El día ha llegado, hoy toca partido y veré a María por fin, después de todos estos días sin verla, ya la echaba de menos. Estamos en el vestuario cambiándonos, cuando se me ocurre mirar el móvil. Ante mí aparece una foto con la que instintivamente quedó absolutamente prendido. En la foto reza:
“Ya sabemos a quién quieren más pero es que si te haces querer… #Abordaje #Ilusión #Amorverdadero #Maríaysusniños #Adorables #HalaMadrid”
Aparece María rodeada de los pequeños, sonriendo y sólo con ver esa foto ya se me cae la baba. Y es que su vida es estar rodeada de niños, la hacen sentir especial, la hacen brillar como nunca. Pero ante esta foto no puedo dejar de pensar en María con un mini yo o una mini María en sus brazos. Seguramente esos ojos brillarían como nunca y yo… Yo sería el tío más afortunado del mundo de ser el privilegiado de ver esa imagen el resto de mi vida.
No puedo evitarlo y contesto en la foto de Maca sabiendo que María ya ha visto la foto, ya que me aparece su me gusta en la foto.
“Enamorado a más no poder de esta foto”
Las respuestas aparecen inmediatamente y más cuando María le da me gusta a mi comentario. Pero ninguno de los dos dice nada más.
Yo le saco la lengua cual niño pequeño, apago el móvil y sigo atándome las botas. Ahora tengo que apartar de mi cabeza esas imágenes y centrarme en el partido, que aunque no salga de titular si se da la ocasión de que salgo en el segundo tiempo, tengo que dar lo mejor de mí.
La segunda parte comienza y soy el primer cambio por lo que tengo 45 minutos para dar lo mejor de mí. Aún vamos cero a cero pero necesitamos ganar para no descolgarnos de la Liga. El rival pierde el balón y me llega a mí por lo que emprendo la contra con una carrera. Se me echan encima dos defensas pero ya he visto en la zona de penalti a Lucas, por lo que chuto con precisión llegando a sus pies que rematan el balón pasando por toda la escuadra.
Corro hasta llegar a él y le abrazo con fuerza. Estoy contento por él y por mí, por mi asistencia.
Nos abrazamos todos entre todos. La alegría nos invade y las ganas de seguir luchando y hacer un buen partido corren por nuestras venas. Volvemos al centro del campo, nos recolocamos y tras el silbato del árbitro volvemos a concentrarnos. Cuando de repente se me congela la sangre.
Me giro bruscamente hacia dónde proviene el ruido y se me cae el alma a los pies. La gente corriendo y chillando, las gradas se han venido abajo y veo cuerpos inertes por el suelo. Me quedo estático hasta que me doy cuenta de la zona que es.
Echo a correr hasta allí. Por favor no, por lo que más quieras no. Por favor. Tengo que subir ahí, tengo que hacerlo y buscarla. Pero unos brazos me atrapan y me impiden seguir.
¿Qué cojones está pasando? No puede ser, no por favor.
Le miro y veo su sufrimiento en sus ojos, igual que en los de Lucas. Asiento ya que no me queda otra opción y dejo que me guíen. Veo a la gente correr asustada, personas gritando, llorando y sé me encoje el corazón por esas personas y pensando en que María podría necesitar mi ayuda.