Capitulo 1 (Primer Día)

Cada año, varios jóvenes recién egresados de sus universidades, tienen que llevar un tiempo de internos en algún hospital.

En muchas ocasiones no pueden escogerlos como tal, sino que son asignados y para muchos es en lugares muy lejanos de sus hogares, pero es el último peldaño en su carrera estudiantil.

Si se logran manejar de forma correcta en este internado, puede que logren entrar a la lista para ingresar en algún futuro como trabajadores.

Pero mientras deben iniciar el primer día con el pie derecho o eso se supone…

En el país de Grecia, justamente en su capital.

Uno de los mejores hospitales se ha mantenido de pie por dos siglos, aun pasando por las diferentes circunstancias médicas que ha azotado varias partes del mundo.

Pero, se conocerá de a poco.

Como se ha mencionado, este año algunos internos de Medicina llegan muy temprano para presentarse con los médicos que estarán a cargo de enseñarles todo lo que puedan, pero también exigirles estar atento y saber como actuar en momentos de emergencia.

En esta área un segundo puede ser el significado de la vida o muerte a una persona.

Cualquier error cuenta y puede ser fatídico.

Por esa razón deben entrenar y practicar constantemente.

Eso y que el médico que esté a cargo de enseñarte, no sea egoísta con sus conocimientos.

Aparte de esos jóvenes nuevos.

Otros entran a su servicio social como se le conoce a quienes desean ser enfermeros.

Es un poco menos tedioso, pues tienden a tener un horario de solo una jornada y no les imponen a quedarse a doble turno en ocasiones.

Igual que los internos ellos deberán presentarse con los enfermeros a cargo y que les orientaran en todo momento, también avaluar su iniciativa.

Sin duda el momento más curioso del año, pero en donde conocerán si son aptos o es mejor escoger otra carrera si no son capaces de acabar esto en tiempo y forma.

Entre los internos, uno en particular se ve sumamente emocionado, hasta me atrevo a decir que su sonrisa no sea ha alejado de sus labios durante todo el camino que hizo desde que salió de su hogar hasta su destino.

Cabellos verdes algo largos hasta los hombros, ojos de la misma tonalidad, grandes demostrando una emoción sin duda muy grata.

Equipado con su mochila, que allí debería llevar su equipaje todo lo necesario para pasar un año en esa ciudad, o más bien en lo dormitorio que aquel hospital da a los afortunados internos que lograron estar en las filas de los suyos.

Usando pantalones blancos salvo por la camiseta verde, no podía ver la hora en entrar y presentarse, saber que le depara el futuro.

Ni se había puesto a pensar que podría ser difícil, pero eso ya lo sabía de antemano.

No se dejara vencer tan fácilmente, tiene una gran motivación que siempre lo ha impulsado a seguir.

Con solo veintitrés años, ha logrado estar en este punto gracias a solo una persona, su hermano mayor, no tuvo las mismas oportunidades que ha tenido él.

Trabajando día y noche, para que su hermano menor cumpliera su sueño.

Y Shun siempre logro agradecerle con muy buenas calificaciones y siendo siempre un buen joven.

Ahora por primera vez en su vida está lejos de su única familia y no existe de otra si quiere realizar su sueño profesional.

-Hermano, estoy aquí gracias a ti- Sonrió, mirando el edificio enorme que está delante de él, y dirigió sus pasos para adentrarse.

Las puertas obviamente automáticas, abriéndose al momento que los sensores lo sintieron.

Quedo deslumbrado, la inmensidad de ese lugar, tan blanco, pulcro como debía ser, manifestando la esterilidad y con ello la limpieza de todo el recinto.

Notando algunos pacientes en la sala de espera, otros subiendo las escaleras o tomando el ascensor, que se destina solo para aquellos presentan una discapacidad motriz, personas de avanzada edad, embarazados o con alguna dificultad para hacer esfuerzo.

Justo en ese momento, sintió lo pequeño que puedes sentirte en un lugar tan ajeno, una sensación que solo recordó en su infancia.

Pero no podía permitirse intimidarse por esa vista, tomo el aire de nuevo, soltándolo por su boca y devolviendo la sonrisa a sus labios.

Sus instrucciones son, que debe presentarse al médico encargado de enseñanza y este lo mandaría con quien lo guiaría durante todo este periodo.

Pero en primer lugar, el pobre peliverde, no sabe por dónde es.

Sus pasos se encaminan para la izquierda, pero luego a la derecha, y después se queda estático sin saber por dónde ir.

Los nervios lo empiezan a invadir, esta sin duda perdido tan solo al llegar.

Debe sentirse afortunado que llego con tiempo de antelación por si algo así ocurría.

Pero… Ya se siente tan torpe, no quiere causar una mala impresión.

-Ja, ja, ja, tú debes ser nuevo ¿Verdad?- Una dulce voz femenina, lo llamo.

-¿Eh?- Lo que provoco que el joven hombre, se girara a verla y por el movimiento, se tambaleo pues la mochila hace peso a su cuerpo delgado –Oh, si… Si lo soy… Señorita…- Hablo educadamente, pero titubeando pues aún está en su estado de impresión.

-Se nota- Sonriendo, mira al joven de arriba abajo -¿Medico interno?- Lo señalo con la mano.

-¡¡¡SI!!!- Alzo la voz algo emocionado, por que lograra tener la pinta de uno de ellos.

-Noto que estas muy emocionado- Sonrió, mientras reviso algunos expedientes en sus manos –Eso es bueno, y esa actitud es la que nos gusta-

-Gracias- Hablo tranquilo, pero de nuevo su primer pendiente debe ser cumplido –Disculpe… Pero… Podría decirme… ¿Cómo llegó con el medico de enseñanza?-

La joven de cabellos rojizos, ojos cafés, una mirada algo maternal la enmarca, usando el informe de enfermería típico, pantalón blanco, parte de arriba de la misma tonalidad, sin olvidar los zapatos de la profesión.

-Sube las escaleras hasta el noveno piso, caminas por el pasillo principal, luego doblas a la izquierda y hasta la última puerta está el medico de enseñanza, su nombre es Shaka, es algo amargado, pero no tomes lo que dice muy personal- La joven mujer le advirtió con una sonrisa, sin duda es de las personas que dan la bienvenida a la carne fresca.