Amor entre Deidades

29. Bastarda

En la mansión del señor del aire una Lia muy preocupada no paraba de dar vueltas esperando la llegada de su señora. Temía que en cualquier momento su señora cometiera una imprudencia que la declarara con su marido y él terminara detestándola por aquella mentira, por eso cuando terminó de dar vueltas se dio cuenta de la presencia de su señora  

—Señora… —sonrío forzadamente —, por fin ha… han llegado. ¿Gusta que le prepare el baño?  

—Gracias Lia, pero no necesitaremos tus servicios por hoy —contestó Eliseos mientras miraba a Caillech —. Mi esposa estar conmigo lo que reste del día  

Eliseos vio la sorpresa que se dibujó en el rostro de Lia y el negó  

—¿También lo sabías?  

—Lo siento señor, pero mi señora me pido que no le contara nada  

Le dijo mientras estruja sus manos en su vestido por el nerviosismo  

—Esta bien Lia, puedes retirarte —hablo rápidamente al ver el nerviosismo de su sirvienta —. No hay ningún problema ¿Verdad amor?  

—Si mi amor, no hay ningún problema —le aseguró mirándola directamente a los ojos mientras sonreía  

Lia al ver la complicidad entre la pareja solo se marchó sin hacer ningún ruido. Eliseos condujo a la habitación a su esposa  

—¿Tan pronto tienes sueño? —preguntó burlonamente —, no sabia que estabas tan cansado… 

Se le cortó la respiración al sentir como se colocaba atrás de ella y sus grandes y fuertes manos se posaban en su cadera  

—Te aseguro que lo menos tengo es sueño —le aseguro mientras apartaba una parte de sus blanca cabellera dejando descubierto su delicado cuello —,  y para todo lo que quiero hacerte no estoy para nada cansado  

—Y… que es lo que quieres hacerme… 

—Quiero besarte, quiero recorrer toda tu piel —con cada palabra el besaba su piel para luego mirarla directamente a los ojos —, quiero demostrarte todo lo que te quiero. Que sientas con cada caricia, con cada beso que es mucho más que eso; lo que siento por ti es amor. Quiero que me entregues todo de ti así como yo quiero entregarte todo de mi  

Eliseos pudo observar que de los ojos de Caillech brotaban lágrimas, pero no pudo limpiarlas por que al momento ella se balanceo hacia él besando lo con ansias. Al separar sus labios uno del otro Caillech susurró  

—Te amo tanto Eliseos, ahora se que el amor de mi vida eras tu, solo eras tú  

Él curvo sus labios en una inmensa sonrisa mientras acaricia su mejilla  

—Y tu eres quien me salvo de oscuridad. Eres ese milagro que pedí para poder volver a vivir en paz  

Esas fueron las últimas palabras que se dijeron uno al otro antes de terminar envueltos en sus instintos apasionado. Donde la ropa les estorbaba y terminaban en su cama rozando la piel del otro mientras cada uno susurraba el nombre del otro antes de llegar a la cúspide. Sabiendo así que nada más importaba solo ellos y su amor  

Castillo Celestial  

La luz ilumina aquella estancia decorada en tonos cobrizos, mientras que en aquella cama de doncel se encontraba un mujer con la más inmensa sonrisa impregnada en sus labios mientras acuna entre sus brazos aquella niña envuelta en una sábana de seda color rosa, sus ojos brillaban de felicidad al ver que nada perturbaba el sueño de su hija. Su pequeña luz sería una mujer excepcional   

En eso una luz se formó enfrente de ella antes de ver una mujer de cabellos negro como la noche, su vestimenta era todo lo contrario a sus ojos; los cuales eran del mismo color de su cabello. Quien no la conociera podría decir que era un Ángel, pero solo era apariencia  

—¿Que haces aquí Heira? ¿Cómo lograste entrar?  

Ante cada palabra Cefiro se puso de pie alejándose de ella, Heira sólo soltó una sonrisa maliciosa antes de hablar:  

—Solo vine a ver… a la bastarda de mi marido 

Sonrió al ver la cara de enojo de Cefiro, hubo un tiempo que la llegó a admirar. Pero gracias a ella su esposo no podía amarla; ella se imaginaba que seguía viendo a Cefiro a pesar de haber estado íntimamente con ella logrando haber quedado en cinta. Ella sólo está recibiendo un poco del dolor de lo que él provocaba hacia su persona  

—¡Mi hija no es una bastarda! —le gritó —. Ella es la legítima dueña del can del fuego… ella...

—Ella es una bastarda, por que el legítimo dueño del clan es el hijo que esto gestando en mi vientre  

Ante esas palabras Heira apartó sus manos que cubrían su abdomen dejando ver el apenas visible vientre de ella 

—Mi hijo es el futuro rey del clan del fuego —señaló a su hija —, y tu hija no es más que una maldita bastarda que tiene que desparecer  

Con esas palabras trató de atacarlas pero antes de que la alcanzara Arán apareció golpeando su hombro haciendo que trastabille dando unos pasos atrás  

—¡Cómo te atreves a venir a mi castillos y tratar de lastimar a mi mujer e hija!

En la habitación sólo se escuchó la fuerte risa de Heira  

—¿Tu hija? Has dicho tu hija Arán. Por más que proclames ser el padre de aquella… niña. Todos saben que no lo es y la prueba está en aquella pluma de fénix que tiene en la frente, que solo los descendientes directos del clan del fuego tienen. No reclames algo que es más que obvio que no te pertenece y jamás te pertenecerá  

Cefiro miró aquella marca que estaban en la frente de su hija antes de voltear a ver a Heira la cual sonreía maliciosamente  

—Bien, solo quería ver a la bastarda de mi marido y como ta la vi me marchó —hizo un inclinación burlesca —. Hasta nunca… sus majestades  

Con aquellas palabras desapareció, Arán envolvió entre sus brazos a su esposa mientras ella se dejaba abrazar  

—¿Qué vamos hacer Arán? Ella puede correr peligro 

—Tranquila Cefiro, eso no lo permitiré  

—Es que ella tiene razón, correrá mucho peligro por ser hija de Nuriel, su marca relatará su identidad  

—Tranquila, buscaremos la forma de que este a salvo 

Mancion del señor del aire  




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