Hoy juega el Atlético de Madrid con el Real Madrid en el Wanda y Saúl me había invitado a ver el partido. Estaba un poco nerviosa, no había vuelto a ver a Saúl desde que me besó y no sé cómo reaccionar ante él. Además de ello, se junta también el hecho de que voy a ver a Marco. Creo que esto último me pone incluso más nerviosa.
Bajo las escaleras que llevan a los vestuarios y voy en busca de alguno de los chicos, aunque muy en el fondo espero no encontrármelos pero sé que no puedo evitarlos para siempre. No sé si es cosa del destino o no pero me encuentro de golpe con los dos. Se están mirando, aunque más que mirarse se fulminan. ¿Qué les pasará?
Me acerco a ellos lentamente temiendo que me salten a la yugular. Al llegar hasta ellos me quedo en silencio esperando que se den cuentan de mi presencia, pero no lo hacen. Carraspeo para que se den cuentan de mi presencia.
- Hola chicos – saludo con una tímida sonrisa.
- Genial – dice Marco molesto – yo me voy – dice mientras se gira.
- No espera – intento decir porque no entiendo su enfado.
- Os dejo solos – suelta de seguido con tono borde mientras se aleja de nosotros.
- Pero… - intento decir sin creerme lo que acaba de pasar mientras miro a Saúl - ¿qué le pasa? – pregunto a Saúl.
- No le hagas caso, es un idiota – me contesta borde y le miro sorprendida por la manera en la que me habla – lo siento – me dice – no tenía que haberte hablado así, no tienes la culpa – me sigue diciendo mientras me acaricia la mejilla.
- No te preocupes – le respondo sinceramente sin tenerlo en cuenta.
Saúl me mira y se acerca lentamente, quedando casi pegados. Siento como sus manos se posan en mi cintura, apretando ahí con suavidad, haciéndome ver que está ahí, para que le sienta. Se acerca aún más y nuestras respiraciones se nos entremezclan.
- Tenía ganas de tenerte así, cerca de mí – me dice mientras sonríe.
- Saúl yo… - intento decir porque no puedo estar así.
- Ahora no pequeña – me dice – tengo que jugar – me responde rozando su nariz con la mía.
- Pero tenemos que hablar – respondo – no podemos dejar las cosas como las dejamos el otro día – termino de decir mientras me separo de él.
- Lo sé y lo haremos después – me dice algo desconcertado al darse cuenta de que me he separado de él – ahora tengo que irme – sigue diciendo mientras me da un beso en la mejilla - ¡deséame buena suerte! – me grita mientras se aleja hacia el campo.
- Buena suerte – susurro quedándome con ganas de aclarar las cosas y zanjarlas.
Me quedo estática unos segundos sin saber qué hacer. No he podido hablar con Saúl y necesitaba aclarar todo, lo necesitaba. Aún así me muevo y voy en busca de Marco. Necesito hablar con él y ver qué le pasa. Busco entre la gente y entre los jugadores hasta que al final lo encuentro. Me acerco hasta él.
- Hola – le digo de manera tímida - ¿estás bien? – le pregunto intentando averiguar qué era lo que le pasaba.
- Hola – me responde algo borde – estoy bien así que si no te importa necesito estar concentrado – me dice borde a más no poder.
- Marco… - intento decir mientras cojo entre mis manos su cara para que me mire a los ojos – dime que te ocurre – susurro mientras lo miro a los ojos.
- ¡Déjame! – me dice bruscamente mientras me quita las manos de su cara – tengo que estar concentrado así que es hora de que te vayas – me dice sin ningún tipo reparo mientras se aleja de mí.
Se va con sus compañeros y me deja allí plantada sin saber qué hacer. ¿Qué le pasa? ¿Qué le ocurre? ¿Por qué me trata así? Mi corazón se rompe un poco al sentirme apartada de su lado, aunque ya no debería de sorprenderme, no sería la primera vez.
Subo por las escaleras, cruzo los pasillos interminables y llego hasta las gradas donde busco mi asiento junto a Igor y a Gilberto. El partido va a dar comienzo y yo estoy bastante nerviosa. Quería aclarar todo antes de que comenzara el partido pero no ha podido ser y no sé habría sido lo mejor.
Está a punto de terminar el partido, vamos cero a cero y el ambiente está muy caldeado. Y a los chicos… no sé qué narices les pasa. No han hecho nada más que lanzarse miradas de odio, sobre todo Marco. En una de las jugadas Marco entra demasiado fuerte a Saúl haciendo que grite de dolor. Marco ni si quiera le pide perdón y cuando Saúl se levanta va en dirección de Marco para encararse con él.