AMIGOS
Una semana ha pasado desde la última vez que vi a Marco, pero he tenido que volver otra vez a Madrid. Y aunque no he hablado con él durante todos estos días, me han venido bien para pensar en todo lo que está ocurriendo.
Bajo del tren y busco la salida de la estación. Cuando traspaso las puertas que me llevan al exterior en busca de un taxi, mis ojos se centran en la figura de una persona que conozco muy bien. Ha venido hasta aquí y tiene su cuerpo apoyado contra el capó de su coche.
Me sorprendo ante su presencia durante unos segundos pero después de la conversación de ayer, no me parece la idea tan descabellada, aunque nunca pensé que fuese a venir.
Inicio del Flashback
Estoy terminando de hacer la maleta cuando de repente empieza a sonar mi móvil. Voy hasta él y veo que es el número de casa de Marco. Entrecierro los ojos con extrañeza porque no pensé que sabría algo de él tan pronto.
—¿Diga? —contesto a la llamada.
—¿María? —me responde su voz al otro lado de la línea.
—¡Marco! —me sorprendo al reconocer su voz—. ¿Cómo es que tienes mi número? —pregunto curiosa y sin poder creerme su llamada.
—Mi padre me ha dado tu número, bueno… más bien lo he cogido de su móvil sin que él se enterara —su risa nerviosa inunda todo y a mí se me dibuja una pequeña sonrisa—. Te llamaba porque quería saber cuándo ibas a volver a Madrid.
—Mañana —respondo y el sonido de su respiración se entrecorta.
—Mañana —su voz suena baja como si estuviera haciéndose a la idea—. ¿A qué hora llegas? —me pregunta.
—Mi tren llega a las 20:00h —respondo sin darle demasiadas vueltas—. ¿Por qué lo preguntas?
—Solo quería saberlo —me responde—, porque tenemos una conversación pendiente.
—Lo sé —suspiro con fuerza—, no se me ha olvidado.
—¿Te parece bien que tengamos esa conversación mañana durante la cena? —lo escucho ansioso.
—¿Mañana? ¿Tan pronto? —comienzo a ponerme nerviosa ante la idea de lo que tenemos que hablar.
—Sí —me responde rápidamente—, creo que nos merecemos tener esa charla ya y no esperar más, pero si no quieres…
—Está bien Marco —lo corto cuando veo que empieza a dudar—. Nos vemos mañana. Te dejo que tengo que terminar la maleta. Buenas noches, Marco —me despido de él.
—Buenas noches, pequeña —me respondo y después cuelga la llamada.
Me siento en la cama con el corazón latiéndome a mil por hora al escuchar ese “pequeña” salir de su boca. ¿Qué está pasando? ¿Qué pasará mañana? ¿De qué hablaremos? Todo es una completa locura y mi corazón un caos de sentimientos.
Fin del Flashback
Camino hasta que llego a la altura de Marco y él se baja la capucha de la sudadera para que pueda verlo bien. En su cara se dibuja una bonita sonrisa y en mi estómago aparece un pequeño revoloteo, por esa sonrisa… Era de esas que antes me enamoraban y que aún sigue haciéndolo.
—Hola, peque —me dice separándose del coche y acercándose a mí.
—¿Qué haces aquí? —pregunto sin entender nada.
—He venido a recogerte —me sonríe—. Por cierto, estás preciosa —una de sus manos se acerca a mi mejilla y la acaricia con suavidad, provocándome un leve rubor —Además, hemos quedado para cenar ¿no? —me sonríe ampliamente al ver lo que ha provocado en mí.
—Sí, pero pensé… —me quedo en silencio sin saber qué decir.
—Anda, vámonos —se ríe mientras coge con una mano mi maleta y con la otra rodea la mía arrastrándome hasta su coche.
Me abre la puerta del copiloto y mientras me siento él deja la maleta en el maletero. Después se sienta y arranca el coche. Me dedico a mirar por la ventanilla durante todo el viaje y cuando me doy cuenta hemos llegado a su casa.
Lo miro sin entender nada y él solo me sonríe. Bajamos del coche y se encarga de llevarme la maleta hasta la entrada de su casa. Cuando cruzamos la puerta, deja todo en el recibidor y me guía posando una de sus manos en mi cintura hasta el jardín. Y lo que veo me hace abrir los ojos de la sorpresa porque hay una mesa preparada para la cena, con velas y todo. Está todo precioso, pero… No entiendo absolutamente nada.
—Marco, ¿qué es todo esto? —no consigo formular más palabras que esas porque mis emociones están confusas.
—Lo sé, puede que me haya pasado un poco —me agarra las dos manos entre las suyas—, pero creo que nos merecemos tener una velada tranquila, donde podamos contarnos todo de nuestras vidas, ponernos al día y poder hablar de cualquier cosa —me mira a los ojos mientras me habla y con esa mirada tan intensa que siempre me pone nerviosa.