Me despierto sobresaltada cuando oigo como la puerta se abre. El chirrido hace que me piten los oídos, molestándome de sobremanera. El chico que entró ayer, el primero, ese que me infundo tanto miedo, aparece ante mi visión. El chico cuyo nombre desconozco cierra la puerta tras de sí y camina lentamente sonriendo hasta mí. Instintivamente retrocedo ante su cercanía, no me da buena espina, no lo hace.
¡Vamos, no tengas miedo! – dice alzando la voz mientras sonríe.
No por favor – digo como puedo mientras unas lágrimas comienzan a surcar mis mejillas.
El chico me coge del brazo y me acerca hasta él. Su mano recorre mi mejilla en una caricia y yo reprimo el instinto de vomitar por el asco que me está dando y si a ello se suma el que estoy embaraza, las ganas son más altas.
Que desperdicio más grande el tenerte aquí encerrada – me dice – aún así no voy a desperdiciarte ni un poco – termina de decir riéndose.
Por favor suéltame – suplico llorando.
El chico no me hace caso y me coge del pelo arrastrándome mientras pataleo hasta que me tira encima del montículo de paja que he estado usando para dormir. El chico se coloca encima de mí y empieza a toquetearme. Me revuelvo e intento apartarle pero es mucho más fuerte que yo.
¡Por favor para! – grito suplicando que pare - ¡Por favor! – sigo gritando pero no me hace caso.
Me rompe la camiseta y comienza a tocarme los pechos mientras le doy manotazos para que pare. Las lágrimas comienzan a surcar mi cara sin parar, no puedo creer que esto esté pasando, no… El chico se ríe ante lo que es para él unos patéticos intentos por detenerlo. Consigue desabrocharme los pantalones y mete su mano por mis bragas, tocando mi zona intima. Me retuerzo y lo golpeo, pero atrapa mis manos entre las suyas dejándolas encima de mi cabeza, sin opción a moverme. Me besa el cuello y los pechos y yo sigo llorando.
Para, por favor, te lo suplico – digo como puedo mientras me remuevo.
Deja de moverte – me dice el chico – el final va a ser el mismo así que puede ser el peor momento de tu vida o ser un momento de placer, tú eliges – termina de decir.
¡Para! ¡No! – grito como puedo ya que las lágrimas me dificultan la acción.
El sigue riéndose de mí y comienza a dejar besos por mi cuello, después pasa por mi pecho y me besa en los labios. Los cierro con fuerza para que no entre en mí, pero es más fuerte e insistente y al final consigue su objetivo. Aún así no me rindo y muerdo su labio provocándole sangre.
Eres una niña traviesa – me dice bastante serie mientras se toca los labios y se quita la sangre – niña mala – termina de decir sonriendo.
Yo vuelvo a removerme y a dar patadas y manotazos en donde puedo. Me arranca las bragas y se quita la camiseta, junto con sus vaqueros. Solamente le quedan los calzoncillos y yo me muero por dentro poco a poco. El se ríe y con una mano me acaricia toda mi piel, provocándome escalofríos y asco. Se quita los calzoncillos y se posiciona entre mis piernas.
¡Por favor, no! – vuelvo a suplicar mientras me remuevo - ¡SOCORRO! – grito con todas mis fuerzas esperando que alguien me oiga.
¡Cállate zorra! – me grita dándome una bofetada.
Mi cabeza cae con fuerza al suelo y lloro desconsoladamente. Nadie me va a venir a ayudar, nadie, estoy sola. Cierro los ojos para no ver nada aunque no me rindo y sigo moviéndome para impedirle que entre en mí.
Por favor – susurro ya al no tener tantas fuerzas.
De repente viene a mi mente el bebé. Dios no quiero que le haga ningún daño, como sea brusco puede hacer daño a mi bebé, puedo llegar a perderlo y yo… No podría vivir con eso.
Así que dejo de resistirme, esperando que eso sirva para que sea más suave, por mi bebé.
¡¿Qué pasa aquí?! – oigo una voz proveniente de la puerta - ¡apártate de ella ahora mismo! – sigo diciendo la voz aunque no puedo ver quien es ahora.
No seas aguafiestas – responde el chico que tengo encima.
Fuera de aquí – dice el chico amable del primer día – como vuelva verte aquí… - habla mirándole a los ojos.
Vale, vale… - responde levantando las manos y comienza a vestirse – no volveré a tocarla, lo prometo – termina de decir para después marcharse.
Yo me abrazo a mi misma y no dejo de llorar. Siento como el chico se acerca a mí.
Tranquila – me dice tocándome el hombro pero yo tiemblo ante su tacto y se aparta de mí un poco – todo ha pasado, ya está, no volverá a tocarte – me dice para tranquilizarme y consolarme, pero lo único que quiero hacer es salir de aquí y volver a casa – voy a traerte algo de ropa para que te pongas – termina de decir levantándose y marchándose.
Ni si quiera le respondo, no tengo fuerzas para ello. Acabo de pasar el peor momento de mi vida. El chico vuelve con ropa y en silencio me la pongo. Ojalá tuviera una ducha y pudiese borrar de mi piel su tacto porque ahora me siento sucia.
Gracias – susurro al chico frente mí.
No tienes porque dármelas – me dice sonriendo – a pesar de que estés aquí metida no tiene porque aprovecharse de ello – sigue diciendo mientras deja una bandeja en el suelo junto a mí – toma, tienes que comer algo – me dice para después marcharse de la habitación.