Amor entre rejas

Capítulo 3 - la FPA* -

-Ahora quería hacerte unas preguntas- dije, sentándome en frente suyo.

-Vale- susurró, sin mirarme a los ojos.

-¿Qué pasa, cariño?

-Quiero ir con mi padre.

-Lo siento Omar, pero no puede ser.

-Tengo que cometer un error para ir con él, ¿no?

No sabía cuál era la respuesta correcta, no quería hacerle ver su padre con un ilegal e irresponsable, pero tampoco quería mentirle.

-No salvé a mi mamá, este fue un error, ya puedo ir con él.

-¿Qué dices?

-La verdad.

-Así no es Omar, no digas tonterías, hiciste lo que pudiste.

-El móvil no funcionaba, no pude llamar a nadie.

-Eso no es tu culpa.

-¿Y si lo fuese? Maté a mi madre - empezó a llorar.

-No, Omar, no digas más eso, no fue así, tú lo sabes - le grité, pero sabía que mi tono de voz tan alto no habría solucionado nada.

-Oye- le dije acercándome a él. -No tienes ninguna culpa, hiciste todo lo posible - le abracé.

-¿Qué puedo hacer por mi padre?

-Él tendrá un abogado que le ayudará, en ese momento queremos saber más sobre tu familia, si quieres contarme.

-Bueno- dijo secándose los ojos mojados por las lágrimas. -Mi padre es un buen padre, mis abuelos viven en América del sur, por lo cual no los tengo aquí, mi madre es árabe, bueno, era árabe, sus padres nunca los conocí- me estaba contando cuando Esteban entró en la habitación.

-Hablé con la científica- lo escuchaba hablar con Jorge que estaba al fondo tomándose un café.

-Omar, quédate aquí, voy un segundo a hablar con el señor que acaba de entrar- le comenté, mientras me acercaba a ellos.

-¿Entonces?- pregunté.

-Consiguieron limpiar la carta de la sangre, fue un suicidio- confesó Esteban.

-¿Cómo es posible?

-La carta aclara todas las dudas, la mujer afirma que no pudo aguantar el hecho que su marido era narcotraficante, pensaba que iban a pasar toda su vida en la ilegalidad y tenía miedo que pasase lo mismo a su hijo.

-¿Y por eso se suicida? Me cuesta creerlo, nunca habría abandonado a su hijo, sobre todo en esta situación.

-Pero así fue- afirmó Jorge que hasta entonces no había dicho nada.

-Te dejo la copia, me voy - dijo Esteban. -Lo siento mucho- me miró antes de abrir la puerta e irse.

-¿No te parece algo raro?- pregunté.

-Una mujer en depresión, con un hijo menor y un marido narcotraficante, ¿qué le ves de raro?

-¿No se puede pedir otra autopsia?

-La carta lo dice todo, ya está -concluyó Jorge. -¿Qué te dijo el niño?

-Omar me dijo que sus abuelos paternos viven en América del sur y los maternos nunca los conoció.

-Están solo ellos tres, entonces.

-Así es.

-Llamaré a Mariajo para que venga a por él.

No dije nada, mi cabeza seguía pensando en una opción alternativa, pero no la encontraba.

-Vanesa- me llamó Omar.

-Dime- contesté, mientras me aproximaba a él.

-¿A dónde iré yo?

-Una señora muy maja te ofrece alojamiento con otros niños en una bonita casa.

-¿Iré con otra familia, verdad?- me preguntó sin dar muchas vueltas al asunto.

-No lo sé cariño, puede ser, los tiempos son largos y hay familias que tienen preferencias y no te puedo dar una respuesta exacta.

-¿No puedo irme contigo?

-Si fuese para mí estaría encantada, pero no puede ser.

 

-Hola bonito, me llamo María José- saludó la asistenta social vocalizando bien cada palabra.

-Se llama Omar, es español, habla perfectamente castellano- le avisé para que evitase de seguir dando una mala impresión.

-Ah, vale, ya que es de piel más oscura…

-Es lo que hay cuando se mezclan culturas, pero no por eso no podría ser español - la interrumpí.

-Cierto es. Pues, eh … - empezó a pensar.

-Omar - le sugerí.

-Claro, Omar. Pues Omar, ahora te vendrás conmigo y te haré conocer otros niños bonitos como tú.

No dijo nada, se levantó y me miró.

-Gracias por el chocolate caliente y por la gorra, espero que de mayor no me quede tan grande- explicó Omar.

-Es por eso que te gusta jugar al detective- afirmé sorprendida.

-Sí- dijo sonriéndome.

-De mayor serás un agente muy bueno y muy guapo, también- le susurré, mientras le abrazaba fuerte.

-Espero volverte a ver Vanesa- me contestó.

-Sí, nos veremos, te lo prometo- le di dos besos y vi como se alejaban de la oficina.

 

-¿Estás bien?- me preguntó Gonzalo, becario de la comisaría.

-Bueno, a veces este trabajo es muy duro.

-¿Quieres un café?

-No, muchas gracias.

-Quería comentarte que está Jorge un poco enfadado en su despacho.

-¿Qué pasó?

-Parece algo relacionado con la FPA.

“Mierda”, pensé.


 

-¿Puedo?- pregunté.

-¿A ti te parece posible que después de tanto tiempo que hemos dedicado a esta investigación y la increíble operación de esta mañana, la FPA me llame para decirme que la indagación pasa a ellos?

-No me digas- comenté estupefacta.

-No entiendo, joder, todo el tiempo gastado en esta puta investigación, nos merecemos nosotros el mérito y concluirla.

-Ya. - me limité en decir.

-Pero no se acaba aquí, haré lo posible para recuperar mi indagación.

-Entiendo.

-¿Y a ti qué coño te pasa?

-Nada, solo estoy un poco afectada por el día de hoy.

-Ser policía es así, no es un juego.

-Ya, pienso saberlo bien, solo que nada, hoy vimos a una madre muerta, un hijo que acaba de perder sus padres y un padre que acaba de ir a la cárcel y perder todo.

-Cuando te metes en asuntos ilegales, la policía pronto o temprano te pilla.

-Cometió un error y me parece que pagó ya bastante. - afirmé.

-Pues no, tiene que pagar más las consecuencias de sus actos. De toda forma no intente justificarlo, tú estás por parte de los buenos y él por la de los malos.




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