Capítulo 2 - MÍRAME

MÍRAME

Salgo de la estación de metro como puedo, está atestada de gente aunque no me sorprende nada. Hoy es la presentación de uno de los jugadores del Real Madrid con más futuro, la presentación de una joven promesa. Así que como puedo me abro paso entre la gente y consigo respirar aire fresco. Es pleno agosto y el calor es insoportable ahí dentro.

Camino segura en una dirección, hasta que atisbo el lateral del estadio Santiago Bernabéu. Inspiro con fuerza y me auto convenzo de que estoy haciendo lo correcto, porque realmente no entiendo muy bien el porqué estoy aquí exactamente.

Hace aproximadamente un mes me llegó una invitación a casa. Estoy totalmente convencida de que él no la envió, seguramente fue su padre, ya que él no ha roto su relación con mis padres, no como nosotros. Al principio pensé en no ir pero después de pensarlo… Aquí estoy.

Pensé en todo lo que habíamos vivido, en todo lo que habíamos pasado y en todo lo que nos prometimos. Y sentí que no podía perderme este día, el día más importante en su vida. Porque para Marco, hoy es el día en el que culminan tantos años de sufrimiento y de esfuerzo. Hoy es el día en que su trabajo se va a ver recompensado y en el que por fin se cumple su sueño, después de tantos años.

No podía, no podía perdérmelo. Independientemente de todo lo que nos ha pasado, no me lo perdonaría jamás si no lo viera con mis propios ojos. Es algo que hemos esperado los dos.

Me paro frente a la puerta que da a la sala de la presentación, con la invitación en la mano. Se la tiendo al guardia que hay y tras mirarla, me deja pasar. Cruzo varios pasillos hasta que llego a una sala de reuniones que está repleta de gente, sobre todo de periodistas. Me imagino que mi sitio está delante, con la familia y amigos, pero rehúso de estar allí, así que opto por sentarme en una silla de la última fila. Lo justo y necesario para ver la presentación sin que nadie se dé cuenta de mi presencia.

Al cabo de unos minutos aparece por la puerta, seguido por el presidente. Lo miro de arriba abajo y me doy cuenta de que no ha cambiado mucho, está mucho más guapo que antes y se nota que ha madurado, en todos los aspectos, desde la última vez que lo vi, hace ya cinco años. Una sonrisa se me dibuja al verlo vestido con el traje y tan serio, concentrado, nervioso. Se sienta junto a su padre, su hermano y su representante en la primera fila.

De pronto una voz resuena fuerte por la sala, indicándonos que va a dar inicio la presentación. Para comenzar, muestran un video sobre Marco jugando en los diferentes equipos en los que ha estado, desde sus inicios en el primer equipo en el Mallorca.

Al acabar, sube al estrado el presidente del Real Madrid, Florentino Pérez, quien da un discurso bastante bonito sobre quién es Marco Asensio y su historia con él. Ese día yo estaba con él, el día en el que se encontró con el presidente cuando era pequeño y su madre aseguraba que Marco acabaría jugando en el Real Madrid.

Cada minuto que pasa me pongo más y más nerviosa, ya que en cualquier momento Marco dirá unas palabras. Sé que él va a estar más nervioso que yo, pero aún así no puedo dejar de mover mis piernas.

Estoy tan orgullosa de él… De hasta donde ha llegado… Que ahora solo puedo centrarme en esto que está sucediendo, y lo otro, dejarlo a un lado por ahora.

El momento llega y Marco se levanta de su asiento para dirigirse al estrado. Se para frente a él, hace una pausa y comienza a hablar. Y en ese momento, mi corazón se encoje al verle así.

—Hola a todos —saluda a los presentes—. Para mí es un día muy emocionante y es un privilegio poder estar aquí porque… Es algo que he soñado desde pequeño. Por eso, quiero agradecer la confianza, del presi, del club, que me han mostrado desde el primer día que estuve aquí —sigue hablando aunque lo veo bastante inquieto, al ver que se mueve de forma lenta de un lado a otro—. Ahora voy a trabajar y voy a dejarme la piel para poder seguir llevando esta camiseta durante muchos años. Por último… —suspiro con fuerza porque sé lo que va a venir a continuación, las palabras que va a pronunciar—. Me gustaría agradecer a mi padre, a mi hermano, a Horario…

Para de hablar cuando la voz se le entrecorta, sé que no puede seguir porque es muy duro para él. Su mirada es triste, una tristeza acompañada por unas lágrimas traviesas que cruzan sus mejillas. Verle así produce en mi interior un revoltijo de emociones que terminan convirtiéndose en lágrimas también. Lloro con él porque me duele verle así. Mucho, porque sé lo que realmente significan.

—Y a mi madre —consigue decir finalmente como puede mientras la gente aplaude, mostrándole su apoyo.

Marco mira al frente y justo en ese momento, su mirada se cruza con la mía. Me mira confuso, sin poder creerse lo que está viendo, pero aquí estoy. Nos quedamos mirándonos durante uso segundos, unos que se nos hacen eternos a nosotros pero que en realidad, transcurren en un suspiro.

—A mi madre —vuelve a repetir con la emoción en sus ojos y en su voz—, que sé que desde arriba, siempre me está apoyando —termina por decir la frase para después girarse y dar la espalda al público, intentando borrar las lágrimas de su cara.