El interior del árbol era surreal, era como si este supiera lo que “Chak” y Angelinna necesitaban y lo tuviera dispuesto para ellos. Había una gran cama que estaba cubierta con sábanas tan blancas que costaba trabajo mirarlas sin que te dañaran la vista, unas almohadas rellenas de plumas reposaban sobre esta, la cabecera era de cedro con un hermoso tallado que daba la apariencia de ser las ramas de un cerezo con sus delicadas flores.
A cada lado de la cama se encontraban unos buros, trabajados de una manera tan magistral que aparentaban ser pequeños arbolitos; de las paredes colgaban tantas enredaderas que apenas dejaban ver un poco del hermoso color marfil que estaba abajo. El piso era de piedra maciza y se encontraba decorado con una fina alfombra tejida tan exquisitamente que bien podía pertenecer sin problemas a un jeque árabe; por ultimo a un extremo de la sala se hallaba una salita con tres cómodos sillones.
“Chak” se dispuso a depositar de manera suave a Angelinna sobre la blanca cama, le quito los zapatos y la observo detenidamente por primera vez desde que la conocía. Tenía un aspecto pálido y desmejorado, grandes ojeras debajo de los ojos, estaba con la ropa toda sucia y el cabello enmarañado; cuando llego a las muñecas vio las consecuencias del encierro en ellas, al igual que en los tobillos, sintió arder dentro de él una rabia tan grande que inconscientemente le dio un puñetazo a la cabecera de la cama.
Angelinna se removió en la cama a causa del ruido provocado por el golpe, pero como estaba tan cansada no se despertó.
— ¡Maldita sea!— murmuro “Chak” —son unas reverendas bestias, hare que paguen por todas sus porquerías.
Saco un pañuelo que traía en el pantalón y de la manera más suave y delicada que pudo limpio las heridas de ella.
—Te protegeré— volvió a susurrar “Chak”, mientras seguía con su labor—no dejare que los monstruos te devoren, princesa—. Una vez que hubo terminado de curarlas, dirigió sus pasos hacía donde se encontraban los sillones, se acostó en el más grande y rápidamente él también se quedó dormido.
Angelinna.
Estoy en medio del bosque, muerta de miedo y confieso, que, en el fondo también de curiosidad; es la primera vez que estoy en un lugar como este y no sé lo que me pueda encontrar.
Es un lugar realmente aterrador, muy silencioso y oscuro, lo único que rompe el silencio es el viento, que al chocar contra los arboles crean una sinfonía un poco tétrica.
Los búhos empiezan su ulular y cada rama que piso chasquea bajo mis pies; saben, olviden lo que acabo de decir, este no es un lugar silencioso en absoluto.
Comienzo a sentir como un centenar de ojos me observan desde todas las posibles direcciones.
Un miedo extraño se empieza a apoderar de mí, de una manera rápida y sin alguna explicación; siento que algo se aproxima a mí desde algún lugar que no logro descifrar. Esa sensación invade cada célula de mi cuerpo, impidiendo que me mueva de mi lugar.
“Cielo santo, mueve las piernas de una buena vez o te vas a morir” me regaña mi voz interna, pero solo Dios sabe que por más que trato mis piernas no me responden.
Me he quedado petrificada en aquel sitio; todo es oscuridad a mi alrededor y no puedo evitar pensar que es mi fin, a mi mente se vienen todos los sucesos más importantes de mi vida como si de una película se tratara.
Se acerca cada vez más, está a punto de atraparme; es como un torbellino de desgracia y pesadumbre.
— ¡AHHHH!, sueeltamee— alcanzo a gritar de modo desesperado. Todo queda en tinieblas y cuando creo que aquello terminaría abro los ojos.
Sí, todo fue una pesadilla, despierto mojada en sudor y con la respiración y el pulso acelerados.
Poco a poco me voy tranquilizando, miro a mi alrededor y veo que me encuentro en un lugar hermoso, lleno de luz. Está lleno de naturaleza y produce una gran paz y tranquilidad; todo lo opuesto al horrible lugar que aparecía en mi pesadilla.
De repente, veo aparecer una melena pelirroja de detrás de uno de los sillones que hay en el fondo, sin poder creerlo veo que es “Chak” que se apresura a venir hacia mí.
— ¿Estas bien?— me pregunta todo agitado, aunque no entiendo por qué tendría que estarlo; bueno, siendo sincera, últimamente no entiendo nada del caos que se volvió mi vida.
—Sí, si— digo casi en un susurro —solo tuve una pesadilla horrible— aclaro, ya que no lo veo muy convencido.
Acto seguido, me acerca un vaso con agua, que me pregunto de donde saco ya que no veo ningún lugar lógico de donde lo pudo haber tomado, pero, como me muero de sed a causa del terrorífico sueño, omito la pregunta que se forma en mi cabeza y solo me limito a tomar el vaso y beberme el contenido.
—Con calma— me dice y sonríe de lado.
“Tiene una hermosa sonrisa, ¿cierto?”, inquiere mi subconsciente y no puedo evitar sentir que me pongo colorada al pensar en eso.
— ¿Dónde estoy?, ¿Cómo fue que llegamos aquí?, ¿eres bueno o malo?, ¿vas a matarme?— escupo esas preguntas de manera instintiva sin darme cuenta después de beberme el agua.
“Chak”, al escuchar esas preguntas salir de la boca de Angelinna, se quedó atónito; pero en el fondo no podía culparla; ya que la primera vez que se habían visto él no estaba con la mejor compañía posible, es más, ahora que lo pensaba mejor, le sorprendía el hecho de que esas dudas no hubieran sido expresadas antes por ella. Así que solo se limitó sentarse en la cama manteniendo una distancia prudente y respiro profundo antes de comenzar a hablar.
—Son muchas al mismo tiempo— respondió este ante mi avalancha de cuestionamientos—, vamos de una por una; primero, estamos en el interior de un árbol mágico…
— ¿Un árbol mágico?— lo interrumpo antes de que siga con su explicación.
—Sí, mágico, Angelinna, por si no te has dado cuenta todos los árboles que existen en este bosque tienen diferentes habilidades y son muy útiles si los sabes domar—, al decir esto último, noto suficiencia en su voz, eso me da a entender que sabe de lo que habla.