MUCHAS GRACIAS A CADA UN@ DE USTEDES POR COMPARTIR MI HISTORIA. ESPERO QUE LES GUSTE.
KORAIMA
Ese lunes por la noche, las chicas y yo salimos a cenar. A Vielka se le ocurrió que nos tomáramos unas cuantas copas de vino, aunque era un día de semana y estuvimos juntas el fin de semana y a eso agregar que al siguiente día debíamos trabajar, pero ellas se morían por contar algunos chismes que según ellas no podían esperar hasta que nos reuniéramos.
Vielka levanta su mano izquierda mostrando su gran anillo de diamante que resaltaba en su dedo anular. Todas al mismo tiempo comenzamos a gritar de alegría y a felicitarla. Ella es la novia de Zack, mi socio y también amigo.
Ellos tienen dos años de relación, son una pareja de ensueño, como las parejas de las series coreanas. Esa feliz pareja era el ejemplo de las demás.
―Eso significa que debemos comenzar a preparar la boda perfecta de nuestra pequeña ―dije levantando la copa para que todas brindáramos.
Me sentía muy feliz por ellos, merecían eso y más. Eso me recordaba a mis padres, siempre los vi llenos de amor y un respeto mutuo, cosas que en la actualidad está haciendo mucha falta.
Mientras estábamos charlando y riéndonos me percaté cuando me levante de la mesa para ir al baño que el apuesto hombre que casi derribo en la cafetería se encontraba en el bar acompañado de otros hombres, ¿será pura casualidad? o estoy recibiendo una señal del cielo. Después de que todas estábamos medias borrachas nos fuimos a casa.
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El día comenzó con varias operaciones que teníamos programadas, además de que empezaba la semana de vacunación, era un completo caos porque nos hacía falta una doctora en el área de emergencias. Pasada las 5:00 p.m. de la tarde llegó una joven gritando que la ayudáramos a salvar a su pequeño gato, tenía una pata muy herida y perdía mucha sangre, aunque ella lo había vendado. Yo estaba en el área de descanso cuando escuche los gritos de la mujer.
―Necesito que ayuden a mi mascota, le cayó una silla y está sangrando mucho.
Fui de inmediato para evaluar a la pequeña mascota, me dio una gran tristeza verlo en ese estado, con ayuda de una enfermera y un par de asistentes, comenzamos a atender al pequeño gato. La joven estaba visiblemente angustiada, sus ojos llenos de lágrimas mientras explicaba lo que había sucedido.
―No sé qué hacer, él es todo lo que tengo―, decía entre sollozos.
Mientras trabajábamos, no podía evitar pensar en cómo a veces la vida nos presenta situaciones inesperadas, como la noche anterior estuvimos con Vielka y su anillo lo más feliz y despreocupadas. Era un recordatorio de que, aunque hay momentos de alegría, también hay desafíos que nos ponen a prueba nuestra capacidad para responder a las situaciones.
Después de estabilizar al gato, decidimos que necesitaba una cirugía urgente.
―No te preocupes, haremos todo lo posible para salvarlo ―le dije a la joven, tratando de infundirle un poco de esperanza. Ella asintió, aunque su rostro seguía reflejando preocupación.
Mientras el equipo se preparaba para la operación, me tomé un momento para reflexionar. La vida es un ciclo de alegrías y tristezas, y en ese instante, me sentí agradecida por poder ayudar a otros, incluso en los momentos más difíciles. También agradezco en contar con mis amigas que tanto me han ayudado en los momentos negros de mi vida, esos tiempos que fueron muy difíciles y si ellas no hubiesen estado allí no sé si hoy estuviera acá llena de vida.
Finalmente, la cirugía fue un éxito. Cuando la joven vio a su gato despertar, su rostro se iluminó con una sonrisa que hacía tiempo no veía.
― ¡Gracias, gracias, gracias! ―repetía mientras acariciaba a su pequeño.
Esa noche, al llegar a casa totalmente exhausta, pensé en lo que había pasado. La vida es un constante vaivén de emociones, y aunque a veces nos enfrentamos a situaciones complicadas, siempre hay espacio para la esperanza y la alegría. Luego de una larga y refrescante ducha, me serví una copa de vino y calenté una pasta que tenía en el congelador.
Escuchar algunas canciones de Bruno Marc y brindando por mi largo día, sonaría a un cliché de una novela mal contada… Y quién sabe, tal vez el apuesto hombre del bar no era solo una casualidad, sino una señal de que las sorpresas buenas también están por venir.
Escucho que mi celular suena, acababa de llegar un mensaje, miro la pantalla y para mi sorpresa era del hombre que hasta el momento me ha demostrado que me ama incondicionalmente.
―Hola hermosa, espero que hayas tenido un gran día―. Leí el mensaje y me quedo pensando si debería responder o no. Me vuelvo a servir otra copa de vino, estaba muy rico.
Logan es mi expareja, estuvimos junto por varios meses sin llegar a nada, él quería que nos comprometiéramos, pero yo no quise, no me sentí segura sentimentalmente. Necesitaba más espacio y la verdad no me sentía enamorada de él.
―La verdad es que mi día estuvo bien, aunque muy movido ―respondí sin mucho ánimo.
Ya era tarde y mi compañera aun no llegaba a casa, así que me fui a la cama. Apague mi móvil porque no quería verme tentada en seguir contestando sus mensajes y volvía a escribir.
Logan es como de la familia, sus padres son muy amigos de los míos. Desde que nací acordaron que sus hijos se casarían como en los viejos tiempos. Con lo que ellos no contaron era que yo puse los ojos en otro hombre.