Amor Estupido Dinero Y Chocolate

CAPITULO III EL PLAN

Estaba yo, diseñando la última campaña publicitaria para la nueva colección de ropa de Helena; y estábamos en los plazos finales para el lanzamiento. La campaña estaba lista desde hacía dos días; pero Helena planificó que yo la llamara por teléfono el jueves, a las nueve de la noche, para decirle que recién había logrado incorporar las modificaciones, que ella me solicitó a última hora; que le dijera que necesitaba su aprobación para publicarla.

Asumiendo que ella, estaría en casa de Roberto; en una celebración familiar que realizaban cada año, para recordar el cumpleaños de su fallecido padre, en la cual, solo el grupo más cercano de la familia participaba; siendo entonces que, ante mi llamada, Helena me solicitaría ir a entregarle los detalles a casa de Roberto, donde ella se encontraría a esa hora.

El plan resulto perfecto, habíamos planificado hasta el vestuario que usaría, helena era muy detallista y no dejaba nada al azar; decidió que luciera el vestido negro corto, el holgado y sin espalda que usé en año nuevo, cubierto con un blazer y con tenis para parecer ejecutiva trabajando a ultima hora; luego de una extenuante jornada. Me pidió que tomara mi cabello en alto, pero lo desordenara y que, no me quitara los lentes, sino solo hasta estar frente a la familia; especialmente cuando Roberto estuviera mirándome y que, lo hiciera disculpándome por mi apariencia y quitara mis lentes mostrándome avergonzada por el olvido; como sugiriendo que los usaba solo en mucha intimidad. Mi aspecto debía parecer: sensual, casual, recatado y de una mujer trabajadora; la que siempre luce muy fresca. Esa fue la definición de Helena respecto de mi apariencia. Yo había estado toda la tarde en tratamiento de masaje en el cabello, exfoliación, uñas y hasta cerca de una hora con pepinos en los ojos para eliminar las bolsas, ese día ni me presenté en la oficina y hasta encargue al director creativo mis labores, aun así, debía tener actitud de un día de trabajo pesado.

A los nueve y tres minutos, telefonee a helena, ella se disculpó por su error; y por entregarme tanto trabajo, agradeciéndome mi profesionalismo y compromiso. Al escucharla sentí como mis mejillas se ruborizaban con tal farsa; y solo la deje hablar, ella luego de entregarme halagos, hacía pausas como si yo estuviera diciéndole algo y luego, me pidió por favor si podía ir al lugar donde ella se encontraba. No pude abrir la boca para decirle nada, la vergüenza me consumía; volvió a hacer una pausa, volvió a agradecer y me dijo: entonces te envío la ubicación y sabes que quedaré eternamente en deuda contigo, si no fuera tan urgente, yo jamás me habría atrevido a molestarte de esta manera; enseguida cortó.

Mi cara estaba en llamas, no encontraba de donde sacar el valor para ir al lugar, incluso pensé no asistir; de igual manera, aunque con nervios y emoción; subí a mi auto y manejé directo a la dirección que Helena ya me había compartido.

Mientras manejaba pensaba, en que hacía mucho, no me sentía bella, casi había olvidado la sensación, estaba segura de mi apariencia e incluso me sentía sexi. Me baje muy segura de mi aspecto; y con el libreto instruido por Helena ya internalizado; no importa que resultara de todo esto, hacia mucho que no me divertía así, decidí asumir que estaba actuando en una obra así; de no resultar la puesta en escena, no me afectaría mayormente; y la ganancia de tomar conciencia nuevamente sobre mi propia sensualidad, valdría la pena.

Antes de tocar el timbre, el mismo dueño de casa ya estaba esperándome en la entrada, Roberto era un hombre muy gentil y un caballero.

Noté que sus ojos brillaron al verme; y estaba algo ruborizado, observo mi caminar y creo haberlo sorprendido mirando directo a mis piernas, las cuales se evidenciaban bastante bajo la pequeña falda del vestido. Me relajé y entre en papel; caminé con soltura y contorneo directo hacia él, mirando sus ojos, sus rosados y delineados labios; había olvidado los detalles de su figura, los que me habían hecho pensar; en lo bien parecido que era, en aquella inoportuna situación.

Ya no se me hacía difícil actuar el papel que me asigno Helena; ese hombre provoco algo en mí. Me disculpe por presentarme ahí, y antes de terminar de explicarle sobre lo fortuito de mi asunto con su invitada, el interrumpió amablemente mientras cogió mi mano entre las suyas, obligándome a detener mi tranco, me miro de frente y dijo: “no te preocupes, cualquiera sea la situación que te trajo acá, solo ha sido en mi beneficio, tenerte acá es un placer”. Creo que por más que bloquee todo impulso desenfrenado; causado por algún hombre, esta vez; mi naturaleza me traicionaba, ese hombre me generaba más que algo.

“Eres la mejor publicista que existe” dijo Helena, al verme pasar la puerta de la sala, nadie como tu trabaja hasta tan tarde, ni aguanta los cambios de ultima hora; y, se toma la molestia de acudir a mí para completar profesionalmente su trabajo.

Ahora la ruborizada era yo; y una vez más, la natural caballerosidad de Roberto salo a relucir; él intervino inmediatamente para decir: “ya basta, no la adulen, que se ve que la incomodan, miren incluso le provocan vergüenza; sabes me dijo, mirándome directo a la cara; desde que te llamó en horario no laboral; creo que todos nos percatamos, que hablabas con un profesional de primera; y a decir verdad yo pensé inmediatamente pedir el nombre de su publicista, pues necesito alguien como tú”. No se que tenia ese hombre, pero lograba sacarme de centro, me colocaba muy nerviosa escucharlo hablarme de esa manera.

Luego de apartarnos a la biblioteca de Roberto, Helena y yo; supuestamente a revisar el trabajo y recibir su aprobación (en donde solo abracé a helena y le agradecí lo que hacía, mientras ella me felicitaba por lo perfecto de mi llegada), regresamos a la sala y yo indiqué a todos, que me retiraba, ya que había terminado mi trabajo.

A Claudia pareció gustarle la idea de mi retirada, no había puesto muy buena cara, cuando su hermano actuó evidentemente gentil conmigo, casi coqueto diría yo. Pero Roberto se negó, diciendo: por ningún motivo te vas de mi casa; sin comer, beber y divertirte; te lo has ganado, luego de tanto trabajo. Y, además debemos hablar sobre negocios tú y yo, no prescindiré de ti.




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