Amor entre rejas

Capítulo 9 - Una comida alentadora-

Eran solo las dos de la tarde, pero ya vestía con mi pijama con flores coloreadas, no tenía ganas de comer, así que decidí hervir un poco de agua y preparar una infusión de manzanilla para relajarme un poco, o por lo menos, intentarlo.

Mi móvil sonó, era Gonzalo, no me apetecía hablar con nadie, pero no quería hacerle el feo, así que contesté.

-Hola cariño, ¿qué pasó?

-Nada, no ha ido muy bien la mañana.

-¿La psicóloga?

-Así es.

-Joder, ¿quieres comer algo?

-No me apetece, la verdad.

-Bueno, nosotros estamos bajo tu casa con sushi y pizza, no sabíamos que preferías.

-¿Qué dices?

-Si tú no vas a la comida, esta viene a ti.

Reí, nunca había tenido alguien que se preocupara tanto de mí.

-¿Podemos subir?

-Claro -dije, mientras me dirigía al telefonillo para abrirles la puerta.

Colgué y enseguida me los encontré enfrente a la entrada.

Ambos me abrazaron y me dieron dos besos.

-Vamos al comedor, pero tengo que ordenarlo un poco antes de comer.

-Te ayudamos- afirmó Gonzalo.

-No pasa nada- afirmé.

-¡Joder, está guay esto!- exclamó Andrés viendo el toque policial que había dado a mi salón.

-Se lo curra la señorita- dijo Gonzalo, sonriéndome.

-Que todo esto quede entre nosotros, por favor- le avisaba, mientras distribuía los platos y cubiertos.

-Está claro, no te preocupes, nosotros no hemos visto nada- afirmó Gonzalo, mientras Andrés movía la cabeza de arriba a abajo, de acuerdo con lo que estaba diciendo su novio.

-¿Por qué estás de este humor?- me preguntó directo Andrés.

-La psicóloga se ha hecho un cuadro psicólogo muy equivocado.

-¿En qué sentido?

-Pues, en su opinión, sufro de hibristofilia.

-¿Cómo? - río Gonzalo.

-Pues eso.

-Cambia psicóloga.

-Lo que me preocupa es que ella decide mi futuro.

-No lo veo bien esto- afirmó Gonzalo, molesto.

-Ya, ni yo, pero Jorge me dijo que es así.

-Es un cabrón y un gilipollas- confesó Andrés.

-Es mi superior, no puedo decir nada, no me van a escuchar.

-Ya, él se aprovecha de esto- dijo Gonzalo suspirando.

-¿Pero, Ignacio, te gusta?- preguntó Andrés.

-No, pienso que es una buena persona, vale, pero eso.

-¿Nada más?

-Pienso que no- dije moviendo la mirada al plato, aún no había tocado la comida, pero tampoco tenía muchas ganas.

-¡Qué fuerte!- exclamó Gonzalo.

-¿Qué?- pregunté, sin entender.

-¡Qué te gusta!- dijo Andrés, como si yo no me hubiera dado cuenta.

-Qué va, es una barbaridad, no me gusta.

-Suponemos que es un hombre libre, lo ves un día en un pub o un bar, ¿irías a hablar con él?- me preguntó Andrés.

-Bueno- dije, mientras estaba observando el plato.

-Míranos a la cara, Vanesa- afirmó Gonzalo.

-Bueno- dije, mientras los observaba a cada uno fijamente, -bueno, sí, habría intentado entablar una conversación.

-Te gusta.

-No, Andrés, no me gusta.

-No era una pregunta, era una afirmación, él te gusta y te frenas por la situación, claramente. -explicó él.

-Vale, igual me gusta, pero no puedo hacer nada, él es el malo, yo estoy en la banda de lo bueno, o esto se dice y nada más.

-Esta frase me suena mucho a Jorge- afirmó Gonzalo.

-Él me dijo eso.

-¿Y tú te lo crees?

-No, claro que no, Nacho parece la mejor persona del mundo, es verdad que cometió un error, pero reto a cualquiera a tirar la primera piedra si no cometió ninguno.

-Estoy de acuerdo contigo- afirmó Gonzalo.

-Y yo- siguió Andrés.

-En que líos me meto, joder- afirmé.

-El amor no tiene edad, religión y le suda la polla si tú eres policía y él un prisionero. - avisó Andrés.

-No es amor- aclaré.

-Bueno, algo que es más parecido al amor que al odio.

-Eso- dije.

Miré a Andrés y sucesivamente todas las fichas que se encontraban en el salón.

-¿Puedo pedirte un favor?- le pregunté seriamente.

-Dicho así, da miedo- afirmó Andrés, -pero dime- concluyó.

-Haz una autopsia a Aisha.

-¿¡Qué!?- exclamó sorprendido.

-No fue un suicidio.

-Eso dice la carta.

-¿No le hiciste ninguna autopsia?

-No, Jorge no quiso.

-¿Y eso?

-Dijo que la carta sobraba- afirmó Andrés.

-Haz otra autopsia, por favor.
-Si me pillan, me van a suspender indefinidamente.

-Andrés, te lo juro, la respuesta está allí.

-Vanesa, no puedo.

-Por favor, te lo juro que nadie lo descubrirá y si alguien lo sabrá diré que te amenacé.

-¿Es tan importante para ti esta investigación?

-Sí.

-Vale, lo haré, confío en tu sexto sentido.

-Gracias, de verdad. - le dije abrazándolo fuerte.

-Gonzalo me ha dicho que eres una increíble agente, que eres un modelo para él, así que adelante, te apoyo en todo esto. -confesó él.

-Gracias, chicos, me alegro de que alguien no me vea como una loca.

-No lo eres, solo te has encariñado a dos personas y quieres que tengan justicia.

-Hombre igual, avanzando con la investigación, Ignacio no tendrá una pena muy larga y cuando salga podréis conoceros y a saber que pasa- afirmó Gonzalo haciendo fantasías sobre mi futuro con Nacho.

“No lo había pensado, pero un encuentro con él no lo habría rechazado”, pensé entre mí misma.

 




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