con esos ojos blancos buscando una presa y la boca todavía chasqueando los dientes. Leandro le partió la cabeza a otros muertos que se acercaban y así fueron despejando el camino. Por atrás la turba de cadáveres andantes avanzaba hacia nosotros pero aún estaba como a trescientos metros. Los gemidos aumentaban progresivamente a medida que se acercaban. Samuel y yo corrimos a enfrentarlos destrozando cráneos y derribandoles haciendo que los de atrás tropezaran y cayeran sobre sus cuerpos facilitándonos así reventar más calaveras. 

En ese trajín descuidamos a Fátima, el profesor y Donna. La cocinera y el educador fueron sorprendidos por un par de cadáveres que los acosaron simultáneamente, el profesor perdió su machete y lanzaba unos puñetazos sin mucho efecto en el muerto más cercano que ni siquiera parecía molestarlo. El otro zombi aprovecho el momento en que el anciano tenía el brazo extendido para clavar sus dientes en su antebrazo. No tubo oportunidad y se derrumbó cual monigote de trapo mientras lo descuartizaban a dentelladas y arañazos. Fátima paralizada de miedo igualmente sucumbió devorada. 

Preocupado busque con la mirada a Donna y observe como una asquerosa mano le agarró del cabello, entonces ella en un acto reflejo se echó para atrás logrando liberarse pero no sin que un pedazo de su cuero cabelludo le sea arrancado cuando se cayó, grito de dolor conmocionada pero reaccionó rápidamente e incorporándose impactó su martillo en el cráneo del engendro y este aún con su dorado pelo en la mano cayó pesadamente al suelo. 

Corrí hacia dónde estaba mi amor, el corazón me saltaba en el pecho sin misericordia, no concebía la vida sin ella, estaba aturdida y con miedo, la cabeza le sangraba. Rápidamente la introduje en el asiento del pasajero y me metí de un salto en la cabina. Introduje la llave y giré, pero el motor se revolucionaba y no arrancaba. La camioneta no era el mejor lugar para quedarse atascado. 

Vi como Samuel llegó al otro vehículo y llamaba a los trabajadores pero algo había pasado porque Ladislao se tiró al suelo y se sujetaba el tobillo izquierdo, no dejando de soltar obscenidades. Vi como señalaba la cabeza cercenada del primer muerto decapitado, el muy imbecil la pateo sin darse cuenta de que esta aún podía morderle y aunque apenas era un arañazo en la piel todos sabíamos cual sería su final. Observé cómo Samuel le daba el revolver y el infeliz sin pensarlo dos veces lo apoyó en su paladar y apretó el gatillo. El estruendo del balazo fue decisivo para que los muertos terminarán rodeandoles y... Maldito Ladislao, por tus estupideces murieron todos nuestros amigos. 

Nuevamente giré la llave de contacto e insistí para que el motor arrancara, las criaturas comenzaron a acercarse, estaban mutilados de forma espantosa, bañados en sangre, pálidos y con esa repulsiva expresión en la cara. Era la visión más horrible que cualquiera pudiera imaginar. Esta vez el motor dio un par de tosidos y encendió, metiendo la primera empezamos a avanzar. 

Donna solamente miraba toda pálida a los monstruos acercarse, admiro su carácter, es fuerte y valiente, no recula ante nada, es analítica antes de actuar, se que estará bien, la amo. 

 

 

 

 

 

 

 



#1164 en Terror

En el texto hay: muertosvivientes, romance, terror

Editado: 04.07.2021

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