Narra Cameron
Camino tranquilamente hacia la escuela, estoy de muy buen ánimo. Esa tarde que me fuí a casa con Aaron pude conocerlo más.
No dedicamos a hacer preguntas al azar para ir de a poco, él respeta mi decisión de ir lento.
Sigo sonrojandome mucho con él, no lo puedo controlar. Dice que me veo adorable pero yo quiero poder hablar normalmente con él. Sin tartamudear, sin ponerme tan nervioso.
Hoy salí de casa decidido a cambiar, poco a poco, pero lo haré. Quiero poder corresponderle cuando me dice cosas lindas o cuando hace cosas lindas por mi, por eso, llevo un pequeño regalo para él en mi mochila.
Levanto la mirada al haber llegado, no veo por ninguna parte a Leti por lo que espero un poco la entrada.
El cielo gris me dice que pronto lloverá, cosa que amo. El clima así, para mi, es lo mejor. Me gusta el frío más que cualquier cosa, y aunque el sol da un buen ambiente, con estos días puedo disfrutar de mis canciones con la lluvia como música de fondo.
A los minutos las gotas de lluvia comienzan a caer y debo entrar a clases, camino a la sala cuando recibo una llamada de Leti.
Dice que se resfrío por bañarse muy tarde y se siente horrible, asi que faltará clases hoy. Su última frase tras el teléfono es un "Pasa mucho tiempo con tu hombre".
Dios, si creo que hasta se hizo la boda en su mente.
Entro a la sala de clases y hay muy pocos. Otra cosa buena de este clima, para mi, es que espanta a varios haciendo que falten y sea más tranquilo.
Me acomodo en mi lugar y espero al timbre. Justo cuando lo tocan entra Aaron con una chaqueta de cuero café, jeans negros y botas militares.
Se ve guapísimo y yo no soy el único que lo piensa, cada chica del salón suspira al verlo. Me hace pensar en lo que dijo cuando llegó.
¿De verdad quiere que me enamore de él? No sería difícil pero me da algo de miedo, siento que saldré herido de alguna manera.
Regreso la vista a Aaron cuándo se sienta a mi lado. Su cabello está algo húmedo y me entran unas enormes ganas de pasar mis manos por el. De seguro ya está lloviendo.
– Hola Cameron.
– Hola, ¿Que tal?
Hablamos un poco hasta que llega el profesor y guardamos silencio. Al ser pocos no nos dan mucho que hacer y varios minutos antes podemos salir del salón.
Me acuerdo del regalo y se me ocurre con que podemos acompañarlo asi que algo tímido le hago una invitación.
–Te invito un café.
–Woow... ¿Encerio?
– Solo si quieres, tengo algo que quiero darte.
– Claro que quiero, vamos- se acerca más a mi y rodea mis hombros con su brazo- ¿Qué es lo que quieres darme?
– No te lo diré, tendrás que esperar.
– ¿Me das una pista?
– Solo diré que te gustará.
Sonrio em mi mente por que de verdad lo creo. Mi regalo son unas galletas con chispas de chocolate, sé que ama los dulces igual que yo.
–Que me gustará... ¿Me darás un beso?
Mi cara arde por completo ante sus palabras. Dios, ¿Asi o más directo? No puedo creerlo.
– No-o... n-o es es-o.
– Rayos. Bueno había que intentarlo.
Camino más rápido y llego a la cafetería que hay en la escuela. Está abierta todo el día por lo que no hay problemas con que hayamos salido más temprano de clases.
Pido dos cafés, Aaron lo pide solo y yo con leche. Los pago y seguimos caminando.
Vamos al patio y nos sentamos bajo un techo de metal que pertenece a la sala de musica, refugiandonos de la lluvia.
– Bueno Cameron, estoy ansioso por ese regalo.
– Primero que nada, dile Cam. Me gusta que las personas a mi alrededor me digan así, el Cameron queda para los desconocidos.– él asiente– Y segundo, cierra los ojos.
Hace lo que le pido, y yo busco en mi mochila el pote con las galletas. Me pongo nervioso de solo pensar en lo que estoy haciendo.
Nunca le he dado nada a nadie que no sea Leti o mis padres. Y sumándole que es Aaron... me hace pensar en lo que hago, yo solo quiero agradarle.
Sostengo el pote frente a sus ojos y doy un largo suspiro.
– Ya puedes abrir los ojos– lo hace lentamente aumentando mis nervioso– Puede ser raro que siendo hombre te dé esto, pero es algo en lo que soy bueno y se me ocurrió que podía hacer algunas para ti.
– ¿De verdad son para mi?– yo asiento, desviando un poco la mirada
Aaron suelta un grito de felicidad y se lanza a las galletas. Saca una con rapidez y le da una mordida.
– Oh dios... dulce... Es el cielo. Gracias Cam, estan deliciosas, ¿Tu las hiciste?
– Si d-de nada, ¿Si... Si te gustan?
– ¡Me encantan!
Se come la galleta de su mano y se lanza a abrazarme. Pierdo el equilibrio y terminamos acostados en el suelo. Aaron sobre mí.
Se separa un poco y se me queda viendo. Aparta un mechón de mi claro cabello que tengo sobre los ojos, y se acerca poco a poco.
– Cam... Quiero besarte... Voy a besarte... ¿Puedo besarte?
Se me corta la respiración y mis mejillas toman el ya conocido color rojo.
No digo nada y ya queda muy poco espacio entre nosotros.