La soledad me invade, fría y oscura. Los sentimientos a flor de piel, incapaces de permanecer escondidos. La agonía se palpa con cada segundo que pasa. El espacio cada vez es más pequeño, cerniéndose las paredes sobre mí. El silencio se hace eco haciéndome estremecer. El dolor en mi pecho incrementa con cada recuerdo que viene a mi mente. Tú recuerdo. Las lágrimas mojan mis mejillas y mis ojos reflejan el sin fin de emociones que siento en este instante.
Sentimientos llenos de agonía, tristeza, dolor… Me gustaría tanto poder desaparecer en este momento…
Nunca había sentido la soledad en estado puro, en esta habitación sola sin nadie con quien hablar, sin ver la luz del sol, sin nada que puedo iluminarme, que me haga sentirme viva. Porque ahora mismo me siento muerta, muerta por dentro aunque viva por fuera este. Quisiera que este dolor que tengo desapareciese. No entiendo como he llegado a esta situación, cómo ha ocurrido.
No sé donde estoy, no sé porque estoy aquí. Y me pregunto constantemente el por qué.
Cierro los ojos con la esperanza de que sea un mal sueño, una pesadilla, en la que cuando despierte te tenga a mi lado, entre las sabanas de nuestra cama. Cierro los ojos para recordar cómo es sentir el aire fresco, para recordar los cálidos rayos de sol sobre mi piel, para recordar cómo es sentir tus dedos por mi cuerpo, para recordar cómo es tu sonrisa cuando me miras.
Tiemblo de frío y lloro con fuerza… quisiese estar en otra parte en vez de aquí. Cualquier parte es mejor que esto. Cualquier parte solo si él está conmigo. No sé si podré soportarlo, no sé si aguantaré, creo que este es el fin… nadie va a encontrarme, nadie.
El frío me cala los huesos, tirito, me permito llorar, cierro los ojos y me imagino que estoy a tu lado. Es el lugar donde quiero estar, entre tus brazos y con tu sonrisa iluminando mis días. Te quiero… te amo… Pero la soledad me invade, la oscuridad me atrapa.
Solo queda oscuridad y frío.
La desesperación me inunda, me vuelvo loco entre estas cuatro paredes, he arrasado con todo, ya no queda nada en pie. La ira, la frustración son los alicientes a cada segundo de vida. No puedo controlarlo. No puedo. Necesito estar con ella, necesito verla, abrazarla, sentirla… No quiero creer que ya no la vuelva a ver nunca más, no quiero creer que este es el fin, no puedo.
A veces no nos damos cuenta de las cosas que tenemos hasta que las perdemos. No nos damos cuenta de lo que nos hace sentir esa persona y cuando ya no está… El corazón se te estruja, el pecho te duele y es como si el mundo se acabara. Me duelen los ojos de tanto llorar y si me mirara en el espejo no podría ni reconocerme.
No lo soporto más, no soporto este dolor. No quiero creer que la he perdido. No puedo. Haré todo lo posible por encontrarla, lo juro por mi madre, que voy a encontrarla.
Siempre, cualquier camino que hayamos escogido, nos ha llevado al encuentro del otro, pasará lo que nos pasará. Y es que con el paso de los años hemos comprendido que nuestro amor es más fuerte que cualquier huracán, es más fuerte porque ambos nos amamos con locura. Ambos somos del otro. Es un amor que resurge de las cenizas.
¿Y ahora? Removeré tierra y agua para encontrarla, no tendrá lugar para esconderse, porque la encontraré. Encontraré a esa imbécil y María y yo seremos felices. Arrasaré todo, mi ira, el fuego que me quema por dentro acabará con ella.
Porque te juro, te juro María que incendiaré todo… haré lo que sea necesario para volver junto a ella.
Solo pienso en ti, en ti y en…
INCENDIOS.