Amor en tiempo de zombies

Dulce compasión

Pronto anocheseria y en el campo la noche es muy oscura, como el fondo de un pozo, para quien no conoce estos rumbos sería suicidio. 

Los muertos revividos deambulaban con pesadez a su absurda manera en busca de carne fresca. 

La total ausencia de animales mostraba el inmenso pesar que dominaba lo que meses atrás había sido una hermosa urbanización llena de casonas y animales domésticos. 

Cuánto más nos acercábamos al conjunto de casas urbanizadas crecía el número de cadáveres andantes atestaban las calles, los parques y aparcamientos, un océano de cuerpos podridos que alertados por el ronroneo del motor giraron en nuestra dirección dando inútiles manotazos al aire y elevando el tono de sus lamentos en un vano intento por alcanzarnos. 

La idea era llegar al puente y entrar a la ciudad en busca de ayuda o más sobrevivientes y no quedó otro remedio que atravesar la multitud a mayor velocidad, lanzando a algunos engendros por los aires y aplastando a otros bajo las ruedas. Entonces me acordé de la comandancia de la policía, una estructura infranqueable y que seguramente habría soportado todo este caos, allí encontraríamos sobrevivientes humanos, era el lugar más seguro para pasar la noche. Donna me miró alarmada al notar que enfilaba la camioneta en otra dirección. «Tranquila mi amor, en la comandancia policial estaremos seguros», su rostro reflejó serenidad. 

El lugar estaba desierto, era una estructura de ladrillos de tres plantas. No se advertía la presencia de nadie. Donna tomó su martillo, yo mi llave inglesa y salimos de la camioneta hacia la puerta principal que extrañamente no estaba cerrada con llave, se abrió de un empujón. 

Entramos sigilosamente. El pasillo estaba completamente vacío. 

—Parece que no hay nadie —. Dijo Donna, aunque a mí me pareció ver algo al final del pasillo, una sombra, talvez nada. 

Con mucha cautela fuimos avanzando asegurándonos de que atrás de cada puerta no nos encontrásemos alguna sorpresa desagradable. No encontramos nada que nos fuera útil, pero de pronto tropezamos con una oficina enorme y confortable y que además tenía una pequeña despensa en la que había comida enlatada, no lo dudamos y llenamos nuestros hambrientos estómagos. 

Continuamos descubriendo más adelante unos bloques de celdas para los detenidos. 

Entonces lo que me pareció más antes una sombra se dejó ver dando tumbos; una mujer de mediana edad, pelo castaño desnuda y con el vientre embarazado al aire, era una zombi. Al verle quedamos perturbados, rápidamente la aniquile de dos porrazos en la cabeza. 

—¡Oh, no es cierto! —. Susurro mi amor a la vez que el horror hizo eco en su voz. 

Mis ojos se dirigieron hacia la mujer embarazada. El estómago abultado se movía. Esa criatura no debía nacer porque también era un muerto viviente. 

Donna empezó a tener arcadas antes de alejarse y vomitar. 

Súbitamente dos disparos impactaron en su vientre reventandolo y esparciendo sangre, tripas, vísceras y restos de un feto bastante desarrollado a su alrededor. 

—¿Estas bien? —. Preguntó un hombre que por su aspecto bordeaba el medio siglo de vida, acercándose al cuerpo con una cortina y procediendo a cubrirlo. 

—¿Chino? —. Le reconocí. Era mi amigo que vendía cerveza y gaseosas en la playa del rio Pirai. 

—¡Doctor! ¿Como llegó aqui? —y mirando a Donatella—¿Está bien señorita? 

No tubimos tiempo para presentaciones porque aparecieron más monstruos por el pasillo y Chino comenzó a abrir fuego. 

«Agarre doctor» me pasó un revolver y también otro a Donna. 

Al cabo catorce cuerpos yacían en el pasillo y muchos casquillos desperdigados en el suelo. 

—¡Buen disparo doctor! ¡Buen disparo señorita! 

—Gracias —. Contestó Donna bastante eufórica con una bonita sonrisa que no tardó en disiparse cuando vio que nuevamente se acercaban media docena de zombies 

—¡Cuidado por atrás! —. Le grité a Chino, que se giró para toparse con tres muertos que prácticamente estaban junto a él. Intenté pegarle un tiro al monstruo más cercano pero este le tomó con fuerza del brazo haciendo que el disparo rebotara en el piso. Busque la manera de ayudar, pero Chino y el muerto viviente luchaban en un cuerpo a cuerpo. 

Los otros dos monstruos se acercaban más y Donna rápidamente les abrió los sesos con un par de disparos, esta chica no dejaba de asombrarme. Yo reaccioné cuando los zombis comenzaron a caer, sin embargo no podía meterle un balazo al que atacaba a Chino sin el peligro de alcanzarle a el también. 

Chino sostenía a la criatura por su cuello, impidiendole así de que sus dientes manchados de sangre se cerrarán sobre su cara. Todo fue rápido, un mal movimiento fue suficiente para que ambos perdieran el equilibrio cayendo con fuerza sobre el piso, oportunidad que aprovechó el engendro para cerrar su boca sobre el antebrazo derecho de mi amigo. 

Rápidamente tomé al zombi por los pelos tirando con fuerza, horrorizado comprobé como el sitio de la mordedura se desgarraba dejando al descubierto tendones, músculos y un reguero de sangre. Lancé al monstruo contra el suelo y lo mate de un tiro. 

Llevamos a Chino hasta la oficina, con las armas en la mano, luego corrí hacia la puerta de entrada. El estruendo de los balazos seguramente atraerá a más cadáveres andantes y no tardarán en aparecer. Me aseguré de sellar herméticamente la puerta de ingreso. 

—Tienen que matarme, por favor no quiero convertirme en uno de esos diablos —. Decía el hombre muy angustiado mientras Donna le limpiaba la herida y lo cubría con una toalla limpia. Ella muy alerta y sería. 

—Tranquilo amigo! —le dije —no te dejaremos solo, descansa un poco. 

«Antes de quedarme sin batería —comenzó a hablar - la radio todavía emitía una señal, era el ejército y anunciaba a todo sobreviviente dirigirse hacia el aeropuerto, Naciones Unidas está rescatando a todo humano no infectado. Parece que llegaron a un acuerdo con el gobierno de Cuba, como la isla tiene desperdigados por todo el planeta médicos en misión solidaria, su gobierno supo del verdadero origen de la infección mucho antes de que se expandiera el primer brote, de tal manera que ellos ya estaban preparados para repeler a los infectados. La isla está recibiendo asilados. Dicen que miles de barcos de todas las nacionalidades están anclados en los puertos cubanos, por supuesto bajo la ley de la isla» 



#1164 en Terror

En el texto hay: muertosvivientes, romance, terror

Editado: 04.07.2021

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