Amor Eterno #1 - Todos los caminos me llevan a ti - Editando

Capítulo 11 - ELLA

 

ELLA

 

Me quedo de piedra ante su confesión. Mi corazón me pide que vaya tras ella, que la siga, pero mis pies no se mueven, se quedan anclados en el suelo, mientras veo como se aleja de mí.

Mi cabeza no hace más que hacerse preguntas y darle vueltas a todo. ¿Ella estaba enamorada de mí? No puedo creerme lo idiota que he sido al no darme cuenta. ¡Dios! ¿Cómo he sido tan cabrón con ella? Ahora entiendo perfectamente porque se marchó. Solo quiso poner la mayor distancia posible de mí. Yo soy el único culpable de todo lo que pasó.

Mis pies flaquean por lo que me siento en el césped. Mi corazón va a mil por hora y… Ella… ¿Por qué no me di cuenta de lo que ella sentía? ¿Tan ciego estaba? Si lo hubiera sabido… No sé qué habría pasado, pero seguramente nada de lo que pasó y ahora… Ahora ella estaría aquí conmigo y nunca se habría marchado de mi lado.

Junto las piernas y me echo las manos a la cara, y sin poder evitarlo, comienzo a llorar. Tengo una presión en el pecho que no entiendo, es una mezcla rara de sentimientos que no sé identificar. ¿Por qué? ¿Qué me está pasando? ¿Qué nos está pasando? Yo solo quería recuperarla, recuperar nuestra amistad, pero no hago más que cagarla y empeorarlo todo. Ella tenía razón, siempre ha velado por mí y lo único que hice fue apartarla de mi vida de la peor forma que pude hacerlo.

¿La use? En cierta forma sí. Ella tenía 15 años y mucho por vivir y por experimentar. Marina me encantaba, era mayor que yo y yo no quería hacer el ridículo, quería estar a su altura, que no me viera como un niño. Así que opté por lo más fácil y perdí mi virginidad con ella. Decidí que fuera mi primera vez para poder estar preparado para quién realmente quería. Y ella me lo entregó todo sin saber cuáles eran mis intenciones, ni mi propósito. ¡Qué imbécil fui!

Pero no lo entiendo, ¿por qué  no corte lo nuestro después de aquello? ¿Por qué seguí con ella? En aquel momento no lo supe y creo que sigo sin saberlo con seguridad, pero me sentía bien con ella, cómodo. Cuando estaba con María todos mis problemas se iban, me hacía sentir especial, querido. Ella me trataba como si fuera el único para ella, mientras que Marina… Marina era todo lo contrario. Ella quería mandar sobre mi vida y mi futuro, controlarlo todo. Con María podía sentirme libre y dueño de mi propia vida. Podía ser yo mismo. Creo que esa fue la razón por la que seguí con lo nuestro, porque dentro del caos de mi vida, ella era lo único bueno que tenía y dónde realmente me sentía feliz.

Pero comencé a centrarme en Marina y casi dejo de lado a mis amigos, y la marcha de María solo lo acentúo más. Me perdí a mí mismo. Su marcha fue en un mal momento de mi vida, tras perder a mi madre, ella se fue y lo pasé el doble de mal, porque aunque no las perdí de la misma forma, dentro de mí lo sentía así.  Me quedó un gran vacío dentro de mí y solo gracias a mis amigos y mi familia salí del pozo en el que me metí.

¿Olvidé a María? La respuesta no es sencilla, porque me costó mucho hacerlo, superar su ausencia. Ella era una parte muy importante de mi vida, crecimos juntos, los compartimos todo,… Y de un día para otro, ella ya no estaba. Y me creí que todos aquellos sentimientos que ocasionaron su partida, ese dolor, ese resentimiento, pero sobre todo, esa añoranza de ella, de tenerla en mi vida, habían desaparecido. Pero no fue así, todo volvió, cayendo como un jarro de agua fría sobre mis hombros cuando la vi el día de mi presentación. La mire y me di cuenta de que todo seguía ahí, que nada había cambiado, que otros sentimientos que creía escondidos y bien enterrados volvían a resurgir y a inundar todo mi ser.

Aquel chico de quince años no tenía ni idea de nada, no sabía lo que sentía, pero ahora… Ahora soy consciente de lo que ella me hacía sentir realmente, lo que siempre me había provocado y que aún sigue ahí.

Ella me ha hecho sentir cosas que jamás nadie me había hecho sentir, ni siquiera Marina, y ni me había dado cuenta de ello. Tenía extrañas sensaciones, me sentía raro, no comprendía nada, creía que estaba equivocado, que no podía ser, porque yo amaba a Marina. O creía que lo hacía. Estaba confundido, perdido.

Porque fue aquel día, aquel día en el que hicimos el amor en la playa, la forma de hacerlo, de sentirlo... Supe que había algo ahí. Yo sentí su amor, aunque siempre lo había sentido de su parte. El problema fue que yo sentí algo más que amistad, me entregué a ella de todas las formas que sabía. Y cuando Marina me dijo aquello, me asusté mucho, me asusté por si sus palabras eran ciertas y María no me correspondía. Nuestra amistad se habría roto para siempre, por lo que opté por el camino más ruin y cobarde. Terminé por elegir a Marina por encima de ella.

Jamás olvidaré el momento en el que compartimos ese amor correspondido, tumbados en la playa, entregándonos el uno al otro, pero tampoco podré olvidar el momento en el que todo terminó, cuando la cagué y le hice daño, aún habiéndole prometido que jamás se lo haría. Ahora soy consciente de que había más soluciones, ahora sé que siempre había sido ella y no Marina. Era ella quién me hacía sentir tanto.

Ojalá pudiera retroceder en el tiempo y evitar ese día, evitar hacerla daño. Ojalá tenerla conmigo, aquí, como antes.

Pero ahora… Ahora necesito estar solo, volver a encontrarme, ser yo mismo, y dejar a un lado a las chicas. No puedo pensar en el amor, ni en las parejas… No después de haber sido engañado y traicionado. ¿Cómo voy a poder confiar en otra persona? ¿Cómo voy a ser capaz de abrirle mi corazón a alguien más cuando está roto? Yo quería a Marina y me traicionó, pisoteó mi corazón y todo lo que habíamos construido todos estos años. Y sé que me lo merezco, porque yo la engañé primero con mi mejor amiga, pero aún así, duele. Duele mucho.




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