Eran solo las dos de la tarde, pero ya vestía con mi pijama con flores coloreadas, no tenía ganas de comer, así que decidí hervir un poco de agua y preparar una infusión de manzanilla para relajarme un poco, o por lo menos, intentarlo.
Mi móvil sonó, era Gonzalo, no me apetecía hablar con nadie, pero no quería hacerle el feo, así que contesté.
-Hola cariño, ¿qué pasó?
-Nada, no ha ido muy bien la mañana.
-¿La psicóloga?
-Así es.
-Joder, ¿quieres comer algo?
-No me apetece, la verdad.
-Bueno, nosotros estamos bajo tu casa con sushi y pizza, no sabíamos que preferías.
-¿Qué dices?
-Si tú no vas a la comida, esta viene a ti.
Reí, nunca había tenido alguien que se preocupara tanto de mí.
-¿Podemos subir?
-Claro -dije, mientras me dirigía al telefonillo para abrirles la puerta.
Colgué y enseguida me los encontré enfrente a la entrada.
Ambos me abrazaron y me dieron dos besos.
-Vamos al comedor, pero tengo que ordenarlo un poco antes de comer.
-Te ayudamos- afirmó Gonzalo.
-No pasa nada- afirmé.
-¡Joder, está guay esto!- exclamó Andrés viendo el toque policial que había dado a mi salón.
-Se lo curra la señorita- dijo Gonzalo, sonriéndome.
-Que todo esto quede entre nosotros, por favor- le avisaba, mientras distribuía los platos y cubiertos.
-Está claro, no te preocupes, nosotros no hemos visto nada- afirmó Gonzalo, mientras Andrés movía la cabeza de arriba a abajo, de acuerdo con lo que estaba diciendo su novio.
-¿Por qué estás de este humor?- me preguntó directo Andrés.
-La psicóloga se ha hecho un cuadro psicólogo muy equivocado.
-¿En qué sentido?
-Pues, en su opinión, sufro de hibristofilia.
-¿Cómo? - río Gonzalo.
-Pues eso.
-Cambia psicóloga.
-Lo que me preocupa es que ella decide mi futuro.
-No lo veo bien esto- afirmó Gonzalo, molesto.
-Ya, ni yo, pero Jorge me dijo que es así.
-Es un cabrón y un gilipollas- confesó Andrés.
-Es mi superior, no puedo decir nada, no me van a escuchar.
-Ya, él se aprovecha de esto- dijo Gonzalo suspirando.
-¿Pero, Ignacio, te gusta?- preguntó Andrés.
-No, pienso que es una buena persona, vale, pero eso.
-¿Nada más?
-Pienso que no- dije moviendo la mirada al plato, aún no había tocado la comida, pero tampoco tenía muchas ganas.
-¡Qué fuerte!- exclamó Gonzalo.
-¿Qué?- pregunté, sin entender.
-¡Qué te gusta!- dijo Andrés, como si yo no me hubiera dado cuenta.
-Qué va, es una barbaridad, no me gusta.
-Suponemos que es un hombre libre, lo ves un día en un pub o un bar, ¿irías a hablar con él?- me preguntó Andrés.
-Bueno- dije, mientras estaba observando el plato.
-Míranos a la cara, Vanesa- afirmó Gonzalo.
-Bueno- dije, mientras los observaba a cada uno fijamente, -bueno, sí, habría intentado entablar una conversación.
-Te gusta.
-No, Andrés, no me gusta.
-No era una pregunta, era una afirmación, él te gusta y te frenas por la situación, claramente. -explicó él.
-Vale, igual me gusta, pero no puedo hacer nada, él es el malo, yo estoy en la banda de lo bueno, o esto se dice y nada más.
-Esta frase me suena mucho a Jorge- afirmó Gonzalo.
-Él me dijo eso.
-¿Y tú te lo crees?
-No, claro que no, Nacho parece la mejor persona del mundo, es verdad que cometió un error, pero reto a cualquiera a tirar la primera piedra si no cometió ninguno.
-Estoy de acuerdo contigo- afirmó Gonzalo.
-Y yo- siguió Andrés.
-En que líos me meto, joder- afirmé.
-El amor no tiene edad, religión y le suda la polla si tú eres policía y él un prisionero. - avisó Andrés.
-No es amor- aclaré.
-Bueno, algo que es más parecido al amor que al odio.
-Eso- dije.
Miré a Andrés y sucesivamente todas las fichas que se encontraban en el salón.
-¿Puedo pedirte un favor?- le pregunté seriamente.
-Dicho así, da miedo- afirmó Andrés, -pero dime- concluyó.
-Haz una autopsia a Aisha.
-¿¡Qué!?- exclamó sorprendido.
-No fue un suicidio.
-Eso dice la carta.
-¿No le hiciste ninguna autopsia?
-No, Jorge no quiso.
-¿Y eso?
-Dijo que la carta sobraba- afirmó Andrés.
-Haz otra autopsia, por favor.
-Si me pillan, me van a suspender indefinidamente.
-Andrés, te lo juro, la respuesta está allí.
-Vanesa, no puedo.
-Por favor, te lo juro que nadie lo descubrirá y si alguien lo sabrá diré que te amenacé.
-¿Es tan importante para ti esta investigación?
-Sí.
-Vale, lo haré, confío en tu sexto sentido.
-Gracias, de verdad. - le dije abrazándolo fuerte.
-Gonzalo me ha dicho que eres una increíble agente, que eres un modelo para él, así que adelante, te apoyo en todo esto. -confesó él.
-Gracias, chicos, me alegro de que alguien no me vea como una loca.
-No lo eres, solo te has encariñado a dos personas y quieres que tengan justicia.
-Hombre igual, avanzando con la investigación, Ignacio no tendrá una pena muy larga y cuando salga podréis conoceros y a saber que pasa- afirmó Gonzalo haciendo fantasías sobre mi futuro con Nacho.
“No lo había pensado, pero un encuentro con él no lo habría rechazado”, pensé entre mí misma.