Amor entre Deidades

9. Desconocidos

Estaba perdido, eso no había duda. Estaba rodeada de aquellas voces y lo único que traía a su mente era la persona que había dejado dormida en su lecho. No podía sacar de su mente aquella piel tan blanca y perfecta como la porcelana. Y aunque sabia que no debía, que le estaba faltando a Swan no había podido sacar en esos dos días el recuerdo de su dulce piel  

—Señor del aire —escucho la voz burlona de Arán  —, ¿Se encuentra aquí o en casa con su esposa?  

El solo lo miro de mala manera y soltó un gruñido haciendo que Arán soltara una pequeña risa  

—¿De que te ríes hijo? —pregunto la reina con una sonrisa al llegar hasta ellos  

—Nada madre —sonrió mientras Eliseos hacia una pequeña reverencia —, solo estoy tratando que el señor aire reconozca que desearía estar con la pequeña Caillech  

El iba a protestar cuando un pequeño torbellino de alegría entró a la sala  

—¡Gran madre! —grito aquel niño con una sonrisa 

—Ryu, ¿Qué te he dicho sobre correr así? —dijo aquella mujer molesta antes de ver a la reina —. Lo siento abuela 

—Mi querida Perséfone —la reina abrazo a su nieta —, que alegría verte y también al pequeño Ryu ¿cómo estás pequeño?  

—Bien gran madre —sonrió —, ya puedo transformarme en dragón ¿quieres verlo?  

Pregunto sin dejar que respondiera transformarse en un dragón blanco con escamas negras que revoloteaba por toda la sala  

—Ryu baja ya —hablaba Perséfone  

—Parece que le hace feliz —sonrió la reina  

—Si, pero el problema es que luego empieza a escupir fuego frio y… 

No pudo continuar cuando el pequeño dragón empezó a lanzar bolas de fuego frío congelando todo lo que estaba en la sala  

—Oh no  

Perséfone trato de atraparlo con sus poderes pero el constantemente los esquivaba. En eso una ráfaga de aire envolvió al pequeño dragón haciendo que volviera a los brazos de su madre. El niño no paraba de reír 

 —Otra vez —dijo mientras reía extendiendo sus brazos hacia Eliseos —, mamá quiero que lo haga otra vez  

—Gracias Eliseos  

—No es nada, ¿Cómo lo controlas cuando…? 

—¿Se transforma?—termino la pregunta y él asintió —, mayormente es su padre quien lo controla pero hoy no pudo venir tenía que ver a alguien 

Explico sin ver la reacción de Eliseos al escucharla. ¿A caso se iría a ver con Caillech? Se preguntó tras esa confección  

—Majestad —hizo una reverencia —, si me permite he de irme. Se me olvidó que había quedado de hablar con mi madre  

—Adelante —dijo la reina sin perder de vista su seño fruncido  

Salió de esa sala con el porte que lo caracterizaba, pero por dentro sentía que podría explotar en cualquier momento. Esa mañana igual que la otra vez despertó sola en su habitación, con cuidado tomo la bata para cubrir su desnudez justo cuando Lia abría las puertas para que dejar pasar las personas que traían el agua para su aseo  

—Mi señora ha despertado —se inclinó —, ahora mismo le preparo su baño  

—Gracias Lia  

No tardo mucho antes de estar en aquella bañera mientras su sirviente le lavaba el cabello  

—Lia, ¿El señor… está en casa?  

—El señor salió muy temprano y no ha vuelto —enjuaga su cabello —, pero estoy segura que no tarda en llegar  

Había desayunado en su alcoba ya que no tenía sentido comer en el comedor si su esposo no estaba. Estaba paseando nuevamente por el jardín y cuando sintió que no podría más con el aburrimiento camino hasta la sala, iba a ir a casa de su madre en eso su cuñada llegó sin previo aviso  

—Caillech que bueno que te veo —la abrazo —, necesito pedirte un favor  

—Cefíro no creo…  

—Por favor Caillech, solo tienes que acompañarme a ver a Nuriel —tomo sus manos —, por favor ¿si?  

—Esta bien pero que sea rápido no quiero problemas con tu hermano  

—Gracias, te prometo que no tendrás problemas  

Cefíro practicante la arrastro por todo el bosque hasta estar cerca del río luego ella desapareció por los árboles en busca de su amado. Ella soltó un suspiro mientras se recostaba en un árbol ya había empezado a nevar pero eso no le preocupaba mucho. Ya había pasado por lo menos una hora cuando de repente escucho fuertes pisadas de varios hombres  

—Búsquenla, necesito saber donde está mi esposa

  Escucho la voz de su esposo y rápidamente corrió a buscar a su cuñada pasaba por todos los árboles sin importar que las ramas arañaran sus brazos y sus piernas al azar la tela para poder correr  

—¡Cefíro! —los interrumpió cuando por fin los encontró —, ¡Tenemos que irnos! Tu hermano ya viene  

Jalo su brazo mientras su cuñada ponía resistencia 

 —No Caillech, necesito más tiempo  

—Cefíro, por favor no quiero más problemas con tu hermano  

Cefíro le dio una última mirada a Nuriel antes de dejar que su cuñada la llevara. Caminaron hasta ver la silueta de Eliseos parado frente de ellas  

—¿Dónde estaban? —pregunto Eliseos viendo a Caillech 

 —Estábamos caminando por el bosque —hablo rápidamente Caillech —, ¿Qué te trae por aquí Eliseos? 

 Para él no pasó desapercibido el tono de su voz y se preguntó ¿por qué le hablaba así? ¿Seguiría enojada con él por lo de ayer? 

—Vine por mi mujer… y mi hermana —mintió en parte  

Claro que había venido por su mujer pero no sabía que estaba con ella su hermana. Cuando había llegado a su casa y había preguntado por ella su sirvienta le había dicho que había salido hace rato, salió corriendo sin esperar que le dijera con quien o adonde, suponiendo que estaría con Reluminium ya que tampoco estaba en el palacio él pero no. Estaba aquí en el bosque con su hermana  

—No es bueno que anden en el bosque solas. Puede pasarles algo  

—Estamos bien —dijo su hermana mientras trataba de no llorar  

—¿Estas llorando? —pregunto alzando su rostro limpiando sus lágrimas  

—No es nada —esquivó su mirada mientras ella misma limpiaba la lagrima —, quiero irme  




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