-¿Quieres ver los dibujos? - pregunté a Omar cuando nos sentamos en el sofá.
-Quiero ver a mi padre- afirmó.
-Hoy mismo organizo una visita, ¿sí?
-Vale.
El telefonillo emitió su ruido estridente.
-¿Quién es?
-Unos amigos, de la comisaría.
-¿Por qué les llamaste? - me preguntó asustado.
-No vienen a por ti, cariño, teníamos que hablar.
-¿De esa investigación?
-Sí.
-Quiero escuchar yo también- dijo decidido, cruzando los brazos.
-No, Omar, es mejor que no.
-¡Es mi familia!- gritó.
Tenía razón, pero ya no quería verle sufrir.
-Omar, déjame hacer a mí, ¿vale?
-Pero…
-Te lo contaré todo, pero antes tengo que hablar con estos chicos.
No dijo nada, solo bostezó y entonces pensé que aquella noche no había dormido mucho.
-Échate en la cama, ¿sí? Luego te preparo un almuerzo exquisito.
-¿En nuestra cama?
-Claro, en la nuestra- sonreí pronunciando aquellas simples palabras.
Mientras abría la puerta a Gonzalo y Andrés, Omar se fue a la habitación.
-Hola Vanesa- me abrazaron, pero era un contacto frío, preocupado.
-Sentaros y contarme todo.
-Antes de todo, ¿sabes algo de Omar? Jorge está preocupado.
“Mierda”, pensé, dándome cuenta de que aún no había llamado a su familia.
-Lo encontré hace una hora en su antigua casa, en nada llamaré a ellos.
-¿Sus padres?
-Ellos - repetí, para mí no eran sus progenitores, no se merecían aquella palabra.
-Ahora está tumbado en la habitación, no durmió mucho anoche- expliqué.
-¿Entonces podemos hablar del asunto?
-Sí, y ya, necesito saber.
-No fue un suicidio, ya te dije, obviamente no lo fue, hay signos de abuso sexual, tiene unos varios cortes en la zona entre el clítoris y la vagina; restos de esperma.
-¿La violaron y luego la mataron?
-No, antes la mataron y luego abusaron de ella… bueno, parece que fue un solo hombre.
Escuchar aquellas atrocidades me estaba creando un estado de rabia mezclado con ansiedad. Empecé a respirar a fondo, necesitaba estar lúcida, pensar cómo seguir la investigación.
-Es algo, que no sé como describir- afirmó Gonzalo, agarrándome la mano.
-¿Podemos analizar el esperma?- pregunté entrando en mi parte más lógica y dejando fuera la emoción de rabia que me estaba comiendo por dentro.
-Ya lo sabes, no me lo dejan hacer sin la autorización.
-Joder.
-Aisha murió por todas las puñaladas que le dio el asesino.
-¿Cuántas? - pregunté, aunque realmente no lo quería saber.
-Treinta y tres- susurró, suspirando.
No sabía qué decir, estaba petrificada, pensando en que alguien tenía tanta rabia, odio y seguía andando por las calles.
-Te llevé unas fotos- dijo Andrés pasándome una cartilla blanca.
La abrí despacio, con miedo.
-Mira, esa es la espalda - afirmó.
Las puñaladas parecían estar hechas de una forma decida, con un sentido lógico.
-Parece un ave, un pájaro o, no lo veo bien - afirmé.
-Sí, es un dibujo, como si fuese una firma, pero no se puede apreciar- dijo Andrés.
-¡Tenemos que hacer algo, hay un asesino libre que acaba de matar y violar una mujer!- exclamé intentando mantener el tono de voz bajo, para que Omar no pudiese escuchar.
-Lo había dicho que no era un suicidio- dijo Omar, al lado de la puerta.
-Cariño- susurré.
Él, sin decir nada, se acercó a mí y me abrazó, explotando y empezando a llorar.
-Omar, respira, por favor- le decía.
Estaba teniendo un ataque de ansiedad y sollozar no le ayudaba.
-Escúchame, hoy mismo, te lo juro, encarcelaré ese cabrón. Te lo juro- confesé y solo entonces me di cuenta de que lo pensaba de verdad, no lo contaba para tranquilizarlo, aquel día no habría acabado sin descubrir quién era el monstruo.
-Chicos, necesito que os quedéis con Omar, ¿sí? Tengo que ir a un lugar.
-Sí, nos quedamos con él, hoy descansamos, así que no tenemos problemas.
-Cariño, me voy, no tardaré, en una hora estoy de vuelta y tendré el nombre de quién estamos buscando, ¿vale?
-Sí.- dijo secándose las mejillas con la mano.
-Te prometo que todo saldrá bien- dije abrazándolo.
-Vanesa, ¿dónde irás?- preguntó Andrés levantándose del sofá.
-Me falta un sitio, donde aún no fui.
-¿Su barrio?
-Sí, hablaré con sus compañeros.
-Ten cuidado- afirmó Andrés.
-Te acompaño- avisó Gonzalo.
-No, Omar os necesita. Puedo estar sola.
-No tengo dudas- dijo Gonza abrazándome.
Cogí mi bolso, la pistola y salí.
El trayecto era de unos veinte minutos, pero saltándome unos semáforos y sin respetar los límites de velocidad llegué en diez minutos.
Aparqué justo a la entrada del barrio de las drogas, así lo definía, anduve hasta la famosa plaza, donde habría tenido que encontrar a los amigos de Nacho y por mi gran suerte, fue así.
-Hola chicos.
Uno de ellos, enseguida, sacó una navaja bien afilada.
-Necesito que me ayudéis- afirmé sin preocuparme mucho del arma.
-¿Eres policía?
-No.
-Una mujer guapa y pija por aquí, ¿te has perdido? - preguntó, riendo, otro chico que estaba sentado en lo que era, antiguamente, un banco.
-Joder, pedazo de amigos tiene Nacho.
-¿Qué sabes de él? - preguntó levantándose y acercándose a mí.
-Ya no ríes, ¿eh? Necesito que me ayudéis.
-¿Quién coño eres? - empezaron a acercarse con aire amenazador.
-Si queréis darme miedo, así no va a funcionar.
Los chicos se miraron entre ellos y se calmaron.
-Era agente de policía, fui yo que encontré Aisha, muerta, mis compañeros se llevaron a Ignacio, pasaron cosas y yo ya no soy agente, me suspendieron, pero decidí seguir la investigación por mi cuenta; acabo de descubrir que Aisha fue asesinada y violada, quiero ese monstruo en mis manos, hoy - intenté resumir todo lo que había pasado en las últimas semanas.