Capítulo 20 - CONMIGO
Marco ha vuelto del entrenamiento al aparecer por la puerta, llega hasta mí, que estoy sentada leyendo un libro para buscar ejercicios para las clases, y me deja un beso en el pelo. Sonrío ante el gesto y veo como se sienta a mi lado. Coge mis piernas que están estiradas en el sofá y las deja sobre las suyas. Se acerca a mí, me quita el libro de la mano, me coge de las mejillas, me mira a los ojos y después me besa, primero con dulzura y después con pasión, dejándome sin aire.
- Hola – susurro intentando volver a respirar otra vez.
- Hola preciosa – me dice sonriendo – esto sí que es una buena bienvenida a casa – sigue diciendo riéndose.
- Me alegro – le respondo riendo también.
- ¿Cómo te encuentras? – me pregunta preocupado - ¿La vuelta a clase? – sigue preguntándome.
- Me encuentro bien, no te preocupes Marco – le respondo mientras le acaricio la mejilla – ando como antes y solo me quedan cicatrices. Y las clases genial, echaba de menos estar rodeada de los niños – respondo sonriendo.
- Me alegro cariño – me dice devolviéndome la sonrisa.
Marco se inclina para volver a besarme, depositando un dulce beso. Al separarnos junta nuestras frentes y suspira.
- Me apetece ir a algún lado ¿vamos a pasear a Rome por el parque? – le pregunto queriendo salir de casa.
- No me apetece – me responde mientras se tumba y me agarra de la cintura – además le he llevado esta mañana – sigue diciendo mientras me atrae hasta él y me tumba encima de él – ahora solo me apetece estar así contigo mientras vemos una película – termina de decir mientras enreda sus pies con los míos y coge el mando de la tele.
Me decepciono un poco ante su respuesta. Desde que me recuperé al 100% no habíamos salido ningún día, ni siquiera a dar un paseo. No sé qué es lo que le pasa, no lo sé. Se supone que ahora que somos pareja, aunque no es oficial, al menos saldríamos más a la calle que antes, pero la realidad no es esa. Siempre que nos vemos es en su casa y raras veces en la mía. Es como si quisiera esconderme del mundo, que nadie supiera nada.
Ni si quiera presto atención a la película que ha puesto, simplemente dejo vagar a mi mente, tanto que me desespero por lo que me separo de Marco y me levanto del sofá bajo la atenta mirada de él.
- ¿A dónde vas? – me pregunta curioso.
- Voy a dar una vuelta, necesito despejarme – respondo sincera mientras me calzo – y ya que como a ti no te apetece, me voy yo sola – le suelto con algo de reproche.
Me mira incrédulo, se ha dado cuenta de las intenciones de mis palabras. Pero ahora mismo me da igual, lo único que quiero es despejarme. Así que cojo el abrigo y salgo de casa.
Al llegar a casa de Marco, aunque parece más mía que de él porque paso más tiempo, me encuentro a Marco en el mismo lugar. Llego hasta él por detrás del sofá y le doy un beso en la mejilla. Ni si quiera se inmuta por lo que doy la vuelta al sofá y me siento a su lado.
- ¿Se puede saber qué te pasa ahora? – le pregunto ya cansada porque últimamente tiene días raros en los que me contesta borde.
- ¿A mí? – pregunta al mirarme – A mí nada, ¿se puede saber qué te pasa a ti? – me pregunta mientras se sienta correctamente y me mira fijamente.
- Nada ¿por qué? – le pregunto curiosa.
- No sé – me dice en todo chulesco – te lo pregunto por las palabras que mes has dicho antes de irte – me dice serio.
- Yo… - me quedo estática sin saber qué hacer porque no me esperaba esa pregunta – Yo… - intento decir.
- ¿Qué pasa María? – me pregunta mientras coge una de mis manos.
- Yo… siento que esto no está bien – le digo sincera.
- ¿Qué quieres decir? – me pregunta preocupado y comienza a ponerse nervioso.
- No lo sé Marco, dímelo tú – le digo – desde que me recuperé completamente no hemos salido ningún día a la calle. Siempre estamos en mi casa o en la tuya. No hacemos vida normal de pareja – sigo diciendo – Quiero salir contigo a la calle, poder cogerte de la mano mientras damos un paseo, ir al cine o al teatro, cenar en un restaurante… - le explico - ¿por qué no salimos como antes? ¿Qué es lo que pasa? – pregunto para intentar entenderle.
- Yo… - intenta decirme – es que… - vuelve a intentar decir pero no le salen las palabras.
- ¿Te avergüenzas de mí? – le pregunto cómo puedo mientras intento aguantarme las lágrimas.
- ¿Qué? – dice incrédulo - ¡No, claro que no! – me dice rápidamente – Sólo que… - me dice mientras intenta escoger las palabras adecuadas.
- ¿Qué? – insisto en que me responda.
- Tengo miedo – me dice sincero – tengo miedo de que alguien nos vea, que Marina se entere y salgan a la luz las fotos – me confiesa su temor.
- Marco… - le digo mientras me acerco a él y le acaricio la mejilla – ya hemos hablado de eso – sigo diciendo – la denuncia ya está puesto, no podemos dejar que nos impida hacer una vida normal. No podemos – le sigo diciendo mientras hago que me mire a los ojos.
- Pero no quiero que salgan las fotos, no quiero porque sé que vas a sufrir y no soportaría verte así, no puedo porque sería culpa mía por amarte – me dice a punto de llorar.
- Pero eso no es malo amor – le digo – yo también te amo, el amor es algo mutuo, es cosa de los dos – sigo diciendo mientras junto nuestras frentes – vamos a salir de esto, ¿vale chiquitín? – termino de decir mientras sonrío.
- ¿Sabes? – me dice – tenerte es lo mejor que me ha pasado en la vida – me dice sonriendo mientras limpio la lagrima rebelde que surca su cara – te amo – vuelve a decirme.
- Yo también te amo – le respondo.