Eran las nueve de la mañana, la habitación estaba iluminada por la luz natural del sol, eran unos rayos que calentaban bastante, el olor primaveral ya se podía notar por las calles, el invierno estaba a punto de acabar y la primavera con todas sus flores coloreadas estaba lista para abrir la nueva temporada.
Estaba tumbada en la cama intentando coger el sueño, aún no había conseguido cerrar los ojos; nunca habría imaginado que la cosa más bonita de ser niña no era jugar todas las tardes, sino, poder dormir sueños tranquilos durante las noches.
De repente el timbre emitió su ruido estridente, me alegré, pensando que ya tenía una excusa para levantarme de la cama, pero al mismo tiempo me sorprendí, no estaba esperando a nadie.
-¿Sí? - dije desde el telefonillo.
-Soy Gonzalo.
-Oh, qué sorpresa, pasa, segunda planta - afirmé, abriendo la puerta.
-Buenos días - me saludó dándome dos besos.
-¿Qué haces aquí? -pregunté extrañada.
-Es mi día de descanso, llevo mucho sin saber de ti, quería verte. Llevé unos croissants - afirmó enseñándome la bolsa con el desayuno.
-Muchas gracias, no tenía que molestarte tanto.
-¡Qué va! - me dijo, mientras andaba hacia el salón. -Wow, aquí parece estar en la comisaría, solo que está todo mucho más ordenado- confesó.
-Ya, estoy estudiando un poco la investigación - afirmé avergonzada.
-Si todos los agentes fueran como tú, no habría indagaciones aún abiertas desde hace siglos.
-¿Cómo?, ¿No te parece una locura lo que estoy haciendo?
-Vanesa - dijo cogiéndome las manos, mientras nos sentábamos en el sofá. - Yo no lo veo mal, si no nunca te habría ayudado con las fotocopias, al contrario, quiero ayudarte más, venía para contarte cositas.
-¿En serio?
-Sí, el ambiente en el trabajo es muy raro, Jorge está más nervioso, más enfadado con el mundo, peor que antes.
-¿Por qué?
-Nadie lo sabe, pero desde que te fuiste y la investigación tiene avance por parte de la FPA está de ese humor.
-Igual quería ser él en conseguir informaciones nuevas, tener éxito, ya sabes.
-Es muy raro, además le pregunté por ti y cambió de tema sin contestarme.
-No hablo con él desde el despido.
-Joder, pensaba que teníais una buena relación.
-Es un buen agente, pero tiene unas ideologías que no comparto totalmente - expliqué.
-Te comprendo. ¿Oye, eso que quieres adoptar es verdad?
-¿Cómo?
-Hay rumores en la oficina, nadie lo afirmó con seguridad, solo se dice.
-¡Es una locura, a saber quién se lo inventó! -exclamé irritada.
-Omar, ¿verdad?
-¿Qué?
-Lo haces por Omar.
Esa afirmación me hizo llenar los ojos de lágrimas, la presión que estaba subiendo era muy fuerte y yo me sentía impotente hacia las personas a las cuales estaba dedicando mis días y noches.
-Oye, es normal, estás sobrecargada, no puedes hacer todo sola. Te voy a ayudar yo.
-No hace falta, de verdad- dije escondiendo la cara con las manos.
-Soy un becario, pero aprendí de la mejor.
Lo miré y me lancé en sus brazos.
-De verdad, te ayudaré- me susurró. -Yo y mi pareja te ayudaremos - afirmó.
-¿Tu novia?
-Mi novio.
-Oh, no sabía que era un chico.
-Ya, es que, bueno, no lo dije por si acaso encontraba agentes como …
-Como Jorge- afirmé acabando por él la frase.
-Pues sí.
-Joder, lo siento.
-No pasa nada, ya estoy acostumbrado - dijo sonriéndome.
-¿Tu novio es policía?
-Científica.
-Oh, muy bien, ¿y dónde trabaja?
Empezó a reír, una suave y dulce risa avergonzada. -Es Andrés.
-¿Andrés?, ¿de la científica?
-Él mismo.
-No me digas. - afirmé extremadamente sorprendida.
-Lo escondemos bien, ¿eh?
-Ya ves, se nota que habéis estudiado.
Gonzalo río y era tan fuerte su emoción que me contagió cayendo en risas a carcajadas muy largas.
-Muchas gracias, de verdad.
-De nada, Vanesa, ten - dijo, entregando una carta cerrada.
-¿Qué es?
-¿No querías saber en qué familia acabó Omar?
-¿Cómo lo conseguiste?
-Te lo vuelvo a repetir, aprendí de la mejor.