No sé cuánto tiempo llevo aquí encerrada, solo sé que cuando desperté me encontré aquí, en esta habitación sucia y oscura. Hay un colchón sucio en el suelo y un pequeño orinal.
Lo último que recuerdo es a Marina. ¿Por qué ha hecho esto? No lo entiendo, no entiendo los motivos. ¿Qué le habré hecho yo para que me haga esto? Yo sabía que no era una persona de fiar, pero tanto como para llegar a esto… Jamás lo habría imaginado. Ahora es cuando me doy cuenta de la locura que tiene, qué es capaz de hacer cualquier cosa para conseguir todo lo que se proponga.
Las tripas me rugen y me agarro la tripa, no sé cuántas horas llevo sin comer nada… ¿Será de día? ¿O de noche? ¿Qué día será? No hago que hacerme una y otra vez las mismas preguntas intentando responderme, pero no puedo. No sé cómo responderlas ya que no hay ninguna ventana. Es cubículo frío y oscuro.
El ruido de unos pasos hace que me sobresalte, me levanto deprisa y me voy al fondo de la habitación. No sé quién puede ser, no ha venido nadie a verme. Los pasos se acercan cada vez más a dónde estoy. Dejo de oír los pasos y la puerta de enfrente se abre. Ante mí aparece una silueta grande, debe de ser un hombre. Agudizo más la vista y sí, es un hombre de cabello oscuro.
El hombre me busca con la mirada hasta encontrarme y se acerca a mí. Comienzo a temblar en cuanto le veo dar pasos en mi dirección. Doy pasos hacia atrás pero me topo con la pared. Llega hasta mí y gracias a la luz que entra por la puerta consigo verle la cara, aterrorizándome más. Está lleno de cicatrices y piercings, su imagen me da pavor ya que se suma lo grande y fuerte que es. Creo que con un simple soplido podría acabar conmigo. Pero lo que más me atemoriza es su mirada, cargada de odio e ira.
Por favor – susurro suplicando porque no me haga nada.
El hombre me coge del brazo con fuerza y me arrastra para salir del fondo de la habitación. Me agito e intento zafarme de su agarre.
Por favor, suéltame – le digo intentando soltarme.
¡Cállate! – me espeta con una voz grave y fuerte.
Por favor… - le digo ya comenzando a llorar – no sé qué hago aquí, suéltame – le suplico mientras caigo al suelo con la intención de frenar el camino.
El hombre me levanta del suelo y me da una bofetada fuerte, haciéndome caer al suelo, mientras lloro con fuerza y me sobo la zona del golpe. Mis manos se tiñen de sangre y sé que me ha partido el labio.
Me vuelve a levantar pero esta vez tirándome de los pelos.
Por favor – susurro llorando y con miedo en la voz.
¡Cállate zorra! – me grita – Harás lo que te diga sin rechistar – me sigue diciendo y tiemblo como una hoja – Si no lo haces, atente a las consecuencias – termina de decir pegando su cara a la mía.
Déjala – dice una voz de hombre tras nosotros.
El hombre me suelta y yo suspiro aliviada. Poco a poco voy retrocediendo y veo como ambos hombres se miran. El primero que entro sale enfadado de la habitación y el segundo deja un plato con comida en el suelo. Después se dirige hacia mí. Por inercia retrocedo y me encojo del miedo que tengo.
Tranquila – me dice el chico, ya que es más joven del otro, podría ser de mi edad – no voy a hacerte nada – termina de decir de manera suave mientras se para.
Me mira de arriba abajo, de la misma manera que yo, lo analizo y me relajo un poco, ya que me transmite más seguridad que el otro.
Tienes que comer algo – me dice de repente.
¿Qué hago aquí? – le pregunto - ¿Por qué estoy aquí? ¿Cuántos días llevo inconsciente?... – hago un bombardeo de preguntas.
Para – me corta – Solo puedo decirte que han pasado dos días y que Marina te quiere aquí – me dice girándose para ir.
No, para – le digo mientras me acerco a él – No lo entiendo, yo no debería de estar aquí… Tú lo sabes. No la he hecho nada, está loca – me desespero porque me crea – Por favor, déjame salir de aquí – le suplico.
Pero no me hace caso, antes de llegar hasta él cierra la puerta.
¡SÁCÁRME DE AQUÍ! – grito mientras aporreo la puerta - ¡POR FAVOR, SACARME DE AQUÍ! – sigo gritando pero nadie me escucha.
Resbalo hasta el suelo y me siento, me encojo y me abrazo las piernas. No sé qué más hacer, solo tengo ganas de llorar. Llevo aquí dos días, eso quiere decir… ¡Marco está a punto de llegar a casa! Bueno eso si han perdido, que espero que no, aunque por otra parte lo espero, porque querrá decir que sabrá que no estoy en casa. ¿Me buscará? Solo espero que sí, por favor.
No hago más que pensar en los motivos que la han llevado a secuestrarme. No lo comprendo, pero realmente quien ocupa mis pensamientos eres tú. Tú sonrisa, tus ojos, tus abrazos… solo quiero recordarte así, porque puede que jamás salga de aquí. Puede que todo termine aquí y que no consigas encontrarme. Aunque también puede ser que no me estés buscando, que te olvides de mí pero mi sexto sentido me dice que no es así. Siento en mi interior que me estás buscando, sé que lo harás. Me encontraras. Lo que no sé es si será demasiado tarde o no, si será lo suficiente, aunque me basta con saber que sigues pensando en mí tanto como yo.