Narra Cameron
Habían pasado solo unos días desde que acepté todo.
Terminé de procesar en lo que se había convertido mi vida. Quienes llegaron y quiénes están. Aaron y Leti.
Como siempre la alarma suena y me anuncia un nuevo día. Cubro mi cabeza con la almohada y me pregunto si de verdad vale la pena levantarme.
El rostro de Aaron llega a mi y me levanto rápidamente.
Corro a asearme y preparar todo para la escuela. Bajo las escaleras con una gran sonrisa en mi rostro.
– Buenos días hijo, ¿como amaneciste?
– Bien papá, ¿Y tú?
– No tan bien como tu, al parecer. Te ves radiante.
Le saco la lengua de manera infantil y voy a la cocina donde está mamá con unas tostadas.
– Buen día hijo, ya está tu desayuno.
– Gracias ma, hoy me he levantado con mucha hambre.
– Claro bebé, estas creciendo. Pronto estarás casado con una bella mujer y con unos hijos preci...
La dejo seguir hablando. La verdad es que no le presto atención. Por primera vez sus comentarios me resbalan.
Es como si nadie pudiera romper mi burbuja de felicidad.
Termino rápido y me voy a la escuela.
De camino me topo un perrito y lo acaricio un poco de manera boba.
Continúo mi camino y veo la reja de la escuela. Con lo que me he demorado ha llegado hasta Aaron.
– Hola chicos.
Ellos dejan de hablar y me miran, Leti algo burlona y Aaron... bueno el solo me mira.
– Hola Cam.
– Si, hola Cam.
Golpeo el brazo de Leti al captar sus intenciones de molestar. Se queja y dice que nos ve en el salón.
Aaron envuelve sus brazos en mi, corfortandome del frío clima. Lentamente le devuelvo en pequeño abrazo, él parece sorprendido pero no dice nada. Nos acercamos muy despacio y unimos nuestros labios.
Sabe dulce como siempre.
Me aprieta más a él y yo empiezo a temblar. Cuando vemos que nuestros pulmones piden ayuda, nos separamos despacio.
Caminamos abrazados hacia el interior. Algunos nos miran raro, otros con enviadia y el resto simplemente no nos presta atención.
– ¿Cómo amaneciste hoy galletita?- dice él
– ¿Ga-galletita?- me sonrojo por el apodo y el ríe bajito
– Sep, me encantan los dulces y me encantas tú. Una increíble combinación.
– Pu-pues bie-en. ¿Y tu?
– Muy bien al saber que puedo verte cada día.
Se me escapa un suspiro sin poder evitarlo. Él me acerca más a su cuerpo y el frío que aún había en mi desaparece.
Es tan cálido, y me hace sentir tan seguro a su lado. Necesito hacerle saber lo que siento, aunque no soy de muchas palabras, si puedo demostrárselo lo haré.
Me acerco rápido a su cara y le doy un pequeño beso en la comisura de su labio, desviando la mirada avergonzado en cuanto el contacto acaba.
Aaron se sorprende y me ve con los ojos bien abiertos. Su rostro dice que no se lo esperaba para nada. Poco a poco sus mejillas se tornan algo rojizas y me desvía la mirada.
¡No puedo creerlo, se ha sonrojado!
Creía que solo yo podía hacerlo con sus palabras y acciones pero he logrado que se sonroje. Hago un bailecito en mi cabeza por ello.
– Me sorprendiste.
– Yo... bueno... yo te quie...
Él abrió aun más sus ojos a medida que yo hablaba. Sin embargo, no alcancé a terminar mi frase cuando él timbre sonó y el ruido me asustó, logrando que pegara un salto y no terminara de hablar.
Pasamos por alto aquello entramos al salón comenzando las clases como si nada hubiera pasado.
No sé si odiar al mendigo timbre por interrumpirme o hacerle un altar por evitar que me sonrojara más que nunca.
No hablamos mucho en clases porque tuvimos que prestarle atención al profesor, pues estábamos cerca de pruebas.
Durante dos intensas horas no solo anoté mucha materia, también pensé en lo que casi hago. Estuve a poco de confesarme.
¡Dios! Ni siquiera sé si estoy listo para decírselo, es una locura pensando en el tiempo que llevamos de conocernos... ¡Pero vamos! Mi vida ha sido una locura desde que llegó y las palabras estaban fluyendo como si tuvieran vida.
Recuesto mi cabeza en la mesa, agotado. Cierro los ojos por un momento y escucho a las perdonas tomar sus cosas y salir del salón.
Al volver a mi posición anterior, veo que quedan pocos en el salón. Aaron está tomando sus cosas y se levanta regalándome una sonrisa. Veo mi mesa y hay una pequeña nota.
"Te veo en el salón de música a la hora de comer"
Debió ser Aaron. De seguro quiere que comamos juntos, pero ¿Por qué en el salón de música?
Salgo del salón y busco a Leti, le cuento todo y ella se emociona, cree que Aaron quiere pedirme que salga con él. El pensar en ello me pone nervioso.
Aaron y yo... ¿Novios?... ¿Podrá ser?
Me pasó pensando en eso el resto del día hasta la hora del almuerzo. Voy por algo de comer y me dirijo a la sala de música.
Los pasillos están silenciosos ya que todos están comiendo. Mis pisadas hacen un pequeño eco entreteniéndome hasta que llego a mi destino.