La siento estremecerse bajo mi piel, sintiendo cada uno de sus músculos, sintiendo como se contrae provocándome que ya no pueda contenerme por más tiempo y termino explotando. La miro con todo el amor que siento y la beso con dulzura en sus labios, para poco a poco comenzar a salir de ella. Me quito el condón, le doy un nudo y lo dejo en el suelo bajo la cama. Vuelvo a incorporarme quedándome entre sus piernas nuevamente pero simplemente apoyo mi cabeza en su pecho del cansancio que tengo, intentando recobrar el aliento.
Nos quedamos así durante unos minutos, mientras María me da unas suaves caricias por mi pelo. Yo le doy un beso en el trozo de piel que más cerca tengo y comienzo a trazar círculos en su vientre desnudo, provocando que se erice su piel.
María abre más la boca y me deja el paso libre para que mi lengua recorra toda su boca, lamo su labio inferior y ella gime como respuesta provocando que me encienda nuevamente. Me separo de ella al sentir como mueve sus caderas y hace rozar nuestras partes íntimas. La beso la clavícula y el cuello, bajo hasta el inicio de sus pechos mientras tira de mi pelo pero ahí me quedo. Me separo bruscamente de ella, la doy un beso y me levanto de la cama.
La dejo allí plantada y voy hasta la ducha. Enciendo el grifo y dejo que corra un poco el agua, para que la temperatura sea la adecuada. Me meto en la ducha ya que no tengo nada que quitarme y me pongo bajo el chorro, dejando que el agua recorra mi piel. Inspiro varias veces intentando controlarme, intentando relajarme y bajar la erección que tengo por culpa de la preciosa chica que está en mi cama. ¡Dios deja de pensar en María! En María desnuda en mi cama. Pero no me ayuda nada y mi erección crece aún más. De repente siento unas manos acariciando mi espalda. Me tenso ante su contacto cuando recorre con sus manos mi pecho. Deja un beso en mi espalda y se me eriza la piel ante su contacto. Sus brazos me rodean haciendo que pegue su pecho contra mi espalda. Poso mis manos en sus brazos y respiro con fuerza.
Me doy la vuelta para mirarla a los ojos. Veo como el agua recorre su piel y ya no soy dueño de mis actos. Agarro sus mejillas y la atraigo hacia mí para besarla con pasión. Mis manos pasan a su nuca y ella tiene que retroceder ante mi ímpetu. Y esta posición me pone aun más, tenerla ahí acorralada contra los azulejos del baño. Mis manos van a su cintura y mi boca a su cuello, bajando hasta sus pechos, donde me detengo un rato, haciéndola gemir.
Sus manos bajan a mi pelo y tira de él, haciéndome gemir. Sigo bajando, dejando besos por su tripa hasta que llego a su parte íntima, entreteniéndome saboreando todo su ser. Miro hacia arriba y su cara de placer, la manera de gemir hacen que me llene por dentro. Sigo moviendo mi lengua hasta que siento que está a punto de llegar al orgasmo, entonces paro y me incorporo lentamente. María me mira interrogante y frustrada.
Paso mis manos por su nuca, bajando por su espalda acariciándola y llegando hasta su trasero, donde me detengo y se lo agarro. María suelta un gemido tras mi apretón y salta para después enroscar sus piernas en mi cintura, haciendo contacto el uno contra el otro. La pego contra la pared del baño y mientras el agua cae sobre nosotros entro ella, provocándole un gemido de placer. Sigo moviéndome sin parar, alternando las entradas lentas y rápidas. María me araña la piel produciéndome un dolor placentero.