Amor Eterno #3 - Incendios

Capítulo 2 - ESTÁ

Los segundos, los minutos y las horas pasan mientras me maldigo una y otra vez por lo imbécil que fui. Si no hubiera hecho lo que hice nada de esto hubiera pasado. María estaría aquí conmigo, entre mis brazos.

No sé qué hora es, ni siquiera me importa, llevo horas aquí, quieto en la puerta de nuestra habitación. No puedo entrar porque sé que si lo hago me derrumbaré. No soportaría ver sus cosas por la habitación y saber que no está conmigo. A saber dónde está y en qué condiciones. Solo espero que esté bien y que la encuentre pronto, porque no voy a rendirme.

A mi mente vienen recuerdos de antaño, de cuando éramos simplemente unos niños, tímidos pero a la vez enamorados sin darnos cuenta el uno del otro, al menos yo. Una sonrisa tonta se me dibuja, como cada vez que pienso en ella.

 

Inicio del Flashback

 

Hoy estaba bastante apagado, acababa de salir del hospital de ver a mi madre. No mejoraba y yo no podía hacer nada al respecto, no podía ayudarla más que estar a su lado. Y me frustraba mucho tener esta impotencia. Ojalá ser yo el que estuviera en esa camilla y no ella.

Doy unos cuentos pasos alejándome del hospital cuando una persona se interpone en mi camino sacándome de mis pensamientos. Levanto la mirada y la sonrisa más preciosa ilumina mi dia, haciéndome sonreír a mí también.

Hola chiquitín – me dice María mientras se acerca a mí para abrazarme.

Hola peque – respondo mientras me aferro a su agarre.

No quiero que me suelte, necesito estar así, ojalá estar siempre así, entre sus brazos, esos en los que me siento seguro y los que me dicen que todo irá bien.

¿Te apetece que vayamos a dar una vuelta? – me dice al separarnos mientras me acaricia la mejilla.

Sí por favor – le digo porque quiero borrar todos los malos pensamientos que tengo en la cabeza.

Caminamos juntos mientras María comienza a sacar cualquier tema que me haga evadirme de todo. Al final acabamos llegando a la playa, vacía y fría. Entramos dentro de la arena y andamos hasta que llegamos casi a la orilla, pero sin que el agua nos alcance. Los dos miramos al frente mientras vemos como se mueven las olas. María apoya su cabeza en mi hombro y entrelaza sus brazos alrededor del mío.

Poso mi mano sobre su mejilla y la acaricio. Levanta la cabeza y me mira fijamente. Sus ojos me atraen, se cuelan dentro de mí y me atrapan. La sigo mirando y ella retira la mirada avergonzada. Veo como sus mejillas se tornan rojizas y suelto una pequeña carcajada. Me encanta verla así, tan vulnerable que hace que quiera protegerla de todo.

¿Ei? – le digo mientras alzo su mirada para que me mire - ¿por qué te has avergonzado? – le pregunto curioso.

Es que cuando me miras así fijamente – me dice tímida y yo sonrío ampliamente.

Que tonta – le respondo mientras me acerco a ella para plantar un beso en su frente.

Al separarnos vuelvo a mirarla fijamente, no puedo dejar de hacerlo, es magnético. Mis manos viajan a sus mejillas y las acaricio. Instintivamente y sin poder evitarlo me acerco a ella lentamente. Al final termino con la poca distancia y junto mis labios con los suyos. La beso dulcemente, sin saber muy bien como, pero con el instinto en mis besas sigo moviendo mis labios sobre los de ella.

Nos falta la respiración y nos separamos, mirándonos a los ojos, ambos avergonzados. María no sabe muy bien qué hacer ni qué decirme. Así que me acerco nuevamente y la vuelva a besar, sus labios son como una droga.

Marco… - me dice María al separarnos.

Yo… - sigo sin saber explicarme.

No importa – me dice mientras deposita un beso en mi mejilla.

Volvemos a quedarnos mirando el mar, hasta que el frío nos invade y la acompaño a casa. Al llegar a su casa nos despedimos quedando para el día siguiente. Me giro para marcharme a casa.

María – la llamo al girarme y ella se vuelve a mirarme.

Dime – me dice sonriendo dulcemente.

Me acerco hasta ella y cojo su cara entre mis manos y la beso, intensificando esta vez más el beso. Paso mi mano tras su nuca para acercarla a mí y otra tras su espalda. Ella coloca sus manos en mi pecho.

¿Puedo quedarme contigo hoy? – le pregunto juntando nuestras frentes tras el beso – no quiero volver a casa – le digo sin querer separarme de ella.

Claro – me dice en un susurro.

 

 

Fin del Flashback

 

Lágrimas surcan mi cara mientras recuerdo la primera vez que nos besamos. Mis manos me sostienen apoyadas contra la puerta. Mi desesperación crece cada vez más pero no puedo más, necesito sentir que está cerca, así que abro la puerta de la habitación y entro lentamente. Me acerco a la cama y recojo entre mis manos una de sus sudaderas, la acerco a mí y aspiro su aroma.

Mis piernas flojean y caigo al suelo mientras lloro desconsoladamente, necesito tenerla a mi lado, aquí conmigo. Me abrazo a la sudadera y me quedo allí un rato.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.