CAPITULO 1

Demasiado tiempo nos dejó la irremediable separación del deseo pero por fin sabía que volveríamos a vernos. Las horas acechaban en contra de ese esperado reencuentro , el otoño llegaba quebradizo... sus tonos rojizos estallaban la melancolía de las pocas horas que nos separaban .El tiempo que se hizo eterno pasaría de largo y descendiendo de aquel tren por fin me encontré con tu mirada. Nos abrazamos tan fuerte que sentí como se quebrantaron cada uno de mis frágiles huesos, sonaba idéntico al sonido del crujir de esas hojas otoñales que descansan en el suelo después de ser despojadas del árbol que un día cubrieron y sin querer paseas sobre estás anunciando tus pasos con esa melodía en un bosque de paisaje otoñal. Poco a poco nuestros cuerpos se separaron pero nuestras miradas quedaron fijas hasta sentir el estallido brotar en nuestros labios, ese dulce y apasionado roce que hizo incluso devolver ese vestido de hojas a un árbol desnudo, esa pasión desbordada, después de tanto tiempo de espera...de tantas ganas. El ansia recorría nuestro cuerpo haciéndolo vibrar como un seísmo o el mismo terremoto emocional, ese beso correspondido con nuestras lascivas caricias recorriendo nuestro ser, el mundo comenzó a temblar pero nosotros seguimos ahí anclados en ese beso eterno como esos mosquitos atrapados en ámbar durante millones de años el mundo sigue pero ellos se quedan ahi atrapados para siempre refugiados en el olvido congelados en un beso interminable. Tan solo fueron unos minutos el solsticio se generaba y ellos debían despedirse con esa amargura , valía la pena esperar todas las estaciones del mundo por tan solo ese momento de gloria, ese instnte que solo era suyo . El verano se alejaba pero sin dejar de mirar a su eterna enamorada la estación otoñal que debería estar vigente hasta la llegada de su crudo sucesor el invierno más temido. Las hojas seguían su curso abandonando ese árbol k la primavera vistió de elegancia, el verano tiño con su ardor el deseo, la pasión, el desenfreno llegando la bella otoño que se ocupó de desnudar su cuerpo, de besar a su eterno amor hasta el maldecido cambio de estación.