-Buenos días- me saludó Gonzalo cuando llegué a la comisaría.
-Buenos días.
-¿Estás bien?
-No dormí mucho anoche.
-¿Quieres un café?
-No hace falta, gracias - le contesté y fui al vestuario, ya que había dejado mis cosas allí el día anterior.
-¡Joder, perdón!-exclamé cuando entré y vi a Jorge en calzoncillos.
-No pasa nada, pasa- dijo, mientras se estaba poniendo los vaqueros de la uniforme.
No pude evitarlo y vi representado un enorme águila en su espalda.
-No sabía que tenías tatuajes.
-Así es.
-Está guay.
-Gracias. Cuando esté preparada te quiero en mi despacho, tenemos que hablar.
-¿De qué?
-El señor Rodríguez García, o mejor, Ignacio.
“Mierda”, pensé.
-Vale, ahora voy.
-Perfecto y no llegues más tan tarde.
Miré el reloj y mi retraso era exactamente de diez minutos.
“Empezamos bien el día”, reflexioné.
-Aquí estoy- afirmé entrando en el despacho de Jorge.
-Siéntate.
-Fue una visita informal.
-Y yo lo entendería si fuese tu amigo, tu novio, tu hermano, pero no pienso que lo sea.
-Ya, quería saber más.
-Ya no es nuestra la investigación.
-Vale, pero igualmente.
-No lo volverás a hacer.
-No lo volveré a hacer - repetí.
-No me has entendido Vanesa, estás suspendida.
-¿Cómo?
-Así es, lo siento mucho, pero podrías poner en peligro el trabajo de la FPA.
-¿Qué coño dices, Jorge?
-Lo que es. Volverás al trabajo después que una psicóloga certifique que puedes regresar.
-¿Una psicóloga?
-Sí, irás a verle, esta investigación te afectó demasiado, no puedes seguir así.
-Jorge, no digas tonterías.
-¿No te afectó?
No contesté, lo había hecho, incluso de una forma que conciliar el sueño por la noche me costaba mucho.
-No te preocupes, suele pasar a los agentes más débiles.
-Sabes perfectamente que soy una buena agente y que podría aportar mucho en esta indagación.
-¡Ya no es nuestra!- gritó con toda la fuerza que podía usar.
-Pero eso a ti tampoco te gusta, pues hablamos con la FPA y aportamos algo.
-Vanesa, te lo vuelvo a repetir, estás suspendida hasta nuevo orden, coge tus cosas y vete a casa, una pausa te vendrá bien.
-Jorge, estás cometiendo un error, lo sabes - avisé con los ojos lúcidos.
-Lo sé, pero prefiero que haya uno y no varios en el futuro.
-¿Lo dices por mí, tantos errores he cometido?
-No, pero cuando hay en juego las emociones es peligroso y en esta investigación hay vidas humanas por medio.
-Podría aportar mucho, ya que es importante para mí esta investigación, trabajaría día y noche para buscar los grandes jefes, ya lo sabes - expliqué.
-Yo ya te dije todo lo que quería, puedes salir.
-Jorge…
-La psicóloga es muy buena, ya verás, pronto volverás a trabajar.
Decidí no añadir nada más y salí directa hasta mi mesa.
-Empezó de puta madre el día- dije, mientras recogía mis cosas.
-Vanesa, ¿todo bien?
-¡¿En tu opinión?! - contesté sin mirarle a la cara, me habría gustado solo romper todo lo que podía en aquel momento.
Mis manos empezaron a temblar, así que me senté en la silla y lo miré a la cara.
-Lo siento Gonzalo, lo siento- empezaron a bajar lágrimas de mis ojos, mojando las mejillas.
-Ey, ¿qué pasó?
-Estoy suspendida.
-¿Cómo?
-Te deseo que nunca te pase esto.
-¿Qué? ¿No estar suspendido o tener un superior como Jorge?
Me sacó una risa espontánea.
-Gracias Gonzalo.
-Todo irá bien mujer, de verdad.
-¿Te puedo pedir un favor?
-Sí, dime Vanesa.
-Hazme fotocopias de la investigación.
-¿Esa investigación?
-Sí.
-Vanesa.
-Si te pillan tomaré yo la responsabilidad, diré que te obligué.
-¿Quieres acabar así tu carrera de agente?
-No, pero quiero solucionar esta indagación, aunque fuese la última cosa que hago en la vida.