Capítulo 11 - CUÉNTALE
La veo sonréir y eso para mí es suficiente. La cojo de la mano, entrelazo sus dedos con los míos y caminamos. Primero comemos algo por ahí y después nos montamos en todo lo que ella quiere. Hoy soy todo suyo, bueno siempre lo soy. Nos montamos en la última atracción y después voy hasta un puesto y compro un algodón de azúcar para los dos. Después me lleva hasta un puesto de chutar a un balón y meter en una portería pequeña.
- ¿En serio quieres que juegue a esto? – le pregunto divertido.
- Sí – me dice – por favor – me suplica – anda me gustaría que jugarás a esto. A ver si el gran Marco Asensio puede con este juego – me dice divertida.
Asiento y le digo al dependiente que me dé los balones para jugar. Si meto tres goles gano un peluche. Me dispongo a chutar y cómo me imaginaba marco los tres tiros. María sonríe feliz y lo hace más cuando le entrego el peluche gigante que he escogido para ella. Como puede lo lleva entre sus brazos y pasa una de sus manos sobre mi brazo para después acabar entrelazando nuestras manos. De esta manera volvemos al coche.
- ¿Dónde te apetece cenar? – le pregunto mientras la miro.
- Estoy muy cansada – me responde mirándome – ¿podemos dejar la cena para otro día? – me pide y cuando me pone esa cara no puedo negarla nada.
- Claro peque – le sonrío y ella me devuelve la sonrisa dulcemente – te llevo a casa entonces – le digo.
Nos metemos dentro y la llevo a casa. Nos tiramos todo el camino cantando las canciones que salen de la playlist. Al llegar a su casa me bajo con ella y la acompaño hasta el portal. María se para en la puerta y se gira para mirarme.
- Me lo he pasado muy bien – me dice mientras intenta que el ramo de flores no se caiga de sus manos.
- Yo también – le respondo mientras me acerco más a ella – el sábado tenemos partido en el Bernabéu ¿vendrás? – le pregunto y veo que se pone nerviosa, tanto que retrocede y se topa con la puerta.
- Esto… - me intenta decir pero los nervios la pueden.
- ¿Te pongo nerviosa? – le pregunto divertido mientras me pego más a ella y pongo una de mis manos sobre su cabeza dejando en el suelo el peluche que conseguí para ella.
- Un poco sí – admite ruborizándose y yo río mientras le acaricio la mejilla.
- ¿Entonces vendrás? – le vuelvo a preguntar mientras me separo un poco y deposito la mano que estaba antes en su mejilla en su cintura.
- Iré – me responde sonriendo y yo la imito.
Nos quedamos en silencio, mirándonos a los ojos. Mi corazón se acelera y miro sus labios, unos que está mordiendo ahora, haciendo que no pueda controlar por mucho tiempo más el poco autocontrol que me queda y que no hace que asalte su boca. María posa su mano en mi pecho y se inclina más hacia mí, juntando nuestras frentes. Nuestras respiraciones se entremezclan, la miro a los ojos, ojos con un brillo especial que me hace sentir esas pequeñas cosquillas en mi estómago, la adrenalina me invade y poco a poco voy acortando la distancia. Nuestros labios se rozan pero la melodía de mi móvil nos sobre salta y nos hace separarnos de golpe, rompiendo la atmósfera que habíamos creado.
- ¿Sí? – contesto un poco borde por la interrupción pero aún así mi mano sigue posándose en la cintura de María.
- Marco – me responde Igor al otro lado de la línea.
- ¿Qué pasa? – pregunto insistente para que me diga rápido lo que quiere decirme y volver a centrar mi atención en María.
- Tienes una visita en casa – me dice y yo frunzo el ceño porque que yo supiera hoy no venía nadie a casa. María me mira expectante sin saber qué hacer.
- ¿Quién ha venido? – pregunto ya curioso.
- Marina – me responde escueto y mi corazón se paraliza.
¿Qué? No puede ser, otra vez no. Suelto la cintura de María y paso mi mano por el pelo frustrado.
- Ahora mismo voy – le respondo mientras cuelgo la llamada rápidamente y encaro a María – tengo que irme – le digo triste por tener que separarme de ella y acojonado por lo que la otra tenga que decirme.
- ¿Va todo bien? – me pregunta mientras se acerca a mí para acariciar mi brazo.
- Sí, tranquila, todo va bien – le respondo mientras la acaricio la mejilla – pero tengo que irme. ¿Nos vemos el sábado después del partido vale? – le digo y ella asiente con la cabeza.
Me acerco a ella y la abrazo con fuerza intentando relajarme. Al separarme deposito un beso sobre su frente y otro sobre la comisura de sus labios para después coger el peluche del suelo y dárselo.
- Adiós peque – me despido mientras me dirijo a mi coche.
- Adiós chiquitín – me responde en voz baja pero la escucho.
Me giro para mirarla, la sonrío y le giño el ojo. María se ríe ante mi gesto y me meto en el coche. Conduzco con bastante rapidez y al aparcar en mi casa me quedo unos segundos dentro. Consciente de que cuando traspase esa puerta puede cambiar todo.
- ¡Joder! ¡Joder! ¡Joder! – grito frustrado mientras le doy golpes al volante.