Amor Eterno #1 - Todos los caminos me llevan a ti - Editando

Capítulo 17 - Rendirse

En cuanto esas palabras salen de la boca de Saúl empiezo a cabrearme poco a poco y es que nos ha contado que está loco por una chica y casi, casi están a punto de empezar algo. Oírle decir que es ella que es mí María, la sangre empieza a hervirme.

No sé en qué momento Saúl desparece dejándonos otra vez a los dos solos. Miro a María y ella intenta evitar mi mirada.

  • ¿Qué sois? – pregunto cabreado y ella lo nota.
  • Somos amigos – me responde dubitativa haciendo que todas las alarmas se enciendan – además a ti no te tiene que importar – termina de decir.
  • Claro que me importa, me importa mucho – le respondo mientras me acerco a ella – me importa saber si tienes novio o no, si estás con alguien, si estás con Saúl – respondo con brusquedad.
  • Te tiene que dar igual – vuelve a decir mientras se separa un poco de mí.
  • Me importa por el hecho de que anoche y esta mañana casi nos besamos – sigo diciendo.
  • Tú lo has dicho casi, pero nunca va a pasar – le respondo – lo nuestro ya es agua pasada ¿recuerdas? – me dice María.
  • No, no lo es – respondo esta vez yo – no por el simple hecho de que cada vez que me acerco a ti, empiezas a temblar nerviosa y tu corazón se acelera – digo esto último mientras le acaricio la mejilla.
  • No… no… no es cierto – me dice dubitativa – ya te dije que no intentaras nada más, que solo con ser amigos era suficiente – me dice – yo… yo tengo ahora a Saúl – dice como puede de lo nerviosa que está cuando coloco un mechón rebelde de su pelo tras la orejas.
  • Eso ya lo veremos – le respondo seguro de mí mientras deposito un beso en su comisura.

Me paso toda la noche con un cabreo encima y es que María y Saúl no han parado de estar juntos. Él hacía que ella sonriera, que su sonrisa permaneciera en su rostro durante toda la noche. Tampoco han dejado de tocarse y de estar pegado el uno junto al otro.

Ver estas escenas… ver como ella está tan radiante con otro… hace que me enerve. No puedo verla así, no puedo. Así que antes de cometer alguna estupidez de la que luego me arrepienta decido levantarme y marcharme.

Antes de cruzar el umbral de la puerta una mano me agarra para que me detenga y yo me giro para encarar a la persona que me está reteniendo.

  • ¿Te vas? – me pregunta María.
  • Sí – respondo secamente.
  • ¿Estás bien? – me pregunta preocupada – te he visto raro durante toda la noche – me dice mientras una de sus manos acaricia mi brazo.
  • No, pero no te preocupes, ya me voy – respondo – así no cometo ninguna estupidez – suelto sin pensar.
  • ¿Por qué ibas a hacer una estupidez? – me pregunta María sin entender nada.
  • ¿En serio me lo preguntas? – pregunto sorprendido y ella asiente – no me apetece seguir viendo como Saúl tontea contigo – respondo secamente dándome la vuelta dispuesta a irme.
  • ¿Estás celoso Marco? – me pregunta María mientras me coge de la mano para que no me vaya – Estás celoso – afirma cuando me doy la vuelta para mirarla.
  • Pues sí, ¿qué quieres que te diga? – respondo – oye María me encanta verte en los brazos de Saúl, me encanta verte sonreír como una tonta cuando estás con él, me encanta ver como intenta darte un beso – sigo diciendo irónico – si quieres te digo eso – respondo enfadándome.
  • Marco… - intenta decirme pero no la dejo.
  • No me gusta que la chica con la que quiero algo también le guste otro chico que no sea yo, no me gusta no ser quien te haga sonreír – digo - ¿pero me lo tengo merecido no? Por estúpido, por crío y por no ver las cosas cuando tenía que haberlas visto, por ser un cobarde – termino.
  • Yo… - intenta decir María pero las palabras no le salen.
  • ¿Te hace feliz? De verdad, me refiero – digo algo más tranquilo mientras la miro a los ojos - ¿eres feliz? ¿te hace más feliz que cuando estás conmigo? – pregunto insistiendo en una respuesta por su parte.

María se queda pensativa sin saber que responderme, los nervios hacen mella en mí, consumiéndome por dentro.

  • No puedo obligarte a estar conmigo, no tengo ese derecho, no después de lo que hemos pasado – digo para romper el silencio – Cuando lo sepas, cuando sepas qué es lo que quieres, quién te hace feliz. Ven a buscarme – sigo diciendo mientras mi mano acaricia su mejilla.

Nos quedamos un rato observándonos, mirándonos a los ojos, perdidos en ellos, sin ningún remedio.

No lo pienso dos veces y me acerco más a ella para finalmente terminar con la distancia dándole un beso en la frente, a pesar de que por mi mente había pasado la loca idea de besarla en los labios. Pero creo que ese momento aún tiene que esperar, tiene que llegar cuando ambos lo deseemos, cuando ambos sintamos lo mismo. No quiero forzarla a nada.

  • No pienses que ya me he rendido – le digo al separarme susurrando – voy a seguir luchando por ti – termino de decir.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.