Amor entre rejas

Capítulo 14 - La dura verdad -

-¿Quieres ver los dibujos? - pregunté a Omar cuando nos sentamos en el sofá.

-Quiero ver a mi padre- afirmó.

-Hoy mismo organizo una visita, ¿sí?

-Vale.

El telefonillo emitió su ruido estridente.

-¿Quién es?

-Unos amigos, de la comisaría.

-¿Por qué les llamaste? - me preguntó asustado.

-No vienen a por ti, cariño, teníamos que hablar.

-¿De esa investigación?

-Sí.

-Quiero escuchar yo también- dijo decidido, cruzando los brazos.

-No, Omar, es mejor que no.

-¡Es mi familia!- gritó.

Tenía razón, pero ya no quería verle sufrir.

-Omar, déjame hacer a mí, ¿vale?

-Pero…

-Te lo contaré todo, pero antes tengo que hablar con estos chicos.

No dijo nada, solo bostezó y entonces pensé que aquella noche no había dormido mucho.

-Échate en la cama, ¿sí? Luego te preparo un almuerzo exquisito.

-¿En nuestra cama?

-Claro, en la nuestra- sonreí pronunciando aquellas simples palabras.

Mientras abría la puerta a Gonzalo y Andrés, Omar se fue a la habitación.

-Hola Vanesa- me abrazaron, pero era un contacto frío, preocupado.

-Sentaros y contarme todo.

-Antes de todo, ¿sabes algo de Omar? Jorge está preocupado.

“Mierda”, pensé, dándome cuenta de que aún no había llamado a su familia.

-Lo encontré hace una hora en su antigua casa, en nada llamaré a ellos.

-¿Sus padres?

-Ellos - repetí, para mí no eran sus progenitores, no se merecían aquella palabra.

-Ahora está tumbado en la habitación, no durmió mucho anoche- expliqué.

-¿Entonces podemos hablar del asunto?

-Sí, y ya, necesito saber.

-No fue un suicidio, ya te dije, obviamente no lo fue, hay signos de abuso sexual, tiene unos varios cortes en la zona entre el clítoris y la vagina; restos de esperma.

-¿La violaron y luego la mataron?

-No, antes la mataron y luego abusaron de ella… bueno, parece que fue un solo hombre.

Escuchar aquellas atrocidades me estaba creando un estado de rabia mezclado con ansiedad. Empecé a respirar a fondo, necesitaba estar lúcida, pensar cómo seguir la investigación.

-Es algo, que no sé como describir- afirmó Gonzalo, agarrándome la mano.

-¿Podemos analizar el esperma?- pregunté entrando en mi parte más lógica y dejando fuera la emoción de rabia que me estaba comiendo por dentro.

-Ya lo sabes, no me lo dejan hacer sin la autorización.

-Joder.

-Aisha murió por todas las puñaladas que le dio el asesino.

-¿Cuántas? - pregunté, aunque realmente no lo quería saber.

-Treinta y tres- susurró, suspirando.

No sabía qué decir, estaba petrificada, pensando en que alguien tenía tanta rabia, odio y seguía andando por las calles.

-Te llevé unas fotos- dijo Andrés pasándome una cartilla blanca. 

La abrí despacio, con miedo.

-Mira, esa es la espalda - afirmó.

Las puñaladas parecían estar hechas de una forma decida, con un sentido lógico.

-Parece un ave, un pájaro o, no lo veo bien - afirmé.

-Sí, es un dibujo, como si fuese una firma, pero no se puede apreciar- dijo Andrés.

-¡Tenemos que hacer algo, hay un asesino libre que acaba de matar y violar una mujer!- exclamé intentando mantener el tono de voz bajo, para que Omar no pudiese escuchar.

-Lo había dicho que no era un suicidio- dijo Omar, al lado de la puerta.

-Cariño- susurré.

Él, sin decir nada, se acercó a mí y me abrazó, explotando y empezando a llorar.

-Omar, respira, por favor- le decía.

Estaba teniendo un ataque de ansiedad y sollozar no le ayudaba.

-Escúchame, hoy mismo, te lo juro, encarcelaré ese cabrón. Te lo juro- confesé y solo entonces me di cuenta de que lo pensaba de verdad, no lo contaba para tranquilizarlo, aquel día no habría acabado sin descubrir quién era el monstruo.

-Chicos, necesito que os quedéis con Omar, ¿sí? Tengo que ir a un lugar.

-Sí, nos quedamos con él, hoy descansamos, así que no tenemos problemas.

-Cariño, me voy, no tardaré, en una hora estoy de vuelta y tendré el nombre de quién estamos buscando, ¿vale?

-Sí.- dijo secándose las mejillas con la mano. 

-Te prometo que todo saldrá bien- dije abrazándolo.

-Vanesa, ¿dónde irás?- preguntó Andrés levantándose del sofá.

-Me falta un sitio, donde aún no fui.

-¿Su barrio?

-Sí, hablaré con sus compañeros.

-Ten cuidado- afirmó Andrés.

-Te acompaño- avisó Gonzalo.

-No, Omar os necesita. Puedo estar sola.

-No tengo dudas- dijo Gonza abrazándome. 

Cogí mi bolso, la pistola y salí.

El trayecto era de unos veinte minutos, pero saltándome unos semáforos y sin respetar los límites de velocidad llegué en diez minutos.

Aparqué justo a la entrada del barrio de las drogas, así lo definía, anduve hasta la famosa plaza, donde habría tenido que encontrar a los amigos de Nacho y por mi gran suerte, fue así.

-Hola chicos.

Uno de ellos, enseguida, sacó una navaja bien afilada.

-Necesito que me ayudéis- afirmé sin preocuparme mucho del arma.

-¿Eres policía?

-No.

-Una mujer guapa y pija por aquí, ¿te has perdido? - preguntó, riendo, otro chico que estaba sentado en lo que era, antiguamente, un banco.

-Joder, pedazo de amigos tiene Nacho.

-¿Qué sabes de él? - preguntó levantándose y acercándose a mí.

-Ya no ríes, ¿eh? Necesito que me ayudéis.

-¿Quién coño eres? - empezaron a acercarse con aire amenazador. 

-Si queréis darme miedo, así no va a funcionar. 

Los chicos se miraron entre ellos y se calmaron.

-Era agente de policía, fui yo que encontré Aisha, muerta, mis compañeros se llevaron a Ignacio, pasaron cosas y yo ya no soy agente, me suspendieron, pero decidí seguir la investigación por mi cuenta; acabo de descubrir que Aisha fue asesinada y violada, quiero ese monstruo en mis manos, hoy - intenté resumir todo lo que había pasado en las últimas semanas.




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